(Prensa Municipal) El edil de Cultura nos da desde su punto de vista un repaso a la historia del ya consilidado Festival de Jazz del Portón.
PREGUNTA.- El Portón del Jazz nació bajo esa denominación en 1997 y por tanto cumple su vigésima edición. ¿Qué balance puede hacer?
RESPUESTA.- Pues el balance no puede ser mejor. En solo 20 años, este Festival, que nació con mucha modestia, ha crecido edición tras edición y, lo que es más difícil, se ha mantenido como uno de los mejores de Andalucía, por no decir de España. Creo firmemente que Alhaurín de la Torre está en el mapa musical internacional gracias al Portón del Jazz. Y los datos hablan por sí mismos, no es una ocurrencia del concejal de Cultura para buscar un titular.
P.- ¿Cuál piensa que es el principal atractivo del Festival para atraer a tanto público y tan diverso?
R.- Yo creo que hay tres factores que, sumados, nos permiten garantizar el éxito de este ciclo: en primer lugar, el precio de las entradas. Es una de sus principales singularidades, ya que no conozco festival de este formato que pueda ofrecer conciertos de primerísimo nivel a un precio máximo de 20 ó 25 euros por entrada, es decir, hasta cuatro veces menos de lo que un aficionado al Jazz pagaría en otros sitios. Eso nos garantiza prácticamente el lleno. En segundo lugar, la fecha: el mes de julio es idóneo para atraer a flujos de turistas y visitantes que suelen veranear en la Costa del Sol, pero también a numerosos extranjeros residentes que han fidelizado su asistencia año tras año. Y en tercer lugar: la ubicación. El Auditorio al Aire Libre de la Finca Municipal El Portón es uno de los recintos más atractivos, cómodos y hermosos que tiene esta provincia, rodeado de naturaleza y frescor y que tiene algo de mágico.
P.- En estos 20 años han pasado por el escenario del Portón del Jazz los mejores grupos y solistas de todo el mundo, pero nunca se ha descuidado el producto nacional, ¿no es así?
R.- Eso es algo que todos los concejales y concejalas de Cultura hemos intentado mantener. Como es lógico, las primeras seis ediciones tuvieron un formato más discreto y familiar y unas pretensiones más modestas y, aún así, el Festival era capaz de convocar a importantes artistas de la tierra, como Suzette Moncrief, los hermanos Ramírez (de Tabletom), Javier Paxariño, Lito Blues Band, Daphne Pelet… Ya en 2003 se dio el primer salto de calidad, al pasar del patio de la casa al auditorio, y se hizo una apuesta por otros artistas españoles, como Ximo Tébar y Anna Luna. Y a partir de 2004 es cuando el equipo de gobierno decide internacionalizar el festival y a incluir en la programación a artistas del otro lado del Atlántico, como Stanley Jordan. Y desde entonces, se ha buscado la excelencia para satisfacer a los paladares más exigentes, pero sin olvidar jamás la proyección de grupos y artistas del país, muchos de ellos, profesores de música, integrantes de bandas y grupos de ámbito provincial… Siempre hay y habrá sitio para músicos y creadores españoles y por supuesto malagueño, porque esa es otra de las señas de identidad: no caer en la tentación de importar todo el jazz.
P.- Pero está claro que las grandes figuras del género son las que garantizan los llenos…
R.- Es evidente, como pasa en todos los festivales, tiene que haber un cabeza de cartel o dos. Fíjese que desde 2004, primer año en que se decidió cobrar un precio por entrada para poder ayudar afrontar los cachés internacionales, hemos tenido en el Portónd el Jazz a artistas de la talla de Freddy Cole, Scott Henderson, Marcus Miller, Chucho Valdés, Chick Corea, Tania María, Stanley Jordan, Chico Fargas, Robert Cray, Charlie Hunter, Kurt Elling, Nicole Henry, Chano Domínguez, Nono García, Ana María Jopek, John Scofield, Robert Glasper, Michel Camino, Yellowjackets, Kenny Garret… Es decir, lo mejor del jazz contemporáneo mundial. Y han funcionado muy bien todos los estilos, desde el jazz más puro y clásico hasta las fusiones tipo flamenco-jazz, acid-jazz, afro-jazz, soul, blues e incluso el formato Big Band o jazz instrumental. Dependiendo del año, hemos dado prioridad al vocalista, al saxofón, al piano o a la guitarra.
P.- Con el paso del tiempo y en busca de esa excelencia, el Festival de Jazz ha intentado ofrecer servicios adicionales y actividades complementarias, ¿verdad?
R.- Pues sí. Cada año hemos incorporado novedades que los espectadores nos iban demandando para lograr el máximo de comodidad y de servicios en cada velada de concierto. Se profesionalizó el servicio de barra de bar, se fueron añadiendo teloneros para amenizar la hora previa a cada actuación estelar, se abrieron las instalaciones de El Portón para exhibir las exposiciones artísticas, se añadió el servicio de ludoteca para niños y se incorporó la posibilidad de venta de entradas a través de Internet, además de la aplicación para móviles y, por supuesto, el concurso para descubiir nuevos talentos musicales a nivel local. Yo creo que cada concejal y concejala trató de dejar su sello y de hacerse eco paulatinamente de las exigencias del público, pero sería injusto no recordar al auténtico promotor y valedor del Portón del Jazz: Miguel Ángel Huesca Mariscal (QEPD), que decidió crear el ciclo en 1997. A los demás y, por supuesto, al equipo de técnicos y colaboradores del Área, también les agradezco la herencia que recibí el año pasado cuando accedí a la Concejalía de Cultura, porque hemos llegado a un nivel de excelencia altísimo. Nuestro festival es reconocido, admirado y seguido en toda España y eso es un orgullo.
P.- ¿Cómo va la venta de entradas de la edición actual?
R.- Fantástica. Este año ya hemos vendido todo el taquillaje con el grupo Incógnito (22 de julio) y seguramente ocurrirá igual con Dhafer Youssef (29 de julio, con José Carra de telonero). Ahora mismo estamos rozando los tres cuartos de aforo vendidos para los otros tres conciertos, aunque seguro que se anima la venta en taquilla.
P.- Por último: El artista Diazdel tiene una estrechísima relación con este Festival…
R.- Digamos que Diazdel es el pintor oficial del Portón del Jazz. Así, con mayúsculas. No se entendería la parte estética del festival sin su participación. Su pintura, con ese particular estilo, es parte del ciclo, es un icono en sí mismo. Cada cartel anunciador es una obra de arte, que mucha gente colecciona en casa, al igual que las camisetas conmemorativas que cada año se ponen a la venta. Y además, cada cuadro varía su motivo principal y está dedicado a un instrumento diferente o a un elemento musical concreto. Aporta creatividad y frescura año tras año y eso es algo que levanta casi la misma expectación que el elenco artísitco.