(Eduardo Madroñal Pedraza) En los Premios Goyas siempre hay muchos goyas, unos son, oficialmente, los principales y otros los secundarios; unos son, en las películas, los protagonistas y otros los secundarios. Julieta Serrano es la anomalía, cuando la secundaria es la protagonista.

En las revistas de moda, respecto a los Premios Goya 2020, se ha destacado algo secundario que le ha hecho protagonista, que Julieta Serrano no solo se ha llevado un Goya, sino que también se ha llevado los aplausos por toda una lección de estilo, porque se siente más cómoda en zapatillas deportivas y ha apostado por el confort antes que por el estilo. A veces el estilo es más profundo, a veces expresa mucho más, expresa unos principios y una prolongada trayectoria vital.

Pero ya en los Premios Goya 2019 se podía ver una figura discreta y pequeña, Julieta Serrano, ya calzada deportivamente, cuando entregaba, junto con Almodovar y otras actrices, el Goya a la Mejor Película, porque hacía 30 años que ella, la secundaria, y otros, los protagonistas, habían ganado ese mismo Goya. Pero ya entonces también Julieta era una de las integrantes de la ya anunciada película “Dolor y gloria” de Almodovar. ¡Ay, Julieta, pareces la secundaria pero eres la protagonista!

Porque Julieta Serrano es un goya entre los Goyas. Porque Julieta es muchas Julietas. La actriz catalana es Premio Nacional de Teatro 2018. Es una muy recordada “mujer al borde de un ataque de nervios” con Almodovar. Es, igual o más, aunque por ser “entre tinieblas” puede no vislumbrarse bien, una compleja madre superiora, lesbiana y drogadicta, donde se toma LSD para hablar con Dios. Es, hace dos años, una curandera en “dentro de la tierra” de los invernaderos de Almería. Y es de nuevo actriz secundaria, en el premiado “dolor y gloria” de Almodovar, que contesta a la pregunta del protagonista ‘hijo, me has decepcionado’. Toda una secuencia.

Porque también es la duquesa de York con “Ricard III” en el Teatre Nacional de Catalunya. Y es, ni más ni menos, la criada en “Mi querida señorita”, de cuya secuencia final con José Luis López Vázquez, George Cukor, el famoso director estadounidense, afirmó que la frase final era la más afortunada de la historia del cine después del «nadie es perfecto» en ‘Con faldas y a lo loco’.

Julieta es muchas Julietas. Es una niña de Poble Sec. Es una buena persona, toda una vida. Es una mujer libre y comprometida. Es una amiga generosa y entregada. Es, obviamente, incansable, más de 60 películas y más de 100 actuaciones en el teatro desde 1951 hasta el momento presente la contemplan. Es una actriz activa con sus 86 años y con cerca ya de 71 años profesionales, contando los años iniciales en Barcelona, en 1951 con “El marit vá de visita” de Javier Regás, antes de llegar a Madrid en 1958 con “La rosa tatuada” de Tennessee Williams.

Julieta es muchas Julietas. Es una persona comprometida socialmente que toma posición en los avatares políticos claves de nuestro país. Es una firmante del manifiesto “1-O Estafa antidemocrática” en Cataluña, y de los manifiestos por el blindaje de las pensiones. Es también una recogedora de firmas en la mesa de las mujeres por el blindaje de las pensiones.

Julieta se considera a sí misma “una ingenua métrico decimal”. Quizá, por ello, en 2018 Julieta lanzó su agradecimiento por el Premio Nacional de Teatro a tantas personas… a “directores, amigos, amantes, de todo”… ay, nos dejamos tantas Julietas…

Posdata. ¿Qué es ser una “ingenua métrico decimal” para Julieta? No lo sabemos. Sabemos que el sistema métrico decimal es el conjunto de medidas que se derivan del metro. Es un sistema porque es un conjunto de medidas. Y tiene cinco clases de medidas: de longitud, de superficie, de volumen, de capacidad y de masa (peso). Pero… ¿no es encantadoramente poético (y profundamente teatral) afirmar que la ingenuidad de las personas tiene longitud, superficie, volumen, capacidad y masa (peso)?