(Antonio Serrano Santos) En toda la historia de la Humanidad y de las religiones nunca ningún líder religioso, creador o fundador de su eligión, llegó a afirmar que él era Dios o hijo de Dios. Sólo Jesucristo, Jesús de Nazaret; transmitida su vida y existencia a través de los evangelios y de la Iglesia Católica. Pueden algunos negar su divinidad pero no su existencia. Jesús de Nazaret. Uno delos primeros discípulos,Andrés, busca y dice a su amigo Natanael: “ Hemos encontrado al Mesías, Jesús de Nazaret”.” ¿De Nazaret puede salir algo bueno?- Le responde su amigo. Nazaret era un pueblucho insignificante que no aperecía ni en los mapas. Esa fue la entrada” triunfante” de Dios-Jesús, en el mundo y la Historia. Pueden intentar quitarle importancia e impedir su presencia e influencia en el mundo; pero no pueden ocultar la cada vez mayor presencia y seguidores e imitadores de su vida y de sus enseñanzas en el mundo entero. Mahoma, Buda, Confucio y tantos otros pasaron a la historia. Ya no están.  Ninguno de sus seguidores se atreve a decir que siguen vivo y entre nosotros.Jesús, en cambio, tiene millones de seguidores que afirman y creen, hasta con sus vidas en martirio, que sigue vivo, misteriosa y realmente presente entre nosotros, según profetizó: “ Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Jesús de Nazaret, nacido de una joven judía, también de Nazaret y que también profetizó: “ Me llamarán dichosas todas las gneraciones”, y así es hasta hoy. “ Donde quiera que haya dos a o más reunidos en mi nombre,dijo Él, allí estoy Yo”. “ Lo que hagáis a estos mis hermanos necesitados a Mi me lo hacéis” Presencia espiritual pero real. Hoy está presente real y físicamente, locura para los no creyentes, en la Eucaristía, en los sagrarios de todo el mundo, en nuestro interior al comulgar, en las exposiciones y en procesiones del Corpus, en un poco de pan y vino consagrados durante siglos con las palabras y el poder que él les dio a sus Apóstoles y sucesores: “ Tomad y comed todos de él, porque esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros. Tomad y bebed todos, porque este es el cáliz con mi sangre que será derramada por vosotros y por todos para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía”. Y así se sigue haciendo durante siglos hasta hoy. Y esto creen millones como una maravillosa e increible locura colectiva. Locura de amor y fe.

       No es por la cantidad de creyentes , que también los hay en otras religiones, como el Islam; sino por lo que ninguna otra religión se atreve a afirmar, creer y practicar. Tan milagro es creer esto como el milagro de la vida y obras de Jesús, su muerte y resurrección, su presencia en la eucaristía. 

       Vamos a analizar e intentar conocer a este Jesús de Nazaret. Aproximarnos, porque es imposible llegar al fondo de su ser, a un conocimiento perfecto, total, de su vida y obras. Es de vértigo adentrarse en Él. Dice San Pedro en su primera carta:” …Jesucristo, en Quien creéis sin haberlo visto y a Quien amáis sin haberlo conocido…”. Porque el vértigo no es sólo por intento de conocerlo sino porque, a veces, nos invade, como a tantos cristianos y santos, una sensación, un sentimiento interior que no es de este mundo. San Agustín dice en su “Confesiones”: “ A veces me haces sentir una dulzura interior que, si fuera completa en mi, sería un no sé qué que no sería esta vida”. Y las experiencias místicas de Santa Teresa de Jesús, de San Juan de la Cruz, de San Francisco de Asís y de tantos otros, son indicios de ese adelanto de felicidad del cielo  donde ya conoceremos totalmente a Jesús y que supone el trato y conocimiento previo de Jesús. Por lo que es necesario “ la íntima amistad con Jesús de la que todo depende”. “ Estando muchas veces, a solas, tratando de amistad con Quien sabemos nos ama”( Sta.Teresa de Jesús). San Pablo dice: “ …ni pasó por el corazón del hombre, ni por su mente lo que Dios tiene preparado para los que lo aman”. 

