(Jmm Caminero) Vivimos en un mundo, por un lado, cientos de millones de personas no encuentran trabajo, o no tienen un trabajo estable y que les remunere de forma suficiente, por otro lado, existe, como una visión doble sobre el trabajo, unos, lo casi lo maldicen, lo toman como un castigo, y otros, quizás, un tanto por ciento de la población menor, valoran y son conscientes que el trabajo es una manera de colaborar con y para el bien de uno mismo, de los cercanos, de los lejanos, incluso es una forma de colaboración para la perfección de la tierra según los planes del Ser Supremo.

El trabajo, la palabra en su etimología viene del latín tripalium, que era un instrumento de tortura.

Pero no somos conscientes, que siempre que un trabajo sea legal y moral y racional y necesario para la sociedad y para la humanidad, es una forma de colaborar con y para el bien público y social, y el bien de uno mismo.

Se percibe en el trabajo tres características, que es penoso-trabajoso, que sea rentable económicamente o según el mundo del placer, y que sea material o sea un objeto o servicio material o relacionado con el placer.

Y no se valoran otros aspectos del trabajo, además de los anteriores… Nadie niega que todo trabajo, en general, puede ser dificultoso-penoso, alguna veces, produce sufrimiento, cansando, agotamiento, y además tiene connotaciones de ser peligroso para la propia vida, porque todo trabajo puede tener un nivel de accidentalidad.

Nadie niega la necesidad de que se obtenga un beneficio económico, porque somos seres animales racionales, y necesitamos energía, es decir, necesitamos obtener alimentos, cobijo, vestido, descanso, etc. Pero también existen otros beneficios además del económico, que el trabajo proporciona, por ejemplo, el entendimiento de la realidad humana e individual propia, del conocimiento de la sociedad, de la naturaleza, etc.

El trabajo diríamos se divide en dos grandes áreas o formas, unos, son materiales, se realizan o construyen artefactos o mercancías, o se arreglan, y otros, proporcionan servicios, servicios de multitud de temas o cuestiones. Siempre que ambos sean legales o morales, o se combinan esas dos grandes áreas.

En Estados Unidos hace unos lustros, una agencia estatal del estudio del trabajo, indicaba que en el país existían más de doce mil tipos diferentes de trabajo. Es decir, que esa sociedad, similar a las demás, tenía más de doce mil tipos de trabajo, y por tanto, en cada uno de ellos, estarían colaborando cientos o miles o docenas de miles o cientos de miles de personas.

No valoramos que muchas actividades humanas, quizás no sean trabajosas, o lo sean menos, no sean materiales o no tengan un nivel de materialidad evidente, no producen nada, no se pagan o no se remuneran, pero pueden ser también trabajo, aunque sea trabajo de otro modo y de otra manera, por ejemplo, un buen consejo o una buena palabra.

Multitud de seres humanos, parte de su tiempo, lo dedican a la investigación o, y a la creación y lo hacen con gusto, lo hacen sin recibir rentabilidad, y muchas veces, sin ser valorado su trabajo. Pero eso no deja de ser un trabajo también, aunque diríamos sin esas características. Mismamente, sin ir más lejos, este artículo, no se le paga al autor-escribiente de él, no sé si se valora por otros seres humanos, o el autor no lo sabe, etc.

Por tanto, parece que debemos tener, una concepción más amplia y más realista del trabajo, o dicho de otro modo, elevar a categoría de trabajo, actividades, que aunque no sean materiales, no sean remuneradas, no exijan demasiado esfuerzo o se realicen con gusto. Actividades de ese tipo, también pueden y son trabajo, y se deben considerar así, no solo es trabajo las actividades materiales, sean industriales o agrícolas, o solo las actividades de servicios que exigen un tiempo y unos conocimientos, sino multitud de otras actividades, siempre que sean legales y morales y racionales, se podrían considerar como trabajo.

Que alguien por ejemplo, reflexione o medite o piense, es una actividad no remunerada, no material, no produce nada, puede hacerla con gusto. Puede ser considerado por algunos como no trabajo, pero ese tiempo o actividad de pensar o reflexionar o meditar, le puede llevar a encontrarse mejor y más consigo mismo, encontrar sosiego y paz consigo mismo, pensar mejor las cosas, y al final, realizar mejor su trabajo, sea una operación quirúrgica, sea fregar un suelo, sea realizar una operación económica, sea impartir una clase, etc.

