(Ingrid Peschke) Una perspectiva de la Ciencia Cristiana: Un concepto espiritual de hogar y la paz que trae consigo

La inmigración es un tema candente en todo el mundo. En la vida política de Estados Unidos ha sido uno de los principales asuntos de debate de los candidatos presidenciales, según indica un artículo de portada reciente del Christian Science Monitor (en inglés).

En momentos en que el problema de la inmigración parece crear una pared divisoria entre los dos principales partidos políticos, todos podemos hacer algo para solucionar este importante asunto. Una de las formas más efectivas que conozco para hacerlo es ver los asuntos difíciles desde una perspectiva espiritual.

Como he aprendido en mi estudio y práctica de la Ciencia Cristiana, la oración puede abrir perspectivas de pensamiento que antes no se habían considerado, trayendo la luz sanadora que Cristo Jesús continuamente expresó para resolver problemas aparentemente insolubles.

La parte medular del problema de la inmigración es la búsqueda del hogar. La Fundadora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, quien siguió las enseñanzas de Jesús, reconoció que todos los que buscan a Dios pueden encontrar un sentido verdadero de hogar cuando escribió: “Peregrino en la tierra, tu morada es el cielo; extranjero, eres el huésped de Dios”. Ella describió el cielo en parte como “Armonía; el reino del Espíritu; gobierno por el Principio divino; espiritualidad” (Ciencia y Salud, p. 254 y 587). Percibido bajo esta luz espiritual, el hogar se transforma en una oportunidad de ver cómo la dirección y la guía de Dios pueden conducirnos a todos hacia la seguridad y la armonía. Textos tan antiguos como la Biblia contienen relatos que ilustran este punto.

Uno de los ejemplos bíblicos al respecto narra que Nehemías oró a Dios y fue guiado a reconstruir Jerusalén, su ciudad natal, y proteger a sus habitantes (ver Nehemías 1-6). Nehemías aprendió que su trabajo paciente y su obediencia a Dios eran los verdaderos bloques de construcción en su esfuerzo por llevar un sentido de seguridad a su comunidad.

Otro ejemplo se expresa hermosamente en la historia de Ruth, quien acompañó a su suegra a un nuevo país (ver el libro de Ruth). Sin tener la certeza de un futuro hogar seguro por ser viuda, Ruth confió en Dios, que es Amor, para que la guiara. En lugar de pensar en el hogar como un lugar meramente físico o un sitio con vínculos familiares directos, su desinteresada expresión de amor a sus semejantes le permitió encontrar un nuevo esposo, una familia y vínculos perdurables en la tierra de Judá.

Su vida atestiguó el hecho de que “Con un único Padre, o sea, Dios, todos en la familia humana serían hermanos”. Podemos poner en práctica y probar el poder de la oración para emular estos ejemplos hoy en día. La seguridad y el sentido de pertenencia al hogar que todos naturalmente deseamos surgen claramente cuando vemos nuestra morada y a nuestros semejantes bajo una luz espiritual. Esta perspectiva disuelve el tipo de pensamiento “nosotros contra ellos” y establece a cada individuo como ”el huésped de Dios”.

Como ambas historias bíblicas muestran, comenzar con Dios, el Amor, conduce a respuestas prácticas y resultados armoniosos. Quizás no podamos resolver el dilema de la inmigración de la noche a la mañana, pero sobre esta base espiritual, todos podemos encontrar un sentido renovado de hogar que saca a luz posibilidades más allá del escenario político.

Ingrid Peschke es Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana para Massachusetts, EUA.

© 2016 The Christian Science Monitor. Usado con permiso.