(Jmm Caminero) Si miramos hacia siglos anteriores, percibimos enseguida grandes acciones buenas, pero también grandes acciones malas. Solo con percibir el siglo veinte. Nos preguntamos, la mente y la conciencia se dice, “¡cómo la humanidad o parte de ella pudo realizar esos actos!”.

– Puede suceder, que una persona equis va a realizar un mal, por ejemplo, un robo, pero las circunstancias se complican, y no solo realiza un robo sino que se le añade robo con violencia, y además, puede terminar en secuestro y en muerte.

Es decir, que un mal lleva a otros males. Y, en este caso anterior, como ejemplo, es enormemente dramático y grave, pero un “mal, por lo general suele engendrar otros males”. A una persona se le calumnia, el sujeto que le calumnia, puede creer que es verdad lo que dice, pero en realidad es una calumnia, que puede tener para el sujeto que lo sufre consecuencias enormes, incluso durante toda su existencia…

Por consecuencia, igual que un acto bueno, tiene o puede tener enormes consecuencias buenas y positivas, un acto malo, según su gravedad en sí, según el sujeto y el objeto en sí, según circunstancias y todo lo demás, que se señalarán, puede tener consecuencias, podríamos indicar el concepto “de reproducción del bien y de la reproducción del mal”. Es diríamos, como algo “vivo”, el bien produce bienes, el mal produce otros males… Otros males, no solo al que lo realiza, sino al que lo sufre directamente, pero incluso a personas anexionadas o colaterales, como se diría hoy, tomadas o inspiradas del término “de daños colaterales”. Incluso, producir males, a persona que todavía no han nacido. Esto Buda lo explica bastante bien, la rueda del sufrimiento… podríamos traducirlo de esta manera “el bisabuelo jugador de cartas, el abuelo lujurioso, el padre perezoso enorme, el hijo envidioso en grado máximo, el nieto ya veremos…”.

Tanto a nivel individual o colectivo o social o grupal o sociedades. Es decir, diríamos que unos entes personales o individuales tienen o producen unos bienes concretos y también unos males concretos. Es decir, hay diferencias entre los bienes y males, de individuos o colectivos o sociedades. No todos las personas caemos en los mismos males, ni los colectivos, ni las sociedades, al menos, en el mismo grado o cantidad o calidad…

– Una realidad son las emociones, emociones que pueden ser buenas o malas en sí, o en su actuación, y otra, las ideas y conceptos morales.

El mundo denominado de lo irracional es decir emociones, sentimientos, pasiones, libidos, pulsiones, instintos no podemos negarlos, pero éste mundo se tiene que interconectar de forma adecuada con el mundo de los conceptos e ideas y enunciados, de tal modo, que ambos mundos, el de lo irracional y de lo racional, sean buenos en sí, sean verdaderos en sí. No todas las emociones son malas, la mayor parte pueden ser buenas, ni todos los conceptos e ideas, son buenos, ni todos malos.

No puede ser, la emoción la tabla del acto, aunque no hay acto en sí, sin emoción, sea de un tipo o sea de otro, sino que “la idea o concepto”, tiene que ser bueno y verdadero, ayudado o hibridado o conexionado con una “emoción o pasión correcta”, sea en sí, en su ordenación o adecuación, y por tanto, nos producirá un “acto en sí bueno o malo”.

Un acto de acción, o sea un acto de palabra, o sea un acto de emoción, o un acto gestual, o un acto de omisión, etc.

De ahí, la enorme necesidad que las sociedades, eduquen a los individuos, a emociones y pasiones correctas, con teorías y concepciones morales correctas, es decir, buenas y verdaderas…

– Todas las civilizaciones que conocemos, las antiguas y las actuales, suponemos que desde la noche de los tiempos, desde que el ser humano es humano, se hizo la misma pregunta, si algo está bien o está mal moralmente, quizás esto sea lo que defina esencialmente al ser humano, posiblemente, todas las especies humanas, en mayor o menor grado se han hecho esta pregunta o esta cuestión, si no en todos los temas, si en muchos.

Posiblemente, hayamos ido avanzando en esta respuesta, por tanto, posiblemente, la moralidad sea una “realidad instintiva y natural en el ser humano”, no solo en nuestra especie, sino en las anteriores, cierto en mayor o menor grado, igual que tenemos la facultad del lenguaje o la facultad del pensamiento, tenemos también la facultad instintiva o genética del bien o del mal, o de la conciencia del bien o del mal.

Pero igual que cualquier otra facultad, la del lenguaje, la hemos ido desarrollando a lo largo de milenios y civilizaciones, y todo individuo, aunque nazca con ella, y nazca con mayor cantidad o menor calidad, también tiene que irla desarrollando y evolucionando y progresando…

De aquí, la enorme necesidad, que desde las sociedades antiguas, los antiguos imperios que conocemos datos y escritura, todas han desarrollado, códigos morales y éticas morales, en mayor o menor grado…

El error del momento actual, en occidente, es una contradicción, por un lado, queremos y ansiamos códigos jurídicos y políticos muy elevados moralmente, pero después, defendemos, de una manera o de otra, morales individuales relativistas. Es decir, una especie de supermercado de la moral, cada uno, haría en temas concretos según su parecer y su sentir y su comprender y su idiosincrasia. Esto nos lleva al hedonismo, materialismo, relativismo moral.

Es decir, nos lleva a una contradicción interna enorme, por ejemplo, muchos individuos y colectivos, no “admiten un grado suficiente de libertad personal o libre arbitrio, pero por otro lado, exigen que las conductas sociales y personales en multitud de temas, sean de un alto nivel moral”.

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Fin artículo 2.223º: “Análisis sobre el mal, III”.