Ver Reportaje Fotográfico realizado por Francisco García González
(Prensa Municipal) La también conocida como Virgen de las Roscas o de la Luz recorrió el casco antiguo portada por mujeres, en un acto que culminó con la tradicional fogata en la plaza del Arroyo Blanquillo, donde se repartieron las roscas de pan 03 de febrero de 2014.- Alhaurín de la Torre celebró durante el fin de semana una de sus tradiciones más antiguas y populares, la de la Candelaria, que culminó ayer con la procesión de la Virgen por el casco antigua. Cientos de personas arroparon a la imagen en el desfile del 2 de febrero, una ancestral costumbre que se ha consagrado como una de las grandes citas del calendario festivo del municipio.
La celebración arrancó el sábado, con la ofrenda de las roscas en la iglesia parroquial de San Sebastián. Se trata de una festividad religiosa que rememora el pasaje bíblico de la presentación del niño Jesús en el templo, con la particularidad de poner al pie de la imagen de la Virgen las roscas de pan. En Alhaurín de la Torre, la tradición hunde sus orígenes en una leyenda acaecida cuando un niño perdido fue llevado a su casa por una mujer tras alimentarlo con pan. Los padres acompañados de su vástago, fueron al templo para dar gracias y el pequeño reconoció a la virgen como a la mujer que le alimentó y lo dejó a las puertas de su casa. Desde entonces se celebra en el municipio esta costumbre, consistente en una procesión y una misa en la que los padres presentan a los nacidos en el año anterior, acompañados de los padrinos, que portan velas como símbolo de luz. En dicha ceremonia el párroco ha bendecido con agua bendita las roscas, para lo que se ha valido de un clavel rojo. Tras la misa, la también conocida como Virgen de las Roscas o de la Luz es llevada a hombros exclusivamente por mujeres, en cortejo procesional por las calles del municipio, en el que participaron el alcalde, Joaquín Villanova, y el concejal de Fiestas, Mario Pérez. El desfile transcurrió entre cánticos y vivas, y concluyó en la cercana plaza del Arroyo Blanquillo, ante la clásica hoguera. Allí se procede al reparto de las roscas bendecidas, muchas de las cuales cuentan con una lazo de color, para poder identificarla tras la ofrenda realizada el día anterior a la procesión. Consumida la hoguera, la talla retornó al templo