(Jmm Caminero) Si de verdad queremos que el sistema educativo, a y en todos los sentidos, tendremos que con prudencia y razonabilidad y modestia analizar cientos de factores o variables que intervienen en ellos. Quizás aspectos pequeños y nimios, pero que pueden influir en que la enseñanza vaya mejor o vaya peor. Por supuesto que estas frases e ideas, pueden ser matizadas y perfeccionadas. Al final, solo deseo se creen debates, se analicen pequeñas y grandes realidades, a y en todos los niveles pedagógicos, experienciales, vivenciales, didácticos, etc., a y en torno de la enseñanza. Sin deseo de que nadie se sienta ofendido, no tengo ni edad, ni ánimo de cumplir ese fin.

                        – La rueda del sufrimiento, concepto que se le atribuye a Buda existe. Por tanto, a los centros escolares, arriban alumnos o alumnas, que llevan un problema interior, en mayor o menor grave, quizás causado, por un complejo número de circunstancias y variables, personales y ambientales y familiares, quizás además añadidos factores familiares heredados, pero el resultado es que existen personas, que en mayor o menor grave, son disruptivos, unos más leves, otros más graves.

                        Ante este problema, desconozco si además de todo lo que pueden realizar el profesorado, los equipos directivos y de orientación de cada centro escolar, si en esos caos, deberían existir, no sé si existen equipos psicológicos a nivel provincial, que además de la orientación del centro completen y complementen los informes a dichos alumnos.

                        Que no se entre en una dialéctica de la negatividad, y por tanto del fracaso. Sino quizás, que esas personas, alumnos o alumnas se pueden orientar a informes psicosanitarios o sociosanitarios más precisos sobre su realidad, psicológica y social y ambiental, y se puedan derivar para informes más precisos a unidades psicológicas más especializadas, para que éstas otorguen informes y diagnósticos más precisos. Especialmente para ayudar a esas personas, y pueden continuar lo mejor posible en el sistema escolar, y que les sea eficientes y operativo y beneficioso los años que continúen en él.

                        – Un fracaso escolar de una persona, adolescente, o preadolescente, puede tener enormes consecuencias, para la vida de esa persona, a la larga. Por lo cual, hay que estudiar y analizar los múltiples factores que pueden intervenir, o que están, para que esa persona reoriente su existencia, para eso, es absolutamente necesario consultar, con los equipos especializados, sean de los sistemas educativos, sean de los sistemas de prevención social y de trabajo social de la comunidad o pueblo o barrio dónde vive y existe el niño o adolescente, o sean del sistema sanitario público, adaptados, claramente a su edad.

                        Y quizás así, con esa combinación de factores o variables, del propio alumno, del sistema escolar, de la familia, en mayor o menor grado, de las entidades municipales y locales dónde se inserta dicha persona, del sistema sanitario de salud, uniendo y creando sinergias positivas entre todos esos entes y sus variables, se pueda hacer, que esa persona no termine por encaminarse, por una pendiente de una especie de suicidio social personal, en definitiva, camine hacia una pendiente de mayor marginación, de mayor silencio, de mayor problemas añadidos en el futuro, que no termine como “carne de cañón”.

                        El sistema educativo en la medida que pueda, debe intentar prever estas situaciones, diagnosticarlas, estudiarlas, analizarlas, ponderarlas, clasificarlas e ir creando instrumentos y protocolos, para intentar abordar estos temas. Que pueden ser muy diversos y muy diferentes y diferenciados, pero con puntos en común.

                        – Ciertamente la distribución de las aulas, entre las distintas personas de cada departamento de cada centro escolar, que esta sea con equidad y justicia y racionalidad y sentido común es un factor esencial y no solo accidental para que los centros escolares funcionen con mayor grado de eficiencia, veracidad y justicia.

                        O dicho de otro modo, que los cursos concretos, se repartan de forma equitativa y justa entre todo el profesorado de ese departamento o área. Que se realice de forma justa y equitativa, es uno de los factores que mayor incisión tiene en los resultados escolares. No se puede caer, cosa que puede suceder, aunque los reglamentos vayan en contra. Que determinados cursos, más gratos se les dejen sistemáticamente a determinadas personas, y cursos menos gratos, con mayores problemas potenciales, a personas con menos experiencia.

                        Existe ya un reglamento interno en los centros escolares, que se saltan en muchos centros escolares y en muchos departamentos de dichos centros, que todo el mundo lo conoce, por diversas razones. Y esto es un factor de enorme injusticia y falta de equidad, y desde luego, es un fundamento de que un centro camine a mayor desorientación en el futuro, por indicarlo con una palabra suave.

                        Si cursos potencialmente con más incertidumbre se dejan sistemáticamente a personas con menso experiencia, resolverán los diversos asuntos, con menos saber, menos conocimiento, menos práctica, aunque tengan menos voluntad, imaginemos que son los cursos inferiores de la ESO, los que producen más problemáticas, especialmente, el primero y el segundo, aunque después haya un corte al pasar al tercero, dónde claramente, se mejora, quizás esa dialéctica de la negatividad, por denominarlo de alguna manera o forma, causado en los cursos inferiores, se irá traspasando como una escalera mecánica en pocos años hacia cursos superiores. Solo es cuestión de tiempo.

                        El sistema de aplicación del reglamento, lo que popularmente o en el argot escolar, se denomina la “rueda” de ir escogiendo cursos, empezando por los profesores de mas antigüedad, seleccionando una clase o grupo cada vez, es un sistema justo y equitativo, si se hace con prudencia y racionalidad, y es el que menos problemas acarrea. No se puede expresar y predicar de ser muy progresistas y muy liberales, y después, uno, quedarse con lo bueno y dejar a los nuevos profesores, con menos experiencia, lo peor potencialmente. Es además de una injusticia, es cumplir el refrán español, “pan para hoy y hambre para mañana”.

                        Y estas dos cuestiones que en este modesto artículo he tratado se interrelacionan entre sí, abierto desde luego a perfeccionamientos, matizaciones. Bueno es que la comunidad escolar reflexionase sobre estos temas. Y que las autoridades escolares, en cada centro, y en las responsabilidades superiores o administrativas, no digo que reflexionen, que ya lo hacen, e intentar solventarlo del mejor modo posible, pero quizás busquen nuevas soluciones, al primer problema, y en el segundo tengan un ojo más avizor, más pendientes de si se cumplen los reglamentos.

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Fin artículo 1.472º: “Cuestiones sobre la enseñanza, III”.