esperanza mena web(Esperanza Mena) ¿Quién no se ha sentido solo rodeado de gente alguna vez? Creo que muchos de nosotros; pero hoy no voy a hablar  de esa soledad.

Me refiero a la soledad de las personas mayores (por no decir viejas), una soledad aterradora, de nido quedo vacío, a solas el uno con el otro, sin nada de qué hablar, solo la pregunta diaria: «¿Ha llamado alguien?» y «alguien» son los hijos, por los que han dado la vida. Ahora sus hijos tienen su propia vida, a veces sin darse cuenta de que los padres necesitan un poco de atención y un mucho de cariño.

¡Cuanta soledad entre los mayores! La mayoría terminan en las residencias donde, por muy lujosas que sean, falta lo principal: el calor humano de esos sus seres más queridos. Sí, ya sé que las cosas han cambiado, que no hay cabida para los mayores, que los jóvenes quieren vivir sin ataduras; pero yo os digo: ¿Habéis pensado que tarde o temprano estaréis en la misma situación, que la historia se repetirá inexorablemente, y entonces seréis vosotros los mayores?

Me duele el alma cuando escucho la noticia de que ha muerto una persona mayor a solas; nada más triste que esa soledad que nadie ve y, si alguien la ve, miran hacia otro lado sin darle ninguna importancia.

Yo, que ya estoy casi en la puerta de la vejez, quiero decir a los jóvenes, poned la mano en vuestro corazón antes de deshaceros de los abuelos, que, hoy por hoy, siguen siendo los pilares de vuestro hogar y una ayuda inestimable, porque, ahora que, para seguir adelante, tienen que trabajar los dos, quienes se ocupan de los nietos son ¡¡LOS ABUELOS!!