(Román Serra) Los tiempos han cambiado. Hemos entrado en 2020 o en la era 2.0 2.0. Hay demasiado político de red, demasiado 2.0 pero pocos han vivido o sufrido el desgaste de estar en primera línea de un partido o al menos en la “briega” agridulce de una campaña electoral. Muy pocos saben lo que es debatir públicamente y tener que encajar argumentos que te dejan noqueado. Yo siempre he sido un versus raro porque no me caso con nadie, mis ideas son las que son y no me importa tanto la disciplina de partido cuando esta puede ir contra mis principios. Quizá porque no tengo que deberle nada a nadie ni tengo que agradecer el puesto de turno al colega político de turno. Sé que esto incomoda a muchas personas y cargos políticos y públicos, pero esto no es la mili. Cuando se trata de ideas y principios, la disciplina es un mero mecanismo de adoctrinamiento y sectarismo. Quien me quiera me tendrá que aceptar tal y como soy.
Viendo tanta torpeza en las redes sociales, tanto gazapo y tanta falta de argumentos, echo de menos a gente con la que a pesar de la discrepancia se podía debatir, eran debates entretenidos y hasta para insultar (que no es lo correcto) sabían meter el dedo en la llaga.
Eran debates entretenidos y los medios locales nunca tuvieron tantos lectores ni visitantes como entre los años 98-2010 cuando estos se producían. Quiero referirme hoy a Luis Bravo. Con él se podía debatir de todo. Estando en buena sintonía podías hasta aprender de sus parrafadas, eran las únicas que siempre me leía enteras porque sabía que hasta el último renglón podía sorprenderme con algún argumento o algún «banderillazo» que ni El Fandi te endosaba.
Uno iba madurando también con esta batallas dialécticas porque nunca hay que olvidar, que para rebatirle a un adversario de este calibre a nivel local, tenías que tener argumentos, ideas claras pero ante todo, valentía, mucha valentía pues te ibas a encontrar siempre con datos muy difícilmente rebatibles, con palabras muy bien adecuadas para cada explicación y además una embestida de primera categoría de la que te costaba volver a retomar el sentido de lo que estabas leyendo. Una definición de primer nivel que se diría en términos futbolísticos.
Hoy, en muchas ocasiones me siento sobrado cuando mantengo un debate con alguien por la nueva vía que se ha trazado en redes sociales, una vía que no es el canal más adecuado y mediante el cual se pierde mucha enjundia de cada asunto. Es que cuando tienes en frente a un buen interlocutor todo es más difícil pero al mismo tiempo es más entretenido, aprendes y te hace madurar políticamente y dialécticamente. Ahora hay demasiado fake, mucho bulo y mucho escribiente fundamentado exclusivamente en esos bulos y post de sus respectivos partidos que no hacen más que contribuir con el adoctrinamiento.
Eso con Luis Bravo nunca ocurría, porque sabías que venía bien empapado de los libros, de los argumentarios y de un internet bien usado. Siempre tenía una bala escondida para atacarte cuando uno torpemente sacaba toda la munición, que por cierto, era una munición que él ya se había estudiado y conocía hasta mejor que tú.
Dicho esto, quiero mandarte un saludo, Luis.
Se te echa de menos en la línea activa. Tu posición puede que sea ahora la de ver, oír y callar, pero créeme que a pesar de todos los encontronazos que hayamos podido tener muchas personas contigo, se echan de menos viendo la escasa capacidad dialéctica y el enorme daño que está provocando el mal uso de las nuevas tecnologías y los nuevos canales como las redes sociales.
Un abrazo y Feliz 2020!
Atentamente: Román Serra