(Antonio Serrano Santos) El hombre es curioso por naturaleza. Pero hay algo más que curiosidad. Necesita instintivamente conocer. Su origen, su futuro. El sentido de su vida. Parece que le importa más explorar, con inmensos gastos, el espacio sideral que el hambre y la miseria en el mundo. Pero no. Es superior esa necesidad de penetrar las misteriosas entrañas del universo como dependiendo todo lo de la vida en la tierra del descubrir el misterio que lo explica todo. La ciencia y la filosofía, partiendo de la admiración, de la que, según los clásicos, nace la filosofía, llegan a un punto común por distintos caminos. La ciencia por la comprobación empírica, la demostración física de la realidad física; la filosofía, por la búsqueda y respuesta racional del último por qué. La ciencia nos deja a las puertas de la filosofía y la filosofía, a las puertas de la religión. Una cosa es investigar la realidad buscando su por qué inmediato, causa física, y otra, es preguntarse el por qué de esa realidad, de su existencia, el por qué último. Y no pueden dejar de tener en cuenta la respuesta de la religión, la trascendencia, porque es un hecho real que, aunque la trascendencia supone algo no físico y que escapa a la reflexión filosófica, sin embargo, es un hecho real, histórico, que tiene un componente físico   en las  personas y sus actos y los medios materiales que usa, y racional, en cuanto entra en juego la aceptación de su mente y su voluntad. 
     Esta necesidad de conocer, esta curiosidad instintiva, donde más se ha manifestado es en el tema de Dios, y, últimamente, en el de Jesús de Nazaret. Cuanto más se ha dicho “ Dios ha muerto”, desde Nietzsche, o Dios no existe, se le ataca y margina, más vivo e interesante aparece. Y lo mismo ocurre con Jesús de Nazaret. Se han publicado sobre Dios y Jesús tantos libros, estudios, conferencias, y toda clase de expresión musical, teatral, de cine, revistas, etc. como de ningún otro tema o personajes. Ya la Biblia es el libro más vendido en todo el mundo, seguido del Quijote.

       Merece la pena, por tanto, dirigir nuestra curiosidad, el que quiera hacerlo, a Jesús de Nazaret. Por ser para la Hitoria y la ciencia, últimamente, más cercano de estudiar que el mismo Dios, por sus connotaciones físicas, humanas, racionales. Por cómo despertaba la curiosidad, cómo se preguntaban quién era, cómo le buscaban. Y cómo, hoy mismo, es el tema de mayor ineterés. Tanto es así, que todas las ramas de la ciencia y del saber se están concentrando en el análisis y estudio de la figura de Jesús, especialmente, desde la aparición de la Sábana Santa de Turín que no ha bastado ni convencido del todo el análisis del carbono 14, no por el mismo carbono 14, sino por otras circunstancias que los mismos científicos, muchos, han considerado insuficiente.

       Zaqueo, rico y jefe de publicanos, que eran los recaudadores de impuestos que dependían de él, y que se enriquecía por excesos abusivos en el cobro, oyó un tumulto que entraba en Jericó y, lleno de curiosidad, se adelantó al sitio por donde tenía que pasar el Nazareno, y se subió a una higuera, ya que, entre la turba que rodeaba a Jesús y su poca estatura, le impedía ver quién era Jesús de Nazaret. Puede que tuviera algo más que curiosidad. Jesús, al pasar, levantó los ojos y dijo: – Zaqueo, baja pronto que hoy es necesario que me hospede en tu casa. Rápidamente bajó como pudo, lo recibió, entre los murmullos de los que se escandalizaban porque había entrado Jesús en casa de un pecador. Pero Zaqueo, puesto en medio, de pie, dijo: – Señor, doy ( no dice voy a dar) la mitad de mis bienes a los pobres y, si a alguno he estafado, le devuelvo cuatro veces más.- Hoy ha entrado la salvación en esta casa-dijo Jesús- porque éste era también hijo de abraham.

     Los mismos discípulos se preguntaron, cuando peligraba la barca por la tormenta: “ ¿ Quién es éste que hasta el mar y el viento le obedecen?” Los fariseos preguntaban a los curados por Jesús: ¿ Quién te ha curado?- No sé, dijo uno, el que me dijo toma tu camilla y vete. “¿Eres tú el que ha de venir o hemos de esperar a otro?, el recado de Juan Bautista con los enviados suyos a Jesús. Tanto en el inicio de su vida pública como durante ella, esta incógnita, este desconocimento y preguntas, este interés por conocerlo, fue constante. Él mismo, sobre todo al comienzo, prohibía a sus discípulos y a los curados,incluso severamente, que dijeran que él era el Mesías. Hasta a los posesos. Esta actitud fue suavizándose hasta llegar a declararlo públicamente y ante el sanedrín. “¡ Te conjuro por Dios vivo que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios bendito!”, conminó el sumo pontífice Caifás. –“ Yo soy”- fue la tajante respuesta. ( Por cierto, se ha descubierto la tumba de Caifá y una piedra homenaje con la inscripción en latín “ Poncio Pilato, prefecto de Judea “) A la pregunta de Felipe, en la última cena:” Señor, muéstranos al Padre y nos basta”. Pide una evidencia, conocer y ver al Padre, a Dios; no bastaban las palabras de su Maestro. “ Felipe- la pregunta-queja de Jesús- ¿tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me habéis conocido? El que me ha visto a mi ha visto al Padre. ¿ No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mi?…Creedme…al menos por las obras”. Por fin, resucitado, muestra sus llagas a Tomás, el que no creía si no las viera y tocara, y esa experiencia le hace exclamar:” ¡ Señor mío y Dios mío!” . Ya está claro quién era Jesús, por el relato evangélico. Jesús era también Dios, Hijo de Dios. El ejemplo de Zaqueo y de otros muchísimos a lo largo de la Historia confirma que “ es imposible, Señor, conocerte y no amarte, es imposible amarte y no seguirte, me has seducido, Señor”, como se canta en las Eucaristías.

