(Antonio Serrano Santos) «Este artículo, respetando la fe y el culto de otros cristianos, no católicos, va dirigido, exclusivamente, a los católicos; aunque cualquiera es libre de leerlo, sin tener que sentirse aludido por ello.»

¿Para un católico es pecado no ir a misa los domingos? Esta pregunta se la suelen hacer muchos que dicen que el «obligarles» a ir a misa el domingo les hace sentirse mal cuando no van.Y eso es señal de que tienen buena voluntad. Pero la equivocación está en que confunden necesidad con obligación. Pero, en realidad, el fallo está en el valor y conocimiento imperfectos que tienen de lo que es la misa, o Eucaristía y su necesidad. Quieren ser libres de elegir el día, a veces, en vez del domingo, y  piensan cambiarlo por el lunes u otro día. Al final, frecuentemente, muchos no van ni el lunes ni el domingo, ni nunca, o en mucho tiempo. Junto con este desconocimiento y valoración de la misa, hay bastante de comodidad, pereza, influencia del espíritu mundano y superficialidad, como las diversiones poco o nada cristianas. Con gusto se pasan cuatro horas ante la televisión o el cine y se impacientan cuando la misa dura más de media hora o el cura se pasa de largo en su predicación. Esa es la razón por la que hay quienes dicen que no les gusta ir a la iglesia, a misa, y se declaran católicos pero no practicantes. Que es como decir soy médico o futbolista pero no practico la medicina o el fútbol. Incoherencia, además. Pero Dios, a éstos, como a otros muchos, los mira con misericordia porque tienen todavía un poco de fe y un poco de buena voluntad. Es lo que decía un profeta sobre la conducta del futuro Mesías, Jesús, y su misión de misericordia: » No apagará la mecha que aún humea; no quebrará del todo la caña cascada». Y espera la vuelta de ellos, como el padre del hijo pródigo.

Hay personas que, sin ninguna o poca formación religiosa, tienen una gran fe y van a misa movidas por un espíritu de sencillez y

amor que es admirable y ejemplo para muchos con formación religiosa pero no tan asiduos y fervorosos como esos. Misterio que refleja lo que dijo Jesús: “ Padre, te doy las gracias porque estas cosas se las has revelado a los sencillos y humildes, y están ocultas a los soberbios y engreídos!», y seguros de sí mismos.

Volviendo a la obligación y a la necesidad. Cuando unos padres mandan, obligan a sus hijos a hacer sus deberes, a portarse bien, a preparar su futuro, lo hacen con un mandato de amor, de amor, pero los obligan. Los hijos muchas veces no ven el amor sino la imposición y creen que coarta su libertad. Cuando Jesús dice: “ Esto es mi Cuerpo…Este es el cáliz con mi Sangre…Tomad y comed…Tomad y bebed…. Haced esto en  conmemoración mía…”Usa el imperativo: manda. Pero es un mandato de amor. Amor, pero mandato. Esa es la misa. Todo lo demás es una preparación y una acción de gracias. Pero el centro es eso: mandato de amor, consagración del pan y del vino convertidos en su cuerpo y su sangre; en Él mismo. Quiere estar dentro de nuestro corazón. Quiere darnos fuerzas espirituales. Por la gravísima necesidad  de “ Que el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y Yo lo resucitaré  último día”. Para el cristiano la misa es la renovación y actualización del sacrificio de Jesús en la cruz por puro amor y deseo de salvarnos y darnos vida eterna feliz.

Vivir esto, ir a misa por esto,  guste o no, como el hijo que tiene que obedecer a sus padres, le guste o no, porque es su bien, porque es el amor de los padres el que le manda, no por fastidiar, así es el obedecer el mandato del Señor que nos quiere. Si alguien no puede ir a misa por enfermedad o por atender por caridad necesaria a otra persona, está justificada su ausencia de la misa porque son razones poderosas. Porque» no se hizo el hombre para la misa, sino la misa para el hombre». Pero si no hay estas causas, la obligación, por necesidad, es esencial y grave, se llame pecado o como se quiera llamarle. Sólo les excusa de esa gravedad o pecado la ignorancia y el

confundir necesidad con obligación. Porque es una ofensa y un desprecio al amor que manda, como ofensa a los padres es no obedecerlos en cosas importantes. La fe se alimenta de fuerzas espirituales que nos viene por esa comunión del alimento espiritual,de la oración y las obras buenas. Y, así como el organismo humano se debilita y hasta muere si no se alimenta,la fe se debilita y hasta muere si no recibe fuerzas espirituales, alimento espiritual. Por eso asegura Jesús: » Yo soy el Pan que da vida al mundo; todo el que coma de este Pan no morirá para siempre». Sin fe que nos alimenta con la esperanza y el amor, ¿ qué nos queda? ¿ La duda, la nada, la desesperación? El cristiano es el hombre de la esperanza. Que es alegría de vivir. Sin ella, todo es tristeza y » un cristiano triste es un triste cristiano».

¿ Y por qué el domingo? Jesús dejó encargado a su sucesor, Pedro, y sus Apóstoles y sus sucesores, los obispos, la dirección y organización de la Iglesia, que somos todos los cristianos, católicos, no sólo el Papa y los obispos y curas. Y les dijo “ Todo lo que atéis en la tierra será atado en los cielos y todo lo que desatéis en la tierra será desatado en los cielos”. Con esto les dio un poder total sobre la fe y las costumbres en la Iglesia. Un poder que es un servicio y un mandato de amor. La Iglesia cuando manda, y manda ir a misa los domingos, lo hace por amor, siguiendo el mandato de Jesús. ¿ Y por qué el domingo? Porque es el Día del Señor( domingo viene de la palabra Dominus, que significa eso: Señor) día en el que resucitó, misterio fundamental del cristianismo y esperanza de nuestra resurrección. Por eso es esencial este día para celebrar la resurrección del Señor, darle gracias, recibirlo en la Comunión y llenarse de la alegría de nuestra esperanza en nuestra resurrección. No es lo mismo cualquier día aunque sea con misa. Nacemos en la Iglesia que es nuestra Madre, porque nos dio el ser de cristianos, nos bautizamos, confirmamos, confesamos, comulgamos, casamos y recibimos la unción de enfermos antes de morir y el mismo

sacerdote recibe su ordenación de la Iglesia y el poder de perdonar los pecados.» A quienes les perdonéis los pecados, le serán perdonados…». Hasta el mismo sacerdote, y hasta el Papa, tienen que confesar sus pecados, porque no es un poder propio, sino dado por Jesucristo. Debemos, por eso, obedecerla, con inmensa alegría y agradecimiento perdonándonos mutuamente nuestros pecados, los pecados de la Iglesia que somos todos. Nos guste o no, sabiendo y comprendiendo que es una necesidad, no una simple obligación. Decía Santa Teresa, al final de su vida: “ Al fin, muero hija de la Iglesia”. Y también: “ Daría mil vidas por una rúbrica (prescripción litúrgica de la misa o culto) de la Iglesia”. Ella bien sabía de qué hablaba, hoy que hasta cristianos con «formación», y muchos, por ignorancia, y otros por  motivos no justificados, fácilmente consideran superficial y de poca importancia no sólo no ir a misa los domingos, sino algunas de sus acciones o disposiciones dentro de la misa, como el santiguarse, cantar, rezar, comulgar, darse la paz o un beso. Ni comulgan siendo un banquete espiritual, como el que va invitado a un banquete y no come. Confunden amor con obligación. Así se ven esas misas rutinarias, tristes en algunos sitios, mientras en otros, la alegría y la comunicación entre todos, sobre todo, jóvenes, sí que es » ir a misa», amar a los demás y, sobre todo, obedecer a Jesús por amor. Se va a misa porque se ama, porque se quiere, y porque lo manda el Señor que sabe lo que nos conviene.