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De acuerdo a la tradición de la celebración del 28-F, el alcalde de Alhaurín de la Torre, Joaquín Villanova, pronunció ayer el discurso institucional con motivo del Día de Andalucía, ante losmiembros de la corporación alhaurina -acudieron todos los ediles, salvo el portavoz de UPyD-, autoridades locales y vecinos.

El alcalde centró su intervención en reivindicar la labor de las instituciones y los políticos por seguir la senda de crear empleo, además de insuflar optimismo por el progresivo cambio de tendencia, sin olvidar ensalzar el espíritu andaluz y los avances logrados en 35 años de gobierno autónomo, así como recordar los apasionantes años de la movilización popular por el Estatuto de Autonomía.

El solemne acto incluyó el izado de la bandera andaluza y la interpretación del himno de Andalucía, a cargo de por la Banda Municipal de Música, que también ejecutó otras piezas musicales. A su término, los grupos de baile vinculados a la Escuela Municipal que dirige Lourdes Soto realizaron varias actuaciones en el escenario habilitado en la plaza del Ayuntamiento, ataviadas para la ocasión. Todas fueron muy aplaudidas.

El balcón de la fachada del edificio Consistorial lucía tres grandes pendones con los escudos local, andaluz y nacional, los mismos que fueron incorporados hace unas semanas al Salón de Plenos.

DISCURSO COMPLETO DEL ALCALDE:

Ilustrísimos señores concejales y señoras concejalas del Excmo. Ayuntamiento de Alhaurín de la Torre; Ilmos. Hijos Adoptivos y Predilectos de Alhaurín de la Torre; Ilmo. Sr. director del Centro Penitenciario de Alhaurín de la Torre; Ilmo. Sr. Juez de Paz; Ilustrísimas autoridades y representantes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado; representantes de asociaciones, cofradías, peñas y colectivos de Alhaurín de la Torre; pueblo de Alhaurín de la Torre; señoras y señores:

En esta mañana de 28 de febrero, celebramos el trigésimo quinto aniversario de la aprobación del Estatuto de Autonomía de Andalucía. Han pasado nada menos que 35 años y, pese a tanto tiempo transcurrido y muchos peinamos canas, es imposible olvidar aquellos emotivos instantes en los que la ciudadanía andaluza decidimos llenar las calles para defender lo nuestro, un autogobierno, una conciencia de pueblo unido.

El texto apoyado en las urnas el 28 de febrero de 1980 supuso el fin de un trayecto necesario, el de la reivindicación, pero también el comienzo de otro, más difícil y apasionante aún, el de la materialización y puesta en funcionamiento de un cuerpo institucional y un aparato administrativo al servicio de toda una Comunidad. Fue el nacimiento de la Junta de Andalucía.

Los cientos de miles de partidarios del autogobierno, que tuvieron a Blas Infante como padre de la Patria andaluza e inspirador de la conciencia andalucista, vieron colmadas sus expectativas, pero sabían que lo más duro estaba por llegar.
Nuestra Autonomía Andaluza, hoy considerada natural e incuestionable por las generaciones que tienen menos de 35 años, se hizo realidad tras muchos sacrificios y llegaba, al fin, el momento de empezar a trabajar por los millones de andaluces y andaluzas que la anhelaban.

La Comunidad Autónoma, en estos siete lustros, ha logrado importantísimas conquistas, avances, progresos y saltos de calidad en todos los campos, algo que, sin duda, también se debe al atraso histórico al que injustamente nos tenían sometidos.

Andalucía se propuso, y lo consiguió, salir de su letargo, y lo hizo con la cabeza alta, conservando su idiosincrasia y haciéndose respetar, pero presumiendo siempre de su pertenencia a España como país, sin faltar el respeto a ninguna otra Comunidad y sin nacionalismos excluyentes que tan poco aportan y tanto separan.

El Estado de las Autonomías, admirado e imitado en muchas zonas del mundo, ha repercutido en el desarrollo de España como país, gracias a conceptos que hacen grande a una nación: la solidaridad interterritorial, la generosidad y el compromiso institucional de unas comunidades con otras y por el efecto positivo de la sinergia, la unión de potencialidades.

Por eso, hoy, 28 de febrero, Día de Andalucía, hay que proclamar en voz alta que el histórico desarrollo que Andalucía ha obtenido en estos 35 años es fruto de aquel feliz y oportuno SÍ AL ESTATUTO DE ANDALUCÍA, luego reformado y modernizado en 2007 gracias a la voluntad de la mayoría de los partidos políticos con representación en el Parlamento Autonómico.

Aquel 28 de febrero, Andalucía lanzaba un mensaje absolutamente clarificador. Y ese mensaje era el siguiente: fuimos protagonistas de un pasado milenario y brillante, hemos vivido marginados durante demasiadas décadas y por eso la Autonomía no era una herramienta para afirmar nuestra personalidad, que estaba suficientemente extendida mundo por nuestra singular geografía, historia y bagaje cultural, arte, patrimonio, habla o música. Andalucía precisaba la autonomía para ponerse en pie de igualdad con los demás territorios sin que la nueva situación del país trajese nuevas desigualdades.

