Antonio Serrano Santos: Próxima la Semana Santa, me pareció oportuno, con perdón de mis lectores y sin ánimo de imponer nada, sólo exponer algunas figuras de la Pasión, con un punto de referencia nuestro tiempo.

Toda la actuación de Pilato en el juicio de Jesús es consecuencia de su escepticismo. Su personalidad queda definida por esa respuesta-pregunta, que no espera contestación, a la afirmación de su reo:” Yo he nacido para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, oye mi voz”.” ¿Qué es la verdad?” Esa fue su cínica y burlona  contestación.
Por eso, no le importó la verdad de la inocencia de Jesús, ni la verdad de la causa de su acusación y entrega, que sabía era la envidia de los jefes de su pueblo, ni la verdad de su deber de hacer justicia. Se le acusa a Pilato de ser cobarde. Pero no fue así. Fue un astuto diplomático que, aprovechando el juicio de un judío, en un ambiente de rebelión y odio al dominio de los romanos, provocó lo que más deseaba: el reconocimiento por el pueblo judío del emperador, como rey de ellos.
“¿A vuestro rey voy a crucificar?”Y esto lo repitió hasta que la turba, alentada por sus jefes, gritó:”Nosotros no tenemos más rey que al César. Todo el que se hace rey es enemigo del César. Si tú lo sueltas no eres amigo del César”. Esta respuesta,  tan astuta, para arrancarle a Pilato la condena definitiva, hizo alegrarse y, también temer, las consecuencias de su decisión. Cosa inaudita en el pueblo de Israel: apostatar de Yhave, su Dios, a quien siempre habían reconocido como rey, siendo un pueblo teocrático, por odio al que rechazaban como Mesías.
Si Pilato sintió algún miedo o cobardía fue, sin duda, por cierto temor supersticioso al oír que “se decía hijo de Dios”. Más la advertencia de su mujer de haber tenido pesadillas en sueños por ese judío, advirtiéndole que no se metiera con él, hizo que se decidiera a hacer todo lo posible para soltarlo. Pero el cariz político que estaba tomando la cosa si llegaba a oídos del César, cambió su voluntad, realizando el más contradictorio juicio y la más absurda sentencia de la historia jurídica: “”Yo soy inocente de la sangre de este justo”,lavándose las manos en una ridícula ceremonia que le acusaba más que le excusaba.
No hay que trasladarse en el tiempo para comprobar que se repite este mismo hecho. Hoy mismo, en estos días, lo estamos viendo con asombro e indignación.¡Cuántos se están “lavando las manos!.Se echan la culpa o la causa unos a otros.¡Y cuántos por intereses políticos o económicos se ”lavan las manos “ ante la muerte y explotación de tantísimos inocentes, mujeres, niños, ancianos! Antes de nacer o de morir, al borde de la pobreza, el hambre y el abandono ya están sentenciados por los Pilatos de este siglo.
Muchos, como Pilato, se preguntan y  preguntan, a los que sí conocen y viven la verdad : ¿Qué es la verdad? Pero es una pregunta hecha sin ánimo sincero de conocerla, ni les produce angustia ni preocupación, y lo demuestra el tono irónico y burlón que indica escepticismo, indiferencia y total seguridad de que ni existe, ni les interesa la verdad.
Hay bellísimos y conmovedores ejemplos de personas, incluso ateas, agnósticas, hasta agresivas con la Iglesia y con los creyentes, en general, convertidas a la” verdad “ sea de la fe, del amor o de la justicia” verdadera.”
Un caso relativamente cercano, entre los infinitos que se cuentan, es el de la filósofa,judía, atea, Edift Stein, víctima de los nazis en las cámaras de gas ; hoy Santa Teresa Benedicta de la Cruz, copatrona de Europa. Leyendo la vida de Santa Teresa de Jesús, la española, exclamó: “Aquí está la verdad”.Después de muchos años de buscarla con angustia y sinceridad. Miguel de Unamuno es el ejemplo clásico de despertador de las conciencias  que decía: “Yo no espero nada bueno de un hombre que por ignorancia, pereza mental, cientifismo o lo que sea no se preocupa de estos temas del corazón, como son Dios, el alma, el más allá…” Y se reconocía “agnóstico” de mente y creyente de corazón. Y decía que su misión era hacer que estuvieran inquietos y anhelantes para poder buscar la verdad a todos sus lectores u oyentes.
“Todo el que es de la verdad, oye mi voz”.Dijo Jesús. Todo el que ama y busca la verdad, quiere decir, oye  mi voz.  Así lo dijo, rotundamente, y la Historia lo confirma.
La Historia ha juzgado a este juez inicuo. Como juzgará a los muchos Pilatos que tienen delante la verdad y no la ven o no la quieren ver.
¡ Desgraciado Pilato! Preguntó por la verdad, y la tenía delante.