(Por Eduardo Madroñal Pedraza) Las 6 de la Suiza (en realidad cinco mujeres y un hombre) ingresaron en prisión el pasado 10 de julio. Un ingreso inmediato en prisión acelerado por orden del juez tras negarse a conceder la petición de no aplicación de la pena, una petición a la que el fiscal no se oponía. ¿Cómo es posible que unos piquetes informativos, que son un reconocido derecho sindical, se hayan convertido en un delito penal de coacciones graves; y la negociación colectiva en un delito de obstrucción a la justicia?
Este artículo rezuma las sentidas palabras de la charla con Herminia González Muñiz, portavoz del grupo ‘Sofitu a las 6 de la Suiza’. Sofitu en asturiano significa apoyo. Herminia nos aclara cómo se ha fabricado el mundo al revés. Porque se ha producido una triple confluencia. De una parte, un empresario reaccionario con dinero e influencias, cuyo hijo, con cierto toque de megalomanía, se declara asesor de Trump y Milei. De otra parte, un aparato judicial que en este caso no es precisamente democrático y apenas esconde a la clase a la que sirve.
Y, por último y particularmente, un juez, Lino Rubio Mayo, conocido como “El Justiciero de Poniente” (sólo una mera búsqueda en internet muestra a las claras su carácter y palmarés) que, entre otras actuaciones, encarceló a los entonces insumisos al servicio militar. Mientras otros jueces esperaban la nueva legislación más benigna, dicho juez aplicaba la normativa antigua con condenas más largas. También encarceló a los sindicalistas Juan Manuel Martínez Morala y Cándido González Carnero, conocidos como “Cándido y Morala”, por participar como dirigentes de aquellas movilizaciones masivas contra la reconversión industrial en Astilleros Naval Gijón.
Hacer sindicalismo no es delito
La larga lucha de las 6 de la Suiza (empezó a principios de 2017) ha catalizado un proceso creciente de unidad sindical. Se han desarrollado numerosas movilizaciones sindicales de apoyo a las sindicalistas procesadas y condenadas injustamente. Si hay algo positivo en el caso de las 6 de la Suiza es que logra unir al movimiento sindical para denunciar que hacer sindicalismo no es delito y que la sentencia contra estas sindicalistas es totalmente desproporcionada y que por hacer sindicalismo no se puede ir a la cárcel.
Es un ataque frontal a la clase trabajadora, al movimiento obrero y al conjunto de las luchas populares. El único delito que cometieron las sindicalistas fue defender a una trabajadora que, por cierto, también está condenada sin haber participado en nada, solamente por denunciar.
Por supuesto, Herminia considera que es una sentencia ejemplarizante cuyo objetivo es meter miedo a la clase trabajadora para que no se le ocurra exigir sus derechos, ni utilizar las herramientas propias de la acción sindical, la negociación y la movilización, porque pueden acabar en la trena como las 6 de la Suiza.
Este proceso penal demuestra que existe una justicia de clase, que se trata de una condena a la clase trabajadora que lucha; porque en la judicatura sigue habiendo una élite que defiende sus propios intereses, defienden a su clase y se posicionan contra la clase trabajadora.
Sentencia peligrosa que sienta precedente
El propietario de la pastelería ha llegado a contratar hasta 14 abogados, cuando su negocio estaba en venta desde hacía un año y desde el punto de vista financiero se encontraba bastante mal, con escasos ingresos.
Pero el hecho de que el Tribunal Supremo haya ratificado la sentencia, un precedente muy peligroso, puede conllevar un límite a la libertad sindical en general.
Uno de los 14 abogados es el ex magistrado de la sala de lo penal de la Audiencia Nacional Javier Gómez Bermúdez que declaró a un medio de comunicación asturiano, después de la sentencia del Tribunal Supremo, que: “a partir de ahora se van a tener que mirar muy y mucho, que es lo que se pide y como se pide” y también afirmó: “esta sentencia no solamente limita la libertad sindical, sino también la libertad en general”.
La solidaridad es un tsunami
Sobre todo, a raíz de la sentencia del Supremo en junio del año pasado, no es que se haya generado una ola de solidaridad, es ya tsunami que traspasa lo que es Asturias en general y Gijón en particular. Hay muestras de solidaridad por toda España, e incluso a nivel internacional con concentraciones delante de embajadas y consulados promovidas por un sindicato irlandés, y hasta hubo una concentración en Nueva York. El lema central lo expresa todo: “compañeres nun tais soles”, compañeras no estáis solas.
Eduardo Madroñal Pedraza