Desde 1977, una incontestable mayoría de andaluces se levantó pacíficamente para reclamar un Estatuto que desarrollara los principios de libertad, igualdad y justicia en el marco de igualdad y solidaridad con las demás nacionalidades y regiones.
Ese mensaje cargado de reivindicación y esperanza nos llevó al 28 de febrero de 1980 y, consecuentemente, al convencimiento de que no éramos ni más ni menos que los demás españoles. Hoy vivimos realidad social bien distinta a la que conocimos. Ya no somos aquel pueblo resignado, acomplejado y autocompasivo debido a las desigualdades históricas.

Hoy gozamos de un elevado prestigio en campos tan dispares como la Universidad, la ciencia, la tecnología, el turismo, la ecología, la cooperación, los servicios sociales, el deporte, la medicina, etcétera.

Pero toda luz tiene sus sombras. Y todo el esplendor de estos grandes avances sociales e institucionales tiene su propia miseria, su lado oscuro, que no podemos olvidar: casi millón y medio de conciudadanos no tienen empleo y en miles las familias de nuestra comunidad no entra un solo euro.

A pesar de que la situación en España está mejorando pasito a pasito y que 2015 va a ser un año con aún más creación de puestos de trabajo respecto a 2014, en Andalucía no podemos decir lo mismo. El paro es un fracaso de todos y tenemos que conseguir revertir la situación.
No seré yo quien venga a afear las políticas activas de empleo en nuestra Comunidad y en un día como hoy, porque la ciudadanía quiere soluciones, no peleas políticas. No seré yo quien venga con estadísticas ni con declaraciones catastrofistas. No.

Hoy quiero reivindicar que el margen de mejora es amplio, pero está cerca. La realidad es triste y parece desesperanzadora, pero tiene arreglo. Tiene arreglo si los políticos pasamos a la acción y hacemos nuestra labor. Y lo digo con total sinceridad, porque como alcalde y como persona me obsesiona que haya menos paro en mi tierra, y que el empleo que se cree sea de calidad y, si es posible, dirigido a los tramos de edad que más lo necesitan.

Los representantes del pueblo en las instituciones queremos crear empleo. Aunque vivimos años de descrédito de la clase política, os puedo asegurar que ningún político de bien vive de espaldas a este drama, porque significaría tirar piedras sobre su propio tejado.
Hoy Día de Andalucía, quiero dejar claro mi compromiso y el de todos los concejales aquí presentes y el de toda la clase política de Alhaurín de la Torre con el empleo.

En menos de un mes tenemos elecciones al Parlamento de Andalucía y todos los grupos políticos vamos a pasar una reválida en las urnas. La ciudadanía nos pondrá a prueba y nos toca aceptar el importante reto, que asumimos con naturalidad, porque la mayoría de los que tenemos la responsabilidad de gobernar, cada uno en nuestro ámbito de acción, queremos lo mejor para nuestros ciudadanos.

Y no lo digo, en absoluto, con ánimo electoralista. Quienes me conocen saben que me hace muy feliz, desde que soy concejal y luego alcalde, ver que un vecino sale de las listas del paro. Me hace feliz que los poderes públicos promueven medidas y reformas que repercuten en la generación de empleo y riqueza.
Me hace feliz que la espantosa dinámica de 76 meses seguidos con subidas de paro se haya detenido en España radicalmente y ahora la tendencia es de 16 meses creando empleo.
Me hace feliz que esa irresistible dinámica, más tarde o más pronto, va a llegar a Andalucía.

Pero lo que me hace inmensamente feliz es que esa generación de empleo, va a tocar, seguro, a uno de los sectores que más lo merecen: el de los jóvenes universitarios sobradamente preparados.
Hemos vivido un pasado inmediato terrible, con toda una generación de andaluces y andaluzas altamente cualificados sin porvenir en su tierra que se han tenido que marchar a otros países porque aquí no encontraban un trabajo digno, ni estable, ni acorde a su preparación.

Estamos viviendo un presente en el que ese fenómeno tan difícil de asumir sigue vigente, pero que poco a poco se va suavizando. Estoy convencido de que el futuro que nos aguarda va a ser bien distinto. Estoy seguro de que nuestros hijos e hijas no se verán obligados a exportar en masa su talento a otros lugares del mundo. Esa realidad, señoras y señores, va a llegar.

Nada me hará más feliz como andaluz que, a la vuelta de poco tiempo, el joven que desee emigrar lo hará exclusivamente por gusto y no por necesidad. Nada me enorgullecerá más que constatar que el talento, el saber y el conocimiento se quedarán en Andalucía y en España y que no tendremos que lamentar la salida masiva de toda una generación. La sangría del paro se va a terminar tal como la conocemos ahora mismo.

Hay, además, yacimientos de empleo y autoempleo por explorar y que nos pueden dar muchas alegrías. No hablo solo de nuestro sector turístico, punta de lanza y motor de nuestra economía, que se recupera a pasos agigantados. Hablo también de las potencialidades de otros sectores que tienen que ver con el turismo, de una forma u otra, y que pueden y deben verse potenciados.

Hablo del sector agroalimentario y hortofrutícola, que vive una segunda juventud gracias en parte a la eclosión de la ecología y los modos de vida saludables; hablo de las nuevas vías del turismo alternativo al sol y playa, como el turismo de aventura, el turismo verde, el turismo gastronómico, el turismo cultural, el de congresos e incentivos, el turismo deportivo…

Por cierto, ahora que menciono el turismo deportivo, nuestro municipio, está viviendo este año un gran impulso gracias al galardón de Ciudad Europea del Deporte, con más de 250 eventos programados en todas las disciplinas y niveles. Solo con esta actividad, tenemos garantizado llenar el 50% de las
plazas de hospedaje en hoteles, aparthoteles y alojamientos rurales.
Alhaurín de la Torre, además, tiene un esplendoroso futuro por delante, con el llamado ‘Turismo multiventura’.

En este sentido, existe un proyecto de inversión pública para construir próximamente una instalación de tirolina que unirá nuestra sierra con el cerro del Calamorro, en Benalmádena, donde concluye el telecabina, además de otro proyecto de inversión privada para otra instalación similar entre Torrealquería y El Romeral.

En Turismo Cultural, Alhaurín de la Torre es pionero y lleva años explotándolo a nivel musical, artístico y literario. También en ese sector se avecinan nuevos proyectos de calado, que denominaremos ‘Alhaurín Creativo’.

Hablo, en suma, de una explotación turística que no implique pan para hoy y hambre para mañana, que no implique estacionalidad.
En Alhaurín de la Torre, desde hace varios años, estamos trabajando para que las instituciones podamos poner al servicio de empresas, emprendedores y profesionales todo ese nuevo caudal de información y de experiencias para fomentar nuevas formas y oportunidades empresariales y, por ende, laborales.
A esto hay que unir, además, el importante peso de la economía social, las cooperativas y las sociedades anónimas laborales en nuestra Comunidad Autónoma, forjadas estas tres décadas atrás y que pueden vivir un nuevo ‘boom’.

Y también desde nuestro pueblo trabajamos desde hace años por convertirnos en un polo de atracción de inversores, empleo y riqueza en torno a la gran tecnópolis que tenemos proyectada en el ámbito aeroportuario. Allí tendrán cabida la logística, tecnología, la industria, los servicios y el I+D y nos pondrán en el mapa del mundo como epicentro de la actividad auxiliar aeroportuaria como ocurre en las grandes capitales del mundo. Y todo ello, contrariamente a lo que algunos denuncian, con total respeto al entorno natural del que gozamos en Alhaurín de la Torre.

Y es que, señoras y señores, con proyectos como éstos no solo se beneficia a un municipio o a una provincia.
Es Andalucía entera la que encontrará un filón, un lugar donde encontrarán acomodo miles de jóvenes integrantes de esa generación mejor formada de la historia en nuestras solvente Universidades. ¿Puede alguien estar en contra de ese progreso?

Con iniciativas como esta y con ideas como las de otros muchos, remando en la misma dirección y sin meter palos en las ruedas, estoy convencido de que podremos salir del atolladero.

Todos conocemos una frase clásica de la sabiduría popular, un refrán. Esa frase dice: “Justo antes del amanecer es el momento más oscuro de la noche”. Es decir: cuando las cosas están muy mal, cuando lo vemos todo muy negro, es precisamente el momento en que somos capaces de poder vislumbrar alguna solución. Pues ese, señoras y señores, es el mensaje de esperanza que deseo compartir con ustedes: a pesar de todos los contratiempos, creo que es obligatorio ser optimistas.

Quede claro que la recuperación no sucederá de la noche a la mañana ni por arte de magia. Lo que digo es que podremos, debemos y queremos ayudar a crear una tendencia positiva.
Andalucía, los andaluces y andaluzas y quienes nos eligen para vivir merecen esa dosis de esperanza y, sobre todo, necesita a políticos, empresarios, agentes sociales y sindicatos comprometidos con esta causa.

Desde el Gobierno y el Parlamento de Andalucía hasta el más pequeño de los ayuntamientos y entes locales, necesitamos trabajar juntos por el bien común, el progreso y la paz social.

Es momento, pues, de apelar a las conciencias individuales y colectivas para sacar lo mejor de nosotros mismos como andaluces, para recuperar ese espíritu de consenso, de unión y de pueblo soberano, con un mismo objetivo: salir del pozo y avanzar. Igual que fuimos capaces de hacer entre 1977 y 1980.

Deseo terminar mi intervención reivindicando de nuevo la base y el origen de cuanto hoy, día 28 de febrero, celebramos aquí.

Es nuestro día, es el día de homenaje a la Bandera Blanca y Verde y de tributo a quienes dieron sus ideales, su trabajo, su esfuerzo, su sudor, su sabiduría e incluso su vida por nuestra bendita tierra.
Disfrutemos de esta jornada junto a nuestros familiares y compartamos juntos muchos más años en esta plaza para decir fuerte y alto: “¡¡¡Viva Andalucía!!!”. Muchas gracias por su atención.