Foto Art(Carmen Olivas) Despierto, y cuando