(Jesús Miguel Relinque Mota, Profesor de instituto de Málaga) Todos en algún momento de nuestras vidas podríamos estar viviendo en la calle a causa de cualquier evento inesperado:

Perder el empleo, un infortunio de salud repentino, mala suerte con un negocio o incluso algún fraude al que nos viéramos sometidos.

Sin embargo hay individuos que con su aporofobia : odio al sin techo , se dedican a pegar a los más desfavorecidos , a escupirles , a insultarlos, incluso han llegado en muchas ocasiones a quemarlos cuando estaban durmiendo y no podían escapar o defenderse.

Pensemos por un momento en que fuéramos alguna de esas personas sin hogar por razones diversas que nadie desea.

Tengamos empatía y pensemos como nos sentiríamos si nos pegaran , nos insultaran o incluso nos quemaran por ser pobres y no tener un lugar digno para dormir.

Muchas de estas personas tienen alcoholismo, otras adicciones o enfermedades mentales y no quieren vivir en un albergue del ayuntamiento porque no lo ven su casa y no se sienten acogidos.

Si tenemos esa empatía nos daremos cuenta de que el odio al pobre o aporofobia es una cuestión relacionada  claramente con la educación en valores como la empatía, la solidaridad, la tolerancia, la compasión,

Estos valores se enseñan en los hogares, en la sociedad, con el ejemplo de los que nos gobiernan  y en las escuelas.

¿Es lógico maltratar al que nada tiene ?

¿Es lógico odiar al más débil ?

¿Tiene sentido ensañarse contra quien no puede defenderse?

¿En que se está convirtiendo nuestra sociedad si hay chavales y no tan chavales que se dedican a salir por la noche a emborracharse e ir a la caza del pobre?

La solución a mi modo de ver está en que todo ser humano tiene derecho a una vivienda digna y hoy me gustaría hacer reflexionar a los gobernantes, padres y madres y educadores sobre la importancia de este asunto que es un derecho : tener una vivienda digna y ser educados con empatía y solidaridad.

A nadie le gustaría ser odiado injustamente por no tener a donde ir por la noche a dormir.