(Deborah Sherwood) El mundo se está cayendo a pedazos, si cree todo lo que aparece en los medios de comunicación. Pocos de nosotros somos inmunes a la “ansiedad causada por los titulares”. La investigación y las estadísticas muestran que aunque en realidad el mundo desde hace algunos decenios es cada vez más seguro, saludable y humano, la sociedad percibe lo contrario.

Como consultor de relaciones públicas desde hace mucho tiempo, mi profesión me obligó a consumir noticias y a trabajar en estrecha colaboración con los medios de comunicación. A pesar de que tuve el privilegio de representar a clientes destacados con historias positivas que contar, las historias negativas que los rodeaban a menudo me obligaron a tomar una decisión: permitir que las noticias preocupantes me introdujesen en una espiral de preocupación, o encontrar una manera más sana y constructiva de procesarlas.

Respetables organizaciones de noticias alertan sobre las arenas movedizas que envuelven a los titulares e imágenes sensacionalistas, introduciendo información errónea y mitos en la mente de las personas. Advierten que esto puede provocar un amplio espectro de angustia mental, incluyendo pesimismo, cinismo, impotencia y desesperanza, lo que puede conducir a la ansiedad, la depresión, el fatalismo y la agresión.

En respuesta a esta necesidad, algunos periodistas han publicado contenido que sensibiliza y proporciona consejos para ayudar a las personas a minimizar la aparición de la ansiedad causada por los titulares. Estos incluyen estar más bien informado sobre los hechos reales; adoptar hábitos televisivos más cuidadosos; darse cuenta de que los medios de comunicación ponen de relieve los extremos, mientras que la realidad es un término medio más equilibrado; evitar noticias que despierten sus propias sensibilidades; buscar fuentes de noticias que proporcionen noticias más positivas; moldear los medios de comunicación con sus clics; o incluso abstenerse de consumir noticias por completo.

Aunque eso es todo sabiduría práctica, la magnitud de lo que vemos y oímos sobre el mundo pide a gritos medidas más profundas y duraderas.

 

Los efectos potencialmente nocivos de los reportajes sensacionalistas fueron identificados a principios de la década de 1900 por la visionaria y pensadora religiosa Mary Baker Eddy. Escribió: “Al hojear los periódicos del día, es natural que uno reflexione que es peligroso vivir, pues el aire mismo parece estar tan cargado de enfermedades”.

Su respuesta a esto fue fundar un periódico propio, diseñado para tener un impacto sanador en el mundo.

 

En una charla de TED en 2015, “Más allá del miedo: un llamado a una nueva narrativa periodística,” la periodista independiente Stephanie Hanes observa que “Mary Baker Eddy reconoció que las historias que contamos tienen un profundo impacto en la percepción de la realidad en la que vivimos. Ella fundó El Christian Science Monitor, una publicación internacional no religiosa [con una misión] para “no hacer daño a nadie, sino bendecir a toda la humanidad”. Era una idea radical, pero funcionó. Y todavía funciona: el Christian Science Monitor ha ganado varios premios Pulitzer».

En última instancia, Eddy esperó que a través de ese periódico se pudiera llegar a muchos hogares con un pensamiento sanador y purificador.

Eddy no estaba de acuerdo con la suposición que subyace a las noticias sensacionalistas: que el mal está doblegando al bien en el mundo. Basada en su investigación profunda de la Biblia y su exitosa práctica de curación espiritual, se convenció de que el bien divino es supremo, y ​​que a través de la oración podemos ver y experimentar ese estado divino de las cosas aquí y ahora.

Un sabio amigo mío se atiene a un lema: «no consuman noticias a menos que vayan a orar sobre ellas». Esto me desafía a tomar las riendas de cómo permito que las noticias me afecten personalmente, y me inspira a poner mis oraciones a trabajar por la comunidad, el país y el mundo.

He encontrado este verso de la Biblia particularmente apropiado y fortalecedor: “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos…” (II Corintios 4: 6, 8-9).

Esto me recuerda que puedo –y debo– elegir sabiamente cómo permito que la cobertura de noticias influya en mi atmósfera mental. Esto no quiere decir que deba estar desinformado, ser ingenuo o hacer la vista gorda. Significa que a pesar de la cobertura de noticias que insinúa la prevalencia de la oscuridad y la tangibilidad del mal, me puede quedar claro que la luz de la bondad proporcionada por la divinidad en realidad eclipsa y doblega al mal: no solo en teoría, sino en la práctica.

Con el “pensamiento sanador y purificador” al que se refiere Eddy, me defiendo de la ansiedad y la desesperación, y estoy en sintonía con todo el bien que hay a mi alrededor y más allá, lo que realmente presenta una imagen más equilibrada y precisa del mundo. A partir de ese estado mental más libre, estoy en una sólida posición para ofrecer a los demás una visión más optimista, alentadora y precisa.

Como «una marea creciente levanta todos los barcos», de la misma manera una atmósfera mental colectiva que rechaza el pesimismo, la desesperanza y el fatalismo –reemplazándolos por confianza en la prevalencia del poder de Dios– tiene el poder de cultivar y fomentar aún más la paz, la hermandad y la alegría que ya nos rodean.

 

Deborah Sherwood escribe sobre temas de salud como Comité de la Ciencia Cristiana para el estado de Missouri, EUA.

Artículo publicado originalmente en South East Missourian @SEMissourian