El esfuerzo mental, el esfuerzo intelectual, el esfuerzo de creación o de investigación, el esfuerzo de autoría. Y con esto se combinan multitud de actividades, puede caerse en pensar que no son trabajo. Cuando lo son. Porque producen nuevas ideas, nuevos modos de pensar, nuevos modos de sentir, nuevos modos de concebir una realidad… Es posible que sean menos visibles, pero al final, las ideas y los conceptos y los modos posibles de hacer, primero, diseñados teóricamente, después influyen en la práctica. Al final, los descubrimientos, positivos y buenos, en todos los campos de la realidad, se consiguen con ideas, bocetos, proyectos, planes, ideas, posibilidades, etc. O dicho de otro modo, personas pensando y meditando y reflexionando, etc.

El ser humano debe tener un concepto más optimista, más filosóficamente optimista del mundo del trabajo, siempre que sea legal, racional, moral, etc. Porque el ser humano con el trabajo colabora a la perfección propia, de la sociedad, incluso, si se cree en el Ser Supremo, colabora con los proyectos de Dios sobre la humanidad.

Al realizar un trabajo, realizarlo bien y que sea bueno en sí mismo, colabora con el bien de otras cosas. Si una persona realiza una operación quirúrgica bien, colabora a que otra persona, otras personas puedan seguir viviendo y existiendo, y éstas a su vez, colaboran a que otras personas hagan sus oficios y lleven sus vidas mejor.

Todo es una especie de cadena. El bien se va amplificando e influyendo en otros. Si alguien colabora en cuidar a personas enfermas, está haciendo un bien a esas personas, y sus familiares, pueden estar tranquilos, y a su vez, realizar otros trabajos, que colaboran con el bien propio y de los demás…

Trabajamos por remuneración económica, y por el bien propio y de las propias familias, pero también por el bien de los demás y de la sociedad. Y de ese modo, el bien de unos influye en otros, y el de los otros en los primeros…

Diríamos que el mundo al estar formado por miles de millones de personas, por miles de millones de cosas naturales y de cosas creadas por el ser humano, y por millones de ideas y conceptos. Todo ese conglomerado se interrelaciona de multitud de formas y maneras, quizás de millones de posibilidades y combinaciones. Y el bien que se hace con una pequeña cosa, puede y de hecho influye en otros bienes y cosas y personas. Sea un acto modesto o sea un acto enormemente elevado o grande… es obvio que la penicilina ha curado a cientos de millones de personas, pero también es obvio, que si se dejase de recoger la basura en un hospital, a los pocos días u horas, empezarían a morirse personas por las enfermedades. Por tanto, el propio trabajo que hacemos, sea estimado por los demás o sea menos estimado, todos colaboramos en el bien de la humanidad, siempre que sea un trabajo legal y moral y racional y prudente.

Además, para los que creen en un Ser Supremo, de alguna forma el ser humano, colabora con los planes de Dios, siempre que ese trabajo tenga las características de ser necesario, de ser moralmente correcto, de ser legal o jurídicamente aprobado y permitido por la sociedad, ser bien remunerado o lo suficiente, aunque sea trabajoso y penoso, la vida de la persona que trabaja no se expone innecesariamente, etc.

Aunque la tierra dé sus frutos, siga un ciclo natural de crecimiento, el ser humano colabora en ararla, sembrarla, cosecharla, y de ese modo, es consciente, si se es creyente, que también colabora con los planes de Dios sobre el mundo, que es la perfección moral y perfección espiritual y perfección en todos los sentidos del ser humano.

Para terminar deberíamos ser conscientes, que el trabajo, siempre que sea legal y moral, debe ser un trabajo bien hecho, debe ser hecho con gusto, incluso aunque la persona que lo haga, aspire a otros trabajos, que sean más aptos para su vocación o sus capacidades. Y el trabajo bien hecho y hecho por el bien de los demás seres humanos, por el bien de uno mismo, es una forma de perfeccionar la tierra. Es una manera de pintar con colores el paisaje de la existencia humana.

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Fin artículo 782º: “Del trabajo, II”.