       Vamos a aproximarnos a Jesús, a su vida y a   su misterio. Vamos a adentrarnos en un abismo racionalmente insondable; no nos sirve la razón, ni la ciencia; sólo las palabras de Jesús: “ Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.  No dice la luz de la razón porque nunca conoceremos este misterio en esta vida. Por eso dice la luz de la vida.  Guiados,  vamos, por eso, por la fe y la teología. Los cristianos, los santos y mártires, no aman tanto la vida que teman la muerte. No morimos, entramos en la Vida. Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven”. “ ¡Ay, si no creyera que he de contemplar la bondad de Dios en el país de la vida…!”(Salmo 27,13-14). Los que no quieran seguir  leyendo este artículo, por falta de fe o por aburrimiento, dada la profundidad y extensión con las que intentamos llegar, con todo respeto a ellos y ellos a nosotros, pueden renunciar a seguir tan gran osadía. Sólo que acompañamos a esa fe y teología con toda la humildad y amor que podamos intentando llevar luz a la mente y amor al corazón.

       Dios no es un ser solitario. Dios es “ familia”. Padre, Hijo y Espíritu Santo. Un solo Dios y tres Personas distintas con una única naturaleza divina. Esto es un misterio. Pero un misterio, por serlo, no quiere decir que no exista; sólo que no se comprende. Si la idea universal de Dios, por ejemplo, es que es esencialmente bueno, si no, no sería Dios, no podemos culparle de los males del mundo porque sería una contradicción un Dios malo. Y entre el misterio y la contradicción es preferible el misterio. Como toda obra artística es reflejo de su autor, la familia humana es reflejo de su autor: de Dios-familia.  Y es el amor, el Espíritu Santo, el centro y unión de ese  “hogar divino”. Como lo es el amor en la familia.Pero la presencia de Jesús no parece suficiente. Porque él dice. “Conviene que Yo me vaya; porque si no me voy el Elspíritu Santo no vendrá a vosotros. Pero si me voy, os lo enviaré. El osllevará a la verdad completa. Y os traerá a la memoria todo lo que Yo os he enseñado”. La creación es obra del Padre; la redención, del Hijo; pero la consumación y perfección de esa obra es y será obra del Espíritu Santo. “ He aquí que haré tierra y cielos nuevos. Y Dios ejugará las lágrimas de sus hijos” El amor es felicidad. Y Dios ha querido comunicar su amor, su felicidad, a todos los hombres. Porque el amor es un bien  es esencialmente  comunicativo. “ Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo Unigénito no para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él”. Jesús de Nazaret  Entra en la Historia y se hace uno de nosotros, sin dejar de ser Él. Asume todo lo nuestro; el dolor y la muerte; menos el pecado. Que viene a librarnos de él. Y trae la resurrección y vida eterna. “ Yo he nacido para esto: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad oye mi voz”. Dirá a Pilato. “ A Dios nadie lo vio jamás. El Hijo Unigénito que está en el seno del Padre, ése nos lo ha dado a conocer”. “ Y a cuantos le recibieron les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios”. A tal extremo llega a identificarse con nosotros, que en la oración de agonía de Getsemaní llega a pedir, Él, que siempre cumplía la voluntad del Padre,: “ ¡ Padre, Padre mío!, aparta de mi este cáliz. Todo te es posible. Pero no se haga mi voluntad sino la tuya”. Jesús tiene voluntad humana, como hombre que es, y divina, como Dios; entendimeinto humano y divino; memoria sólo humana, pues como Dios todo lo tiene presente. ¿ Cómo, entonces, cómo dice” si es posible, pase de mi este cáliz”?¿ No lo sabe? He aquí el mayor misterio. Pero de amor. Porque asimila tanto el sufrimiento y la muerte nuestra, quiere tanto nuestra salvación y amor, que se identifica, olvidando, al parecer, el saberlo todo y suplica con nosotros que se aleje el dolor y la muerte . Y tan enorme vería la maldad humana que tendría que asumir que llega a suar” como gruesas gotas de sangre que corrían hasta la tierra”. Pero nos enseña, con su ejemplo, a aceptar con toda confianza la voluntad de Dios, del Padre, porque será el paso para la resurrección, la nuestra con la suya, pasado el beber el cáliz del dolor y de la muerte. Misterio de dolor, misterio de amor. Y no hay otra mejor explicación, ni mayor esperanza para los humanos,  que  el misterio y la vida de Jesús de Nazaret.