(José Manuel Moreno Campos) Parece que por fin se ha completado en estos días la decoración de la enorme rotonda “Crisol de las culturas”, que es como gusta llamarla su escultora, Sandra Martínez; y que se encuentra entre el McDonald´s y el vivero de empresas. La distribución de los distintos elementos ha quedado fenomenal, aunque dada su amplitud todavía podrían colocarse más. Destaca ante todo el predominio de lo apolíneo y el sosiego emocional que sentimos al pasar con nuestro coche de camino a casa. El pórtico principal, sobre todo, nos produce la amable sensación de que vamos a ingresar en nuestra casa, que es nuestro pueblo. También encontramos el regocijo y la protección de Dios, que en forma de triángulo quiere abarcar toda posible creencia o religión.
Esta figura principal, cargada de elementos figurativos, simbólicos y oníricos; con esa paleta cromática de abundantes tonos ocres y entidades geométricas nos recuerda los distintos trabajos de su autora. Resalta como novedoso esos cristales de vivos colores que dan una prestancia inigualable a la obra y que por la noche nos recuerdan que estamos llegando a nuestro hogar.
Todo el conjunto escultórico está construido con una mezcla de hierro y barro, forjados por el fuego, principio y origen de todo según el famoso filósofo griego Heráclito; y que son, no lo olvidemos, la base de nuestra civilización. El hierro, el barro y el trigo civilizaron Europa, diría J.-J. Rousseau. Pues con estos elementos se ha embellecido magistralmente esta rotonda. Todas las culturas están representadas en este conjunto, los distintos colores de los cristales así como los motivos decorativos de los diferentes cerámicas expresan la diversidad cultural que nuestro pueblo alberga. A esto hay que añadir los cuatro ríos más importantes de la Tierra, representados singularmente cada uno, expresando las distintas formas de ver el mundo que albergan las tierras que riegan en su camino hacia el mar, que no es otra cosa que un único océano.
La contemplación de esta obra de Sandra Martínez despierta en el espectador esa “admiración”, que es el resultado del arte y, al mismo tiempo, como decía Platón, el principio del saber. Asimismo, podemos decir que en Crisol de Culturas encontramos las categorías estéticas con las que Nietzsche caracterizaba toda obra de arte, lo apolíneo y lo dionisíaco. Encontramos figuras sensuales y terrenales junto a una ordenación y unas proporciones razonables. Pero hay que señalar que el elemento apolíneo domina y destaca en toda la obra. Su perfecta proporcionalidad junto a la acabada forma y temple en la distribución de los distintos elementos, dotan de una racionalidad y elevación al conjunto escultórico que hacen que emerja Apolo eclipsando a Dionisio.
Cuando paso, veo a muchísimas personas que se acercan para fotografiar y ver de cerca los múltiples detalles que contiene Crisol de Culturas, una obra que embellece y engrandece nuestro pueblo. Gracias, Sandra, por tu trabajo; y gracias a nuestro Ayuntamiento por hacerlo posible.
José Manuel Moreno Campos