(Jmm Caminero) No sabemos lo que es el ser, no sabemos lo que es el estar. Vamos atravesando un tiempo, relleno de cientos de lugares/pueblos/aldeas/ciudades de ideas/conceptos/percepciones.
Todo lugar es semejante a otros, distinto a otros, es la condición del existir, semejante y desemejante, similar en mucho, diverso en poco. Pero todo está formado por pequeños cambios, de huevos y patatas se pueden crear, miles de tortillas de todos los colores y de todos los sabores y de todos los tiempos y de todos los recuerdos. Somos en un mundo pequeño y somos en un mundo grande. Vamos yendo de un lado a otro, en medio, está la naturaleza que nos rodea, la naturaleza que está dentro de nosotros, y también la naturaleza de las ideas, que llamamos cultura, que se impregna dentro de nosotros, fuera de nosotros. Que está en los ojos y en los labios, que está y no está. Vamos yendo de una persona a otra persona. Eso es Jaén, un rosario de flores y de soles y de nubes y de suelos y de cánticos y…
Catedral llena de estatuas de santos y de símbolos. Durante siglos los templos cristianos de esta Celtiberia estaban llenos de hornacinas, era como el heredero del teatro medieval, de los autos sacramentales, en un tiempo de pocas letras, era la forma de que cualquier ser humano, conociese la historia de lo sagrado. Pero lo sagrado es también lo profano. Generaciones y generaciones habrán atravesado sus paredes y sus estructuras para pedir al Misterio que el marido fuese bueno, que el hijo naciese bien, que las cosechas fuesen buenas, que no viniesen malos tiempos, ni tampoco buenas guerras que todas al final, son malas, que no falleciesen antes de tiempo los hijos, que conociesen a los nietos, que los dos, esposo y esposa llegasen en paz y sosiego a la edad lejana del tránsito y estar frente al Misterio durante toda la eternidad.
Una catedral no es solo arte/Arte/artes, ni solo historia/Historia sino es el gozo y lloro y lamento de generaciones como ruedas que atraviesan los tiempos. Sabiendo que están en un guión de la vida, que no termina nadie de entenderlo y conocerlo, por eso formamos y conformamos relatos e historias y leyendas y ciencias y filosofías y artículos periodísticos y cuentos infantiles y juveniles. Todo es y todo está, sin saber, cuánto es y cuánto está…
Baños árabes, los mayores de toda Europa, de esas épocas y tiempos. Los baños árabes herederos, dicen, de los baños romanos que rodearon todo el Mediterráneo. El ser humano necesita limpiarse por dentro, tenemos los templos religiosos, limpiarse por fuera, tenemos los baños. Todo va evolucionando el interior y el exterior, siempre es la razón del mundo, de la historia. Al final somos cromagnones, y en cien mil y pico años, no hemos cambiado esencialmente la biología, pero si hemos ido modificando, la psique y las interpretaciones del mundo, interior y exterior, individual y colectivo, esos cambios que llamamos cultura, desde las magdalenienses hasta la actual, que algunos denominan neolítica de la cuarta fase de la revolución industrial…
Toda ciudad está llena y rellena, de palacios o grandes casonas, siempre el mundo ha estado formado por dos estratos, los altos y los medianos/bajos, los altos han ido teniendo distintos nombres a lo largo del río del fluir de los tiempos, los del medio y menos del medio, siempre han tenido el mismo nombre, pueblo… soy del pueblo, por si alguna voz/mente piensa/siente/percibe en mis palabras, tergiversándolas. No estamos aquí para plantear problemas sociohistóricos y socioceconómicos y sociopolíticos, sino para intentar en/con el aire de esta ciudad, comprender mejor a los otros, entendernos mejor a nosotros. Siempre ese es el fin de un viaje, siempre exterior e interior, individual y colectivo, comprender/entender algo más y mejor de la historia de todos, de la historia de nosotros. Hemos sido y hemos estado. Formando una calle de piedras y recuerdos del pasado, siempre es algo tuyo. Nada humano, es totalmente extraño a tu corazón/alma/mente/conciencia/carne…
Los minutos pasan, sabemos que viviremos unos miles de días, diez mil, veinte mil, treinta mil. Esa noción y concepto y división de día, que atraviesa desde el amanecer de lo humano. Muchas veces, pienso y repienso, al final, un sumerio mesopotámico viviría una vida y existencia muy semejante a la mía, quizás con otras ideas y otros dioses y otras circunstancias, pero siempre con el mismo deseo, de ser feliz, de tener alegrías, de comer suficiente cada día, de que los hijos crezcan sanos y medianamente felices, de no caer en ningún error moral grave, antes se llamaban vicios, ahora se imponen conceptos psicológicos. Todo ese fragor, cada persona, diríamos añade una nota a este movimiento del mundo…
En este fragor tenemos que degustar energía para el cerebro y los músculos, y dentro de ellos, hablar con los que nos han acompañado en este periplo de la mente y del espíritu. Pasean no solo las piernas, sino las neuronas, los conceptos con dos piernas que somos nosotros, con las pasiones-deseos-pulsiones-libidos, que hay que armonizar, en lo racional besando de forma adecuado lo irracional, y lo irracional acariciando de forma sosegada a lo racional…Y, en ese transcurso alimentar los ojos y los oídos de sabores y gustos y paladares y formas: migas, flamenquines, arroz caldoso, panaceite, gachas dulces, mantecados, melazas…
Y, el visitante, se acercó al silencio de una cueva actual de cuatro plantas, buscando el descanso y la cama/colchón rectangular, como una plaza de toros, en el que los vientos y los recuerdos se van nublando hasta que otro nivel de conciencia se adueña de ese organismo, el sueño, el sueño de Jaén y el sueño de ese ser en Jaén esa noche…
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Fin artículo 3.295º: “En Jaén, II”.