(Eduardo Madroñal Pedraza) ¿Por qué empezar a escribir sobre la España democrática abordando la existencia de los hispanistas y sus opiniones? Para disfrutar de su compañía y de sus palabras. ¿Hay mayor piropo a las gentes de un país que el cantado por extranjeros? Porque partiendo de la tesis de que España es un enigma histórico, o quizás, una anomalía histórica, uno de los primeros rasgos anómalos que encontramos sobre España y su pueblo son los hispanistas.

¿Cuál sería una peculiar definición de lo que es un hispanista? Un hispanista es un intelectual extranjero que ha sido penetrado por el duende de España. Pero como hay muchos y sabios hispanistas por todo el mundo, solo podemos ofrecer un provocador aperitivo como corresponde a la ocasión. Y ya se sabe, los aperitivos, si son buenos, no quitan el hambre sino que despiertan el apetito.

Obviamente solo vamos a mencionar a algunos hispanistas destacados, pero debemos ser conscientes, que sin ser tan conocidos, hay muchos modestos pero sabios hispanistas por todos los rincones del planeta. Y es una muy notable peculiaridad. Porque no existe una corriente internacional de historiadores entregados a la historia de Francia, de Inglaterra, de EEUU, etc. Solo sucede con la historia de España.

Y el motor principal de los hispanistas, además de la curiosidad intelectual, es su fascinación y pasión por España. En contraste con el corrosivo desprecio hacia nuestro pasado existente en el seno de la intelectualidad española, incluido el sector de izquierdas, una muchedumbre de hispanistas han ido destacando que, junto a los aspectos “negros” -que existen en toda historia nacional-, España ha hecho desde hace siglos aportaciones tan decisivas que la historia de la humanidad sería otra completamente distinta sin ellas.

Mientras desde las grandes potencias se ha difundido, y se difunde, una “leyenda negra” sobre nuestra historia -obviamente al servicio de sus intereses de dominio sobre nuestro país-, ha aparecido, en una especie de venganza divina, el hecho constante de que algunos de los mejores historiadores de esos países se declaran orgullosamente hispanistas.

Gerald Brenan (1894-1987) es uno de los hispanistas más reconocidos del siglo XX, y quizás olvidados en este siglo XXI. Intelectualmente huyó de los prejuicios sobre nuestro país y se dedicó a profundizar en el conocimiento de la historia y la cultura españolas, desde las que combatió las “leyendas negras” sobre España, “una de las grandes civilizaciones de Europa”. Y por eso reconocido también como precursor de hispanistas tan reputados como Hugh Thomas, Raymond Carr, Ian Gibson y Paul Preston.

Pierre Vilar (1906-2003) recoge la sustancia olvidada de la historia de España, y escribe que “políticamente débil, España será tratada por el extranjero como zona de influencia. La intervención de 1823, las posiciones adoptadas respecto al carlismo, ‘los matrimonios españoles’, las intrigas en torno a Espartero y Narváez son otros tantos episodios de una rivalidad anglo-francesa en torno a España. Habría que reconstruir el papel de Inglaterra en el distanciamiento de las colonias, en el control de los yacimientos mineros, en los esfuerzos de Cobden contra el proteccionismo textil, en las tendencias de Mendizábal, de Espartero y los librecambistas. España escapó a la suerte de satélite que aceptó Portugal, pero sus riquezas y su posición no cesaron de atraer sobre ella las intrigas extranjeras”.

Y Pierre Vilar habla de un “nuevo patriotismo” cuando analiza la guerra civil y escribe: “La intervención italo-alemana se hizo odiosa en toda la zona republicana, como atentado simultáneo a la libertad y a la patria. Se oyó a oradores anarquistas que invocaban a 1808 y la Reconquista. Se habló de frente nacional. Desde Giner, los intelectuales sabían mezclar la tradición española con la voluntad de renovación. (…) Se exaltó la tierra de España, su arte y su historia, por las oficinas de educación y de propaganda. Los clarividentes contaron con un nuevo patriotismo, ligado a las aspiraciones populares y carente de hostilidad a la personalidad de las regiones, para resolver la crisis de España como nación”, con el que la izquierda republicana, comunista, socialista, anarquista, la intelectualidad más avanzada, se enfrentó a la intervención imperialista sobre España.

E incide en lo mismo al considerar que “los Estados Unidos, como antes Alemania, piensan en servirse de España y no en servirla” con los acuerdos firmados por Franco en 1953 con EEUU. Es decir, no es posible entender la historia de España en los últimos 200 años sin seguir el hilo a la intervención imperialista sobre España. Este será el pensamiento de Pierre Vilar presente en toda su obra.

Hugh Thomas (1931-2017) es otro reconocido hispanista. Sin dejar de ser nunca británico hasta la médula declaró su “amor por España y sus gentes”. Y, frente a los ataques que denigran nuestro pasado, afirmó rotundamente: “yo he defendido a España con fortaleza, he hecho todo lo que he podido en ese sentido”. Por ejemplo, a lo largo de todo su libro “La Guerra Civil española”, deja claro y desvela la connivencia en el triunfo franquista no solo de la Alemania nazi y la Italia mussoliniana sino también de “potencias democráticas” como Inglaterra, Francia y EEUU.

Y también se rebelaba ante los intentos de fragmentar España. Denunciaba que en 1640 la centralista Francia instigó las ambiciones independentistas de algunas élites catalanas, para quedarse con un tercio del entonces territorio de Cataluña -y posteriormente eliminó cualquier vestigio de la lengua y cultura catalanas, y sentenciaba que “la consecuencia de la independencia de Cataluña sería que dejaría de ser una parte de España para convertirse en un departamento de Francia”.

Y como colofón, Ian Gibson (Dublín, 1939) es un hispanista internacionalmente reconocido y, desde 1984, ciudadano español, afirmaba en una reciente entrevista: “España es un país fascinante, muy complejo y desconocido. Hay una amnesia permanente de quiénes son los españoles. España es un país mestizo, cada día se descubre un nuevo yacimiento cartaginés o romano. Capa sobre capa de cultura como de sangre, porque no hay español que no tenga mezcla de sangre. Hay mil aspectos todavía sin explorar del hispanismo. España es un mini continente.