(Francisco Javier Zambrana Durán – Málaga)
Málaga acogió otra edición de la carrera Holi Life este pasado domingo 18 de febrero en la zona próxima al Palacio de los Deportes José María Martín Carpena. Esta carrera, dedicada a los más jóvenes y no pensada para ser corrida, al menos desde su organización interna y por el recorrido de escasos 5 kilómetros, transcurrió desde las 11 de la mañana por el Paseo Marítimo de la ciudad.
Todos sus participantes se caracterizaron por un objetivo en común como fue el quedarse repletos de colores, sin importar cómo fueran vestidos. Arcos de varios colores bañaron a estos y a la multitud que se movía por las calles a esas horas de la mañana en las que la lluvia caía débilmente sobre las playas malagueñas. En un día no demasiado adecuado para actividades al aire libre por el vaivén del tiempo, no hubo problema alguno en terminar llenos de colores aleatorios durante esos 5 kilómetros que fueron menos para otros que se decidieron a recortar recorrido.
Una ‘Carrera’
El fenómeno del Running se mueve a la misma velocidad que lo que lo puede hacer un atleta profesional en los 100 metros lisos. Lo vemos cada fin de semana en cada uno de los eventos que se celebran por todas las ciudades españolas. Todos se reúnen sin importar su condición, su forma de pensar, su preparación, ni siquiera su amor por el deporte. Es por ello por lo que se crean evoluciones de carreras, que son ideadas con una fiesta en su interior, más que con la finalidad de representar el deporte.

En esta Holi Run, pocos corrieron y muchos anduvieron por las calles malagueñas, aunque con el pequeño matiz de que la salida se realizó en masa y los carriles se terminaron estrechando en exceso para tal multitud de jóvenes y no tan jóvenes. En sí, ha sido un gran ejemplo de una fiesta, una para los amantes del deporte a menor escala.
Hueco para disfraces y risas
Premiaron, eso sí, las risas, los abrazos, las conversaciones, los Instasnap tan famosos de hoy día, y, ante todo, los Boomerangs. Todos los participantes portaban su teléfono y se centraban en retratar su propia carrera, la forma de volverse de otro color. Otros muchos, queriendo demostrar cierta comicidad, se disfrazaron en honor a las fiestas de Carnaval que siguen aconteciendo en muchos lugares de nuestra geografía.
Ajenos al resto, aquellos que suelen salir a correr por la zona próxima a la costa, marchaban con tranquilidad, escuchando sus canciones y practicando su deporte. El contraste de juventud y no tan juventud se sintió, más que ningún otro día, en una carrera.
Una gran fiesta tras los kilómetros
Finalmente, una vez completado del recorrido, se dio paso a una enorme fiesta que se había comenzado una hora antes de que se diera el pistoletazo de salida. En ella, todos celebraron esta ocasión especial en la que el parking del Martín Carpena sirvió como escenario para la diversión. Una llegada a meta como pocas, distinta, no como el resto de carreras de asfalto.

Imágenes realizadas por Francisco Javier Zambrana Durán.