(Jmm Caminero) El Nuevo Testamento Ce-Mar (M.A.) de Úbeda consta de 157 hojas, tamaño cartulina, 65 por 50 centímetros, pintadas por los dos lados (contienen textos pegadas del Nuevo Testamento y, también poemas de Antonio Machado).

Realizada entre el 02 de febrero del 2007 al 26 de octubre del 2007. Además contiene una carpeta con tamaño un poco mayor, pintadas por los dos lados. Donación gratuita para el Museo de San Juan de la Cruz, de Úbeda, Jaén. Autor de las pinturas JMM.

– Posiblemente, a lo largo de la historia de la humanidad, desde la prehistoria, el gran arte, ha sido siempre una mezcla y combinación entre lo secular y lo sagrado. Posiblemente desde las pinturas-grabados prehistóricos hasta ahora. Que en estos tiempos, quizás, ese puente-interrelación se haya debilitado, no quiere decir, que en el fondo el arte y el arte plástico y las artes, busca la indagación-descubrimiento entre el yo y el yo más profundo, tanto individual o social, y para eso, hay que indagar lo externo e interno.

En esa dialéctica y confrontación y diálogo se encauza esta obra de arte, este libro o libro de artista o libro objeto o libro único, que camina entre el concepto de libro y libro de arte, pero que semejante a los libros medievales, que tenían texto pero también ilustraciones, que eran ejemplares únicos, por la obviedad de que no existía la imprenta, intentaban, no solo expresar conocimientos y datos, sino también imágenes-estética.

Quizás, la belleza, quizás el arte, quizás las artes, de alguna manera, catarsis, decía el gran viejo maestro Aristóteles, produce la obra de arte. Quizás esta entidad psicológica moral y conceptual que denominamos belleza o estética o arte, nos cura de heridas interiores. Quizás, la gran función del arte sea eso, expresarnos realidades profundas de nuestro yo, tanto individual o colectivo, pero también llegar a caminos profundos del ser y del estar, del ser-estar, del estar-ser.

Este Nuevo Testamento que se ha titulado de Úbeda, depositado en el convento, en el que el gran Juan de Yepes, Juan de la Cruz, san Juan de la Cruz, genial poeta, gran místico y asceta, abandonó esta existencia-vida, para entrar en la eterna. Aquí, en los recovecos de este manantial de historia, edificio y lugar, se ha encontrado este libro de arte o artista o libro, con la realidad humana.

No olvidar, que esta obra, como simple libro, en tamaño sería uno de los treinta más grandes de todos los tiempos y culturas y lenguas, hasta donde este escribiente sabe y conoce. Dato, que desde luego no es esencial, pero que quizás si habría que destacar y valorar y ponderar. Al menos, en un tiempo que todos los días, nos muestran el record de rascacielos más grande, de la marca de cien metros de carrera, del empresario con más capital, de…

– Este libro, es un libro-cuadro-mural, es decir, que se podría exhibir-exponer-contemplar como pintura entre metacrilato, es decir, por consecuencia alcanzaría diríamos otro nivel de expresión y de exposición y de conceptualización y de difusión. Es más, aplicando los Manifiestos Artísticos de JMM, sobre esas concepciones que se realizó, pues se podría cambiar el orden de las hojas con las pinturas y, por tanto, en teoría se podría obtener millones de cuadros diferentes del mismo.

No está esta producción cultural, en el orden de la plástica, para loor-homenaje-vanidad-soberbia-engreimiento del autor, que al final, sigue la tradición de milenios, sino para intentar, utilizando el arte plástico y la estética, combinar conocimientos de arte y de filosofía y de metafísica y de literatura y de espiritualidad y de todos los conocimientos intermedios, es decir, psicológicos, antropológicos, sociológicos… De alguna manera, esta obra de arte, sería una especie de pequeña “summa”, utilizando colores y formas e imágenes y palabras, de intentar indagar en el misterio-enigma del ser humano, tanto a nivel individual, como colectivo…

Hace ya tiempo, trece años que llegó este barco al puerto de este edificio-convento-museo-depósito, el recreador de esta obra, desde entonces no lo ha visto. Espera y desea, que los custodiadores-propietarios-depositantes de esta obra, valoren que tienen, una modesta obra, que independientemente del valor que la sociedad le otorgue a esta obra. Esta obra en sí, tiene un valor importante. Además, de un intento de combinar e hibridar, lo que las grandes religiones siempre han hecho, conocimiento secular con conocimiento religioso, en este caso, conocimiento literario con conocimiento teológico y, con conocimiento estético y plástico.

El arte más profundo, nadie se trocee la corbata, el arte más profundo hasta ahora, durante milenios ha sido el religioso. Esta obra de arte, es una obra de arte actual, con las tendencias actuales y un poco más, más arte religioso cristiano. No es arte litúrgico, en la clasificación propia de ellos, pero si es arte religioso cristiano no litúrgico. Igual que es arte secular, al mismo tiempo. Quizás, visto desde este lado. Podría tener más valor. Quizás, alguna entidad algún día, antes que las hojas se vayan desintegrando, podría realizar una exhibición de todos los libros de arte, de artista, libros semejantes a éste, que están o deberían estar pululando por este suelo de Celtiberia.

En tiempos actuales de la tormenta-huracán de la pandemia, quizás esta obra, pueda ofrecer algo de esperanza-equidad-verdad-bondad-belleza al corazón de los humanos. Una obra como ésta, un libro como éste, no desentona en una ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad, pero para esto quizás, haya que ser consciente del tesoro que se puede tener olvidado en los depósitos. Paz y bien…

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Fin artículo 2.177º: “Nuevo Testamento de Úbeda”.