“DESDE LO HONDO”, PERO MUY HONDO

Muy hondo me ha llegado, y desde muy lejos, los recuerdos y reflexiones que esta entrevista a Antonio de Canillas le han hecho en Diócesis Málaga. Porque no sé si Antonio recordará a un seminarista que, en la tribuna de la Plaza de la Constitución, le pasaba la letra de algunas saetas, improvisadas, a vuela pluma, viendo que, al pobre, con tantas procesiones, se le acababa el repertorio. Por allí estaba, también, nuestro amigo común, el Padre Miguel Rojo, que cantaba el Padre Nuestro por seguidillas.
Fue una anécdota simpática y aventurada, pero salió, con el arte y la valentía de Antonio, a las mil maravillas. Y a mí, que siempre la saeta, la media saeta, y la saeta por martinete, me llegaban muy hondo, me hizo arrancar como si fuera yo a cantarlas. Sí que me ganaba en un par de años, pues en diciembre cumpliré los ochenta y dos. Tales recuerdos y tanta emoción me han traído…
Me ganaba en arte, pero no en amor a ese arte porque se clava en el alma como su nombre dice. Si el que canta bien, como dice San Agustín, canta dos veces, cantar por saetas a Jesús y a su Madre bendita es el cantar mil veces del pueblo andaluz “que todas las primaveras anda buscando escalera para subir a la cruz”.
No sé si se habrán dado cuenta los organizadores, el Padre Francisco Castro tal vez sí, de la “hondura” que supondrá llevar a la catedral el alma de Andalucía pareja con el Gregoriano. El cante “Jondo” del corazón y el canto místico del alma. No hay mayor expresión de amor a Dios y a los hombres. No hay mejor forma de llegar al alma y al corazón.
¡Ay Antonio de Canillas! Tengo tu Misa Flamenca y la oigo, la rezo, la medito y la musito, con tu recuerdo. La has llevado por “medio mundo”; citas a Don Ramón Buxarráis, con el que me une muy buena amistad, y al que le enviaré este artículo que también le traerá hermosos recuerdos. ¡Cuánto bien has hecho y haces! Y, ahora, ten la seguridad que los ángeles, desde lo hondo y desde lo alto, cantarán por Campanilleros (¡de lo más que me emocionante para mí!), por el cante de la Serranía de Ronda, por Jabera, por Malagueña, por Alegría, petenera, seguidilla y milonga. Porque lo habrán aprendido de ti.
Y el buen Dios, a quien le gusta “las cosas buenas”, te pedirá, y probablemente yo lo oiga, que le cantes todos los palos, pero, seguro, seguro, que le cantes las saetas que le cantabas. Y, ¿quién sabe? A lo mejor te salen las que yo te pasé en la tribuna de Málaga, con el mismo deseo que tú, cantando, y yo, escribiendo, lo hacíamos como nos salía del corazón a Jesús y a su Madre bendita.