     Ya está claro quién era Jesús de Nazaret, por el relato de los evangelios. Para los cristianos. Pero ¿ y para la Historia? Para hoy¿ quién es?¿ Existió?¿ Es un personaje real, histórico, físico? ¿Es un mito? En el primer tomo de su obra” Jesús de Nazaret”, el teólogo y Papa emérito  Joseph Ratzinger, dice, entre otras cosas, en su magnífico prólogo: “ …La grieta entre el “ Jesús histórico “ y el “ Cristo de la fe” se hizo cada vez más profunda…Pero ¿ qué puede significar la fe en Jesús el Cristo, en Jesús Hijo de Dios vivo, si resulta que el hombre Jesús era tan diferente de como lo presentan los Evangelios, lo anuncia la Iglesia?…Las reconstruciones de este Jesús, que había que buscar a través de las tradiciones de los evangelistas y sus fuentes, se hicieron cada vez más contrastantes: desde el revolucionario antirromano que luchaba por derrocar a los poderes establecidos y, naturalmente, fracasa, hasta el moralista benigno que todo lo aprueba y que, incomprensiblemente, termina por causar su propia ruina. Quien lee una tras otra alguna de estas reconstrucciones puede comprobar enseguida que son más una fotografía de sus autores y de sus propios ideales que un poner al descubierto un icono que se había desdibujado. Por eso ha ido aumentando entretanto la desconfianza ante estas imágenes de Jesús; pero también la figura misma de Jesús se ha alejado todavía más de nosotros….ha quedado la impresión de que sabemos pocas cosas ciertas sobre Jesús, y que ha sido sólo la fe en su divinidad la que ha plasmado posteriormente su imagen. Semejante situación es dramática para la fe, pues deja incierto su auténtico punto de referencia: la íntima amistad con Jesús, de la que todo depende, corre el riesgo de moverse en el vacío”. “Estoy convencido de que esta figura resulta más lógica y, desde el punto de vista histórico, también más comprensible que las reconstruciones que hemos conocido en las últimas décadas. Pienso que precisamente este Jesús- el de los Evangelios- es una figura históricamente sensata y convincente”.

      Lo cierto es que ahí está, más vivo que nunca, a pesar de los malos ejemplos de muchos de sus seguidores. En la Iglesia, principalmente, históricamente; y fuera de la Iglesia, seguido,imitado, amado, admirado, y también, odiado, negado, perseguido, blasfemado, burlado, ridiculizado. Exactamente igual que en su vida mortal. Pero ahí está. Y sus discípulos, igual. Se crea o no, eso es lo que ha pasado siempre y está pasando. Sus profecías cumplidas, hechos consumados. “ La íntima amistad con Jesús, dice el Papa,corre el riesgo de moverse en el vacío”, es decir, no nos basta su sola divinidad, como dicen algunos, despojando y dejando en la duda su humanidad con todas las manifestaciones propias de un hombre como narran los Evangelios. Si no creemos, si no vemos, si no contactamos con el Jesús histórico, de carne y hueso como nosotros, si no meditamos y contemplamos sus abrazos a los niños, salvando de la vergúenza con abundante y buen vino a unos jóvenes novios,  si no vemos sus lágrimas de dolor por sus amigos muertos, si no  “vemos” su compasión por las muchedumbres que le seguían porque eran como ovejas sin pastor y les dio de comer, si no vemos su mano tocando, compasivo, al leproso y curándolo, si no lo vemos diciendo a la pobre viuda: “ No llores” y devolviéndole a su  único hijo muerto; si no lo vemos suplicando al Padre que aparte el cáliz de su pasión y muerte, si no lo vemos buscando la compañía y compasión de sus discípulos diciendo: “ Triste está mi alma hasta la muerte”, quedaos aquí y velad conmigo”;Simón, ¿ ni siquiera una hora has podido velar conmigo?”; si no vemos su agonía y su muerte, si no lo vemos con todas las alegrías y sufrimientos nuestros, no podremos llegar a la “ íntima amistad con Jesús”, de la que todo depende, no podremos hablar con Él, “ estar muchas veces, a solas, tratanto amigablemente, con quien sabemos nos ama”, dice Sta. Teresa,  ni podremos  creer en la resurrección, en la vida eterna, en fin, en su increíble, infinito amor. “ Quisiera tener delante de los ojos su retrato o imagen, ya que no puedo tenerla esculpida en mi alma como quisiera”( Sta, Teresa de Jesús). ¿ Qué diría si viera su rostro y su cuerpo en la Sábana Santa?   “¡Dichosos vosotros porque veis lo que muchos profetas y reyes quisieron ver!”- Exclamó Jesús a sus discípulos y oyentes. Siglos antes, un profeta anunció: “ He aquí que una virgen dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa Dios con nosotros.” Un Hijo, un hombre, no una entelequia inaccesible.