(Francisco Javier Zambrana Durán – Club Deportivo Alpino Jarapalos)

Cuatro y media de la mañana. El olor a nuevo día baña el pabellón de Alhaurín de la Torre. Cuando todos duermen, cerca de 300 personas están más que despiertas. El café es vertido en los vasos de todo tipo de caminantes, de personas que, persiguiendo un sueño, han llegado a un municipio de Málaga que tiene montañas. Sonrisas recorren el panorama, y la fotografía de la felicidad es lo único que resta, que permanece, para las siguientes 14 horas.

Uno tras otro se van recolocando, se van agrupando. Clubes, independientes, no importa a qué pertenezca cada participante. Durante el recorrido, encontrará su compañía. Las miradas se pierden en la oscuridad de un sábado cualquiera, uno más después de 9 años en los que el Club Deportivo Alpino Jarapalos ha organizado esta Travesía Medioambiental. Los tracks marcan 46 kilómetros y medio, casi nada para senderistas preparados, para aquellos que durante este pequeño paseo contarán sus peripecias por la montaña, y que, especialmente, disfrutarán de una inolvidable.

Como viene siendo regular, la expedición parte a su hora, a las 5:10, con tan solo unos minutos de retraso sobre el reloj. Sin embargo, el recorrido se equilibra y acuden al primer puesto de avituallamiento sin demora. A las 6 de la mañana, el grupo está completamente listo para seguir. Le esperará una serie de kilómetros hasta llegar al 15, donde, en la Fuente del Acebuche de Alhaurín el Grande, aguardará el desayuno.

Participantes caminan hacia las Antenas de Mijas. – Fuente: FJZD.

Mientras las luces del Sol comienzan a vislumbrarse a lo lejos, una hilera de frontales recorre la sierra, emulando la noche de los 101, el UTMB o el Genal, pero con la particularidad de que ninguno corre, sino que pacientemente se amolda al paso del que delante camina. La lluvia se cuela entre ellos y busca un hueco en el grupo, pero al no tener dorsal, termina por esfumarse en cuestión de minutos, dejando la sierra con una capa de agua que la embellece. Hoy es el día de los que aman la montaña, no el suyo.

Colas y más colas de personas recurren al café con leche, azucarado y ardiente, un recurso que, como ninguno, ayuda a calentar un cuerpo en una mañana fría de febrero. Bocadillos, fruta, bebidas isotónicas y agua componen este primer desayuno, esta primera parada que dará paso a la subida más dura de la travesía: la de la Bola de Mijas.

Durante varias horas, el camino se realiza con el ritmo esperado, recortando tiempo incluso a las previsiones de llegada a los puntos de control. El grupo continúa con un paso acelerado, sin demorarse, empapándose de la vitalidad de Jarapalos con una sonrisa en sus labios. Parejas, grupos, peñas, amigos, todos viven su día, todos comparten su satisfacción y siguen mirando al frente, esperando observar el punto más alto del recorrido: los 1150 del Pico de Mijas. El tramo final es el más complicado, pero el que más disfrute permite a los senderistas, donde se agolpan para realizarse fotografías con un mar especial, que forma parte de la historia de la montaña y que genera ese contraste entre lo más alto y lo más bajo.

Seis kilómetros separan entonces al pelotón del Pino Puerto las Grajas, donde se sirve una comida repleta de fruta, bocadillos de varios embutidos, postre y cualquier tipo de hidratación que el participante desee. Con cuarenta y cinco minutos de adelanto y tras 25 de descanso en la comida, se parte hacia las Antenas de Mijas, otro de los lugares de especial interés. Son poco más de las dos de la tarde, y el viento comienza a hacer acto de presencia.

La predicción de la Agencia Estatal de Meteorología no suele errar, y, en esta ocasión no iba a ser menos. Las rachas de viento de 35 kilómetros por hora dificultan la subida por momentos. Al llegar a las Antenas, las piernas molestan tras treinta y tres kilómetros de camino, pero el viento quizá lo hace más. Para entonces, la Travesía Popular, de 27 kilómetros de track, se habrá unido al grupo. Es en la subida al Pico de Calamorro (tercer pico de la travesía) donde el efecto de este hace mella en los participantes. La baranda que bordea los escalones de esta subida servirá como punto de apoyo, pero no evitará que varios dorsales terminen en el aire.

Como viene siendo habitual, tras la tempestad, llega la calma. En la Cañada del Lobo, el viento respeta, se hace de rogar, y permite a los caminantes disfrutar la sorpresa de la travesía: vino y roscos. Son casi las cinco de la tarde, y tan solo restan 6 kilómetros y medio, los de bajada, los de hacer de las rodillas un problema. Son varios los participantes que se aquejan de dicho dolor, pero que resisten con el corazón. Paso a paso, se acercan más al pabellón, donde, tras una ducha, les espera un picoteo final con carne, jamón, queso, patatas y bebida del que nadie desea marcharse.

Francisco Contreras, ‘Súper Paco’, camina hacia las Antenas de Mijas. – Fuente: FJZD.

Es el club Sendero 3 Caminos el que se lleva el trofeo de ganador, ya que su volumen de participantes supera con creces al resto. Su entrega de trofeo lo reconoce como un club que vive por y para las travesías, y que organiza incluso la suya propia en Ubrique, aunque ‘‘algo más llana que esta’’, tal y como reconocen. Tras más de 2080 metros de desnivel, lo único que desean los senderistas es marcharse de vuelta a casa, no antes sin pasar por un juego de azar que sorteará premios como cámaras de vídeo, queso Montefrieño y vino Quitapenas.

Como ocurrió a las cuatro y media de la madrugada, los ojos de los que en principio debían dormir brillaban. Sonreían, buscaban su momento de celebración después de toda una proeza. Sabían que habían hecho algo grande, y que, ante todo, habían escrito con letras de oro su nombre en los libros de la montaña. Y es que, tal y como decía Óscar Wilde, ‘‘cualquiera puede hacer historia, pero solo una gran persona puede escribirla’’. En este día, de los 300 que la hicieron, todos la escribieron.

Agradecimientos especiales:

Esta travesía no habría podido ser posible sin colaboración del Área de Deportes del Ayuntamiento de Alhaurín de la Torre, cuyo concejal Prudencio Ruiz la ha apoyado con esmero. Tampoco sin sus patrocinadores: Fundación las Canteras y Coca-Cola; así como sin sus colaboradores: Piquitos San Roque, Molletes San Roque, La Antequerana, Torres, Maritoñi, RimiPan, Queso Montefrieño, Porgusa Hoteles, Fruta García Serrano y la Junta de Andalucía.

Además de ello, es digna de destacar la labor de los operarios de organización como Protección Civil, Policía Local, el servicio de emergencias contratado, la Federación Andaluza de Montañismo y el Club Deportivo Alpino Jarapalos, cuyos voluntarios han velado por el adecuado devenir de la prueba. Tal ha sido su implicación que, en esta ocasión, Antonio Villanova Rueda fue reconocido como Voluntario de Honor del club, un galardón que reconoce la labor de una persona que en cada una de las pruebas organizadas ha dado el cien por cien desde la fundación del club.


Realizado por: Francisco Javier Zambrana Durán (@neyfranzambrana/Francisco Zambrana).

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