(Jmm Caminero) Sylvia Plath, 1932-1963. Qué se puede decir en una vida tan corta, qué nos podría haber dado a los demás seres humanos de haber vivido setenta años, ochenta años. Qué experiencias habría tenido este ser humano, quizás incluso nuevos hijos, nuevos amores, nuevos libros, nuevos relatos del existir humano. Si al menos, ninguna persona en el mundo, terminase adelantando su viaje-tránsito final, quizás, si se pudiese reducir esas cifras en el mundo, quizás, mirando a Plath, se puede aprender-aprehender, que es una tragedia, fue una tragedia, para ella misma, sus dos hijos, hijo e hija, para los demás seres humanos. Quizás, además de todas las lecciones sobre literatura y arte poético, Plath nos podría haber enseñado-mostrado y de ella aprender, que uno, un ser humano, por muchos problemas que tenga, no puede-debe adelantarse el viaje final en esta tierra, que tiene un deber de no hacerlo, por respeto a ella misma, a los demás, incluso a los que todavía no han nacido. Echamos en falta docenas, cientos de poemas, quizás miles de textos que dejó de escribir.

La vida es un laberinto en un jardín o un jardín en una espiral laberíntica, quizás los grandes autores y artistas, quizás, todo el saber (ciencias, filosofía, culturas, teologías…), tienen como finalidad encontrar hitos-conceptos-datos que nos aclaren en ese mundanal volcán que somos dentro de nosotros mismos, fuera de nosotros mismos, ese terremoto-jardín-laberinto-espiral-volcán:

– En el fondo todo ser humano, arrastra una o dos o tres grandes cruces, decían en la tradición occidental, ahora desde Freud, diríamos grandes traumas, desde la literatura, podríamos denominar grandes heridas. Cada uno, arrastra-siente-lame la suya. Pero nos enseñan tantas cosas, quizás, no sepamos-aprendemos-entendemos como lavar cada uno nuestras heridas-traumas que escondidas o semiescondidas refluyen sangre-dolor-lamento-pena-angustia. Plath, Plath evidentemente también tenía las suyas, no viene este artículo a ensañarse en ellas, porque esto es como el día de gran tormenta, estando en la calle, quieras o no, si caminas por la vida, te mojarás, en mayor o menor medida. Quizás, el arte o las artes, cada uno, escogen el que puede, como autor o como contemplador o consumidor-lector o como analizador-crítico, alivia en parte esos traumas-heridas. En este caso la poesía-literatura.

– Una de sus frases que se ha repetido enormemente, si es que es totalmente cierta, indica. “mi gran tragedia es haber nacido mujer”. Hemos indicado en el introito de este modesto artículo, que intentamos analizar lo que somos y lo que somos en el espejo del existir, mirando otras vidas, en este caso la de los escritores o escritoras. Ciertamente, media humanidad, o si se quiere un cuarto de la humanidad de esa humanidad, de mujeres, de una manera u otra, a lo largo de la historia, han tenido esa sensación, su gran tragedia es haber nacido mujer.

Quizás, la gran tragedia de hombres y mujeres, es siempre la misma, vivir-existir en sistemas culturales de conocimiento muy limitados, muy imperfectos, queramos o no, planteémonos, si en el fondo todas las ideologías y todo el saber (científico, filosófico, estético, cultural, religioso, tecnológico es muy limitado, con muchas deficiencias). Y ésta es la raíz, de muchos comportamientos muy limitadores.

– En el caso de Plath, parece que se cumple, una norma sociopsicológica, no en todos los casos, pero si en muchos, su padre y madre influyó mucho en ella, no siempre de forma positiva, ella influyó mucho en sus dos hijos, hija e hija, no siempre de forma positiva.

Quizás, sean temas, dirán ustedes no literarios, pero la literatura solo sirve, como cualquier otro saber, si intenta curar alguna herida humana, si es conocimiento, no solo teórico, sino práctico. Quizás solo en las biografías y escritos y obras de los artistas, no se camuflan, o lo hacen menos, los desórdenes internos y externos, de sus propias vidas, de sus familias, de origen y de destino, y de alguna manera, se parecen más a todos nosotros, a lo que somos todos nosotros, es decir, son de nuestra misma carne. Cosa que ya sabemos, pero nos lo recuerdan. Ciertamente, existen docenas de disfunciones personales, familiares, sociales, laborales, y no todas las vamos a tener todos los individuos, pero cada uno si dispone de algunas de ellas, es decir, puede mirarse en algún ejemplo-espejo-pared-laberinto.

– Ciertamente, es obvio que los conocimientos biomédicos y biopsicológicos y psiquiátricos y los tratamientos, no eran lo mismo en los años cincuenta del siglo pasado, que los de ahora…

Con esta frase, estoy intentando dar una esperanza, a quién pueda sentirse reflejado en esta autora, a quién tenga tentaciones similares, a quién sienta problemas comunes. Y en segundo lugar, la red de médicos, psicólogos, psiquiatras, psicoterapeutas que existen en el mundo, es enorme comparada con esa época. Al menos en Occidente.

Por tanto, cumplo, con una de mis normas subjetivas, que yo me he impuesto al redactar artículos, intentar “no negar la realidad, sea de un color o de otro, blanca o negra”, segundo, dentro de mis limitadas posibilidades: “ofrecer siempre una ventana de esperanza”. Por lo cual, es obvio lo que planteo, si alguien, tiene o siente problemas similares u otros, parecidos a la de nuestra autora, pues consulten con especialistas, y sepan que hasta ahora, siempre después de la tormenta viene la calma, después de la noche el día, después del invierno la primavera. Aunque después, al cabo de otro tiempo-espacio venga otra noche y otra tormenta.

– ¿Por qué hacer público un poema, un escrito, una partitura musical, una pintura, una obra de arte, sea excelente o sea mediocre? ¿Por qué Plath, necesitaba hacer consciente lo no consciente de si misma o del mundo, por qué necesitaba escribirlo, por qué sentía la necesidad de publicarlo o hacerlo público…? ¿…?

Muchos autores, reciben y sufren por las críticas negativas que soportan, por sus obras de creación, sean de un género o sean otro. Pero peor que las críticas, son las de aquellos que publican, hacen público su trabajo, y nadie se da por enterado. Es decir, para unos, sienten la tragedia de las críticas negativas, pero existen otras personas y otras obras, que no reciben ninguna crítica-análisis-comentario-interpretación, ni de cercanos, ni de lejanos, ni especializada, ni de entendidos, ni buenas-malas-regulares…

– Quizás, Plath, escribió porque no soportaba la lucidez, tanta lucidez, no solo las experiencias-vivencias-ideas propias, no solo las heridas heredadas, no solo los accidentes existenciales, no solo su relación con otros poetas, especialmente su esposo, y todo lo que cada nueva década va surgiendo y emergiendo de la noche de los tiempos-espacios de estas dos vidas. Sino, quizás, lo que menos soportaba, reitero, con el quizás, es la extrema lucidez de esta persona. Soportar la extrema y radical lucidez del existir, del verse sin tantos engaños, de escribir esa lucidez.

Quizás, solo se divida el mundo, en los que intentan soportar la claridad-verdad-lucidez del existir, sin tapujos, y los que ponemos miles de trapos para ir decolorando esa misma realidad. Quizás, el huir, sea la forma más generalizada del existir, unos huimos en unos temas y con unas cosas, otros, otros con otras…

Podríamos terminar con este verso de Plath: “El mundo es ahora de nieve. / No estoy en casa/ Qué blancas son estas sábanas. Los rostros […] /sosegados como el pequeño vacío que llevo/ en mí […]”.

Aquí termina mi modesto homenaje a todas las mujeres del mundo, sean poetas o no lo sean, aquí mi homenaje a todas las poetas del mundo, sean excelsas o sean mediocres, aquí mi pequeño homenaje a Sylvia Plath.

http://soliloquios.blogia.com              © jmm caminero (14 abril-09 junio 2017 cr).

Fin artículo 850º: “Solitarias: Sylvia Plath”.

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