(Francisco Javier Zambrana Durán – Alhaurín de la Torre)

Se coloca las gafas. Mira el frente, atento a cada centímetro de ese circuito. Se imagina girando por cada una de sus curvas, forzando la maquinaria de su todoterreno gasolina al máximo, queriendo demostrar que sigue siendo grande. Presta atención a cada detalle, porque en pista todo es importante. Sabe que tiene en su mano la posibilidad de hacer historia, otra vez. Es consciente de ello. Desea arrancar y echar a rodar. Pero de momento solo observa el riego del circuito, que está vacío, sin posibilidad de nada más; cosa que no le impide pensar en que una vez fue campeón allí, y en que, próximamente, volverá a serlo.

            Alejandro Pérez tiene 13 años, aunque podríamos decir que mucho más en experiencia. Es piloto de radiocontrol desde los 6 años, momento en el que, desde la cocina de su casa, se enamoró de unos coches que escuchaba a lo lejos. Reside en Alhaurín, pero su verdadera casa es el circuito de radiocontrol, donde, semanalmente, si el tiempo acompaña, puede gastar horas y horas. Ama su disciplina, ama cada milímetro de su vehículo, el cual cuida con mimo y con destreza, y al que somete a velocidades inimaginables para todo aquel que no esté habituado a este tipo de disciplina.

            Sin embargo, ante todo, Alejandro es campeón. A una edad tan temprana ya se encuentra entre los 15 mejores de España en el plano absoluto. En sus competiciones, no existen diferencias de edad, por lo que perfectamente puede competir con chicos adolescentes como con padres de 40 años. ‘‘No hay límite de edad, ni tampoco categorías. Al final de cada competición sí nos clasifican por edades, pero realmente esta clasificación no tiene el mismo valor que la general’’.

‘‘Mis preferidos son los todoterrenos en modalidad de Gasolina. Es a la que me dedico y a la que me he dedicado desde pequeño, ya que el circuito estaba preparado para ello’’, destaca. ‘‘En casa no puedo entrenar porque es todo asfalto, así que siempre que hay que practicar vengo al circuito’’.

            Su hambre no ha cesado, y con una carrera prometedora por delante, todavía confía en que puede seguir mejorando. ‘‘Ya le han propuesto marcharse a otros países a competir, pero es demasiado joven para ello. Tiene demasiado talento y es bueno en lo que hace y un gran estudiante’’, destaca Antonio Pérez, miembro del Club Radiocontrol Alhaurín de la Torre y su padre.

             Con un palmarés brillante y con el campeonato de España, que se celebrará en noviembre en Alhaurín, a la vuelta de la esquina, Alejandro se esfuerza por arrancar milésimas a cada sector de la pista. ‘‘Aquí todo cuenta. Cada detalle puede marcar la diferencia. Es un poco como la Fórmula 1, pero en miniatura’’, comenta su padre y su actual mecánico. La posibilidad de que se expanda como profesional llegará conforme se vaya desarrollando su experiencia en pista, aunque de momento su desparpajo es una de las características que lo define.

            Todo ello es Alejandro, el símbolo de la conducción en Alhaurín. Una persona entrañable y atenta a cada movimiento que existe en su hábitat natural, en un circuito de radiocontrol; un adolescente que esconde detrás de esa mirada detallista una habilidad que pocos tienen en cuenta y que le llega, no solo por el sacrificio diario, sino también por la pasión de un niño que un día descubrió su vocación y quizá su camino hacia el éxito.


Imágenes tomadas por: Francisco Javier Zambrana Durán (@neyfranzambrana/Francisco Zambrana).