(Izquierda Unida).  Izquierda Unida ha impuesto su modelo de construcción en la Junta de Andalucía. La Consejería de Fomento y Vivienda, dirigida por nuestra compañera Elena Cortés, lleva desde el inicio de la legislatura abriendo un nuevo camino en las políticas de vivienda no sólo en lo relativo a la lucha contra los desahucios, sino también en el impulso de fórmulas de reconversión del sector a través de la rehabilitación y la eficiencia energética. Ahora el Gobierno autonómico ha convertido esa defensa de la rehabilitación y la eficiencia energética en eje estratégico de su política económica y en bandera de su gestión. La Junta de Andalucía, que hasta la pasada legislatura había realizado una política de vivienda basada en la producción de suelo para construcción, en una dinámica inmersa en la inercia especulativa, ha variado radicalmente su política de vivienda y ha ofrecido un nuevo camino al sector de la construcción gracias a Izquierda Unida. La llamada “Mesa de la Construcción Sostenible” supone precisamente asumir las tesis de Izquierda Unida sobre el sector, tras unos coqueteos del PSOE con la posibilidad de volver a buscar márgenes para el ladrillo con modificaciones legales innecesarias.        Si en Andalucía no se está construyendo ahora vivienda nueva no es porque haya leyes que lo impidan; hay suelo urbanizable de sobra. Lo que falta es crédito y demanda. Y lo que sobran son viviendas vacías, entre 700.000 y un millón en Andalucía. La razón social y económica está contra cualquier nostalgia de los años del ladrillazo. Elena Cortés y su equipo se han hartado de insistir en este punto hasta hacer prevalecer los puntos de vista de IU en el seno del Gobierno andaluz. De un lado, están las más de 700.000 viviendas vacías. De otro lado, hay más de 2 millones de viviendas construidas antes de 1981, cuando entró en vigor la primera norma con requisitos de rehabilitación y eficiencia energética. Y, como triste telón de fondo, hay más de 500.000 desempleados del sector de la construcción. ¿Cómo reconvertir entonces el sector? La respuesta es blanca y va en botella. Precisamente en la rehabilitación y la eficiencia energética incide el Plan Marco de Vivienda, que el Consejo de Gobierno prevé aprobar en junio. Dicho plan, que está siendo elaborado en la Consejería de Fomento y Vivienda, supone una ruptura radical con los planteamientos pasados, poniendo el acento en la intervención en la ciudad consolidada, la repoblación de los cascos históricos, el alquiler, la autoconstrucción, el cooperativismo… Planteamientos que le dan la vuelta a una forma de hacer urbanismo que ha alumbrado ciudades diseminadas, caras y difíciles de surtir de servicios. En una palabra: insostenibles. El Plan de Vivienda y Rehabilitación incide en el regreso a un modelo de ciudad integradora y sostenible, enraizada en la tradición mediterránea. El Plan Marco de Vivienda y Rehabilitación viene avalado por una potente apuesta inversora de la Junta de Andalucía. Pese al contexto de fuerte restricción presupuestaria, la partida para programas de vivienda y rehabilitación asciende en 2014 a casi 140 millones de euros, un 11,2% más que en 2013. Esta apuesta inversora por la rehabilitación se irá renovando año a año. Además, el plan estatal de vivienda asigna a Andalucía 150 millones de euros hasta 2016. Y el plan contará también con 775 millones de fondos europeos hasta 2020. IU en la Junta es garantía de que los fondos europeos se pongan al servicio de la creación empleo y el cambio de modelo productivo. No en vano, la rehabilitación genera, con la misma cantidad de inversión, tres veces más empleo que la construcción de vivienda nueva, impulsando una actividad que repercute mucho más en la pequeña y mediana empresa y en el empleo femenino. La previsión de la Consejería es que la rehabilitación genere hasta 2020 más de 100.000 puestos de trabajo. Por supuesto, con la rehabilitación y con el empleo de fondos europeos para la reconversión del sector de la construcción hacia un modelo sostenible, la tasa de ganancia del gran capital desciende. Las patronales mantienen la añoranza del ladrillazo y el dinero fácil de décadas de especulación y de alianza con las instituciones bipartidistas. Su campaña contra este viraje, promovido por IU, ha sido y continuará siendo virulenta. Durante los años del boom, IU se enfrentó a la complicada situación de advertir casi en solitario que el crecimiento ligado al ladrillo masivo era artificial y efímero. Ahora, los mismos que entonces nos llamaban aguafiestas y que no han pedido todavía disculpas, pretenden hacer creer que este cambio de modelo es imposible.