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(Susana López Chicón) Hace ocho años , siendo un cachorrito, esta perrita rescatada de la perrera de El Paraíso se convertiría en la compañía inseparable de su dueña Mari Carmen. Unas clientas y amigas de la peluquería que regenta en calle Málaga, le dieron la sorpresa de colocarla en una canasta entre dos coches y arroparla por un gran lazo morado, en la puerta de su casa.
Desde ese instante Frasquita, se convertiría en toda una protagonista no solo en los actos de la Cofradía de los “Moraos” sino en Misas, Rosarios de la Aurora y visitas al Cementerio. Es habitual verla en la Iglesia muy quieta, esperando que Mari Carmen rece y cumpla con los actos religiosos o salir en su busca y esperar que la Virgen de los Dolores salga en procesión por las calles del pueblo, y allí va ella muy despacito detrás profesándole a la Virgen la misma fe y devoción que su dueña.
Ha aprendido a ser generosa ayudando a su Cofradía con un billete de 20 euros cuando es necesario y aunque respeta con fervor las mismas imágenes a las que adora su dueña, también es capaz de ladrarle a la imagen del Señor cuando Mari Carmen lo peina porque en su mente canina debe pensar que el Cristo es divino para estar en las alturas y no al mismo nivel que los humanos.
Parece cascarrabias si no te conoce pero basta acariciarla para que sus enormes ojos dulces te atrapen y cautiven. Unos ojos que parecen pintados y delineados bajo sus largas pestañas. Frasquita tiene el nombre de la madre de Mari Carmen por dos razones: una porque no iba a tener hijas a quien ponérselo y otra para recordarla siempre y a cada momento: “Frasquita para poder tener a diario el nombre de mi madre en la boca y no olvidarlo a lo largo de cada día”.
Frasquita es un símbolo de Alhaurin. No hay procesión o acto religioso en el que ella no esté presente y si nadie desfila por su calle, la encontraremos sentada en la ventana vigilando su puerta o como otra clienta más pendiente de las conversaciones femeninas.