(Por Luis Arias “Prime1sport”) – Educador, deportista y defensor de la integración del deporte como herramienta pedagógica

Durante años, escuché la misma frase en colegios e institutos:
“Si quieres sacar buenas notas, tendrás que dejar un poco el deporte.”
Como si entrenar fuera incompatible con aprender. Como si el deporte, lejos de sumar, restara. Esa lógica, tan arraigada en nuestro sistema educativo, me marcó. Y no solo a mí.

En España, el deporte sigue siendo visto como una actividad secundaria. La educación física tiene un peso marginal en los planes de estudio, las instalaciones deportivas escolares son muchas veces obsoletas, y los estudiantes que intentan compaginar el alto rendimiento con la formación académica rara vez encuentran un entorno que los apoye. Se les pide que elijan. Y demasiadas veces, pierden por ambos lados.

Fue al conocer el modelo estadounidense cuando comprendí que otro enfoque es posible. Allí, el deporte forma parte del ADN educativo. Las escuelas e institutos cuentan con programas deportivos sólidos, entrenadores cualificados, estructuras de seguimiento y, sobre todo, una visión integradora: formar un buen deportista no está reñido con formar un buen estudiante. De hecho, es lo deseable.

No idealizo el sistema americano. También tiene sus fallas. Pero ofrece una lección valiosa: el deporte puede y debe ser un motor educativo. En lugar de ser tratado como un “extra”, debería estar en el centro del desarrollo integral del alumno.

El deporte enseña valores que ningún libro transmite igual: el esfuerzo diario, la resiliencia ante el fracaso, la capacidad de trabajar en equipo, la disciplina, la gestión del tiempo, la responsabilidad individual y colectiva. ¿No son precisamente esas las competencias que queremos fomentar en nuestras escuelas?

Además, hay una dimensión de salud pública que no podemos seguir ignorando. España enfrenta niveles crecientes de sedentarismo y problemas de salud mental entre jóvenes. Fomentar una cultura deportiva en los centros educativos no es un lujo, es una necesidad urgente. Invertir en deporte escolar es invertir en prevención, en cohesión social y en bienestar.

Imagino un sistema educativo en el que un estudiante no tenga que elegir entre sacar buenas notas o competir en atletismo. Un sistema donde el talento deportivo no se desperdicie por falta de apoyo institucional. Un país que entienda que formar personas sanas, activas y comprometidas también pasa por el deporte.

La educación no se da solo entre las paredes de un aula. También se da en una pista, en un vestuario, en una cancha.
El deporte educa. Y ya va siendo hora de que el sistema educativo español lo entienda así.

UN NUEVO FUTURO: CULTURA DEPORTIVA COMO VÍA DE INCLUSIÓN Y OPORTUNIDADES EDUCATIVAS

En muchas comunidades, especialmente en entornos socialmente desfavorecidos, los jóvenes crecen rodeados de violencia, desempleo, precariedad y falta de referentes.
Sin embargo, en medio de este panorama, el deporte puede ser una poderosa herramienta de transformación. No solo actúa como escape frente a la marginalidad, sino que
también puede ser una vía concreta para acceder a la educación superior y la movilidad social.

El caso de Estados Unidos es paradigmático: allí, miles de estudiantes consiguen becas universitarias a través del rendimiento deportivo, integrando de forma sólida
educación y deporte. En contraste, países como España aún carecen de un sistema de becas deportivas estructurado y accesible a gran escala. Es urgente repensar
nuestras instituciones educativas y sociales para adoptar una cultura deportiva inclusiva y con visión de futuro.