(Antonio Serrano Santos)  He visto a mis nietos, y a sus compañeros de clase, cargados, como acémilas, con mochilas casi del mismo tamaño que ellos. Es un atentado a la salud con esas mochilas que ni un adulto puede con ellas. Pero esto no es más que la punta de un iceberg que, en su fondo, oculta lo que muchos no ven por ignorancia o dejadez, y otros, no quieren verlo. Después de las primeras lágrima de alumno novato, ya, desde pequeños, acaban aprendiendo como u juego y son felices con sus compañeros de clase. Pero, luego, les van robando el tiempo de vivir su niñez y juventud.             Porque lo que pasa hoy, que ya viene de antes, aunque «parece» que está mejorando la cosa, es que los » sabios » teorizantes que hacen los contenidos, los programas y los planes de estudio, ( muchos de ellos no han pisado un colegio en su puñetera vid), han aumentado las materias de estudio incluyendo cosas innecesarias que no van a servir para nada en toda la vida, con lo que, ni en clase ni en casa, tienen tiempo para terminarlas y hasta al final del curso, tampoco. De lo que no culpo a los profesores, porque a mí, profesor, me ha ocurrido lo mismo. Yo nunca mandé deberes para fuera de clase, en treinta años de enseñanza. Todo lo hacíamos en clase, menos el estudio, claro. A veces, en clase, en vísperas de exámenes, les dejaba estudiar y así aclarar sus últimas dudas con las preguntas que me hacían.             Entre las mochilas  y el exceso de materias, es un» crimen» y un modo pedagógico contraproducente que convierte el colegio en un infierno  y el hogar, en un tormento para los padres que no pueden, muchos, por no estar preparados, y otros, porque no deben ayudar a los deberes que, a veces, desesperados, los «hacen» por cansancio de los hijos y de ellos mismos, o tienen que pagar a un profesor particular, habiendo pagado ya a sus profesores con sus impuestos. Prueba de ello es el fracaso escolar en España, uno de los mayores de Europa y su nivel de educación y enseñanza el último de Europa y el penúltimo en el mundo desarrollado. Sólo con ver las faltas de ortografía de los actuales alumnos, universitarios, también, da una idea. Los SMS, en esto, son de vergüenza. En el colegio donde enseñé, no pasaba nadie ,del entonces, curso de ingreso si tenía faltas de ortografía.            Porque, además, la enseñanza, casi toda, se limita al medio autonómico por lo que ignoran nociones generales de España y no digamos universales, como Historia, Geografía, Literatura, arte… Hay diecisiete planes de estudio, diecisiete ediciones de conjuntos de libros de texto, como los hay de Justicia, Parlamentos, tribunales, instituciones sociales…           El alumno que se muda de Autonomía se pierde en un laberinto. Para volverse locos. Y si a esto añadimos las particularidades exigencias nacionalistas que se saltan las leyes, ya es la esquizofrenia aguda.          Es una vergüenza, últimamente, la historia de la enseñanza y la educación en España. Como en la Justicia y otros ámbitos, en la enseñanza las ideas políticas lo condicionan todo y marcan los límites y diseñan los proyectos.          La pérdida de valores, como la autoridad del profesor, la disciplina en los colegios y Universidades, el constante cambio de los planes de estudio y de educación, según los gobiernos y la política, en manos, muchas veces, repito, de teóricos de la enseñanza que jamás la practicaron en un centro docente; la depreciación y discriminación de las Humanidades, Filosofía, Historia, de las lenguas clásicas, el Latín y el Griego, y sus connotaciones necesarias para una enseñanza integral como el Arte y la Religión partes esenciales para conocer Europa…             Y la orientación, casi exclusiva, hacia la tecnología, las ciencias y los valores puramente prácticos, todo esto, ha desvirtuado otros valores que siempre han constituido la conformación de la personalidad del estudiante, como la formación personal basada en el esfuerzo, el interés por la superación, el sacrificio, el amor al trabajo(lo que hoy llamamos excelencia) y el respeto a los que les enseñan y educan con su palabra sabia, su experiencia y, sobre todo, con su ejemplo.               Así se explica que, chicos y mayores, salen de los centros como los toros del chiquero, «embistiendo todo lo que pillan, cuando no en el mismo centro, con la violencia, agresividad y acoso a alumnos y profesores «»En busca del tiempo perdido», y tan perdido porque con los tormentos de una planificación educativa exhaustiva, martirizante, los pequeños se convierten en adictos a las maquinitas, a los dibujos animados…,y los jóvenes, muchos, sabiendo que irán, directos al paro o a trabajar en el extranjero, lo buscan, ese tiempo robado, en las macrofiestas, caiga quien caiga, en el botellón, en los móviles, en la droga o el sexo.              Esas mochilas supercargadas por el peso físico y por el exceso de contenido docente, son bombas de acción retardada, que estallarán, más tarde o más temprano(ya han empezado)  y son la punta del iceberg de lo que está ocurriendo en España en la enseñanza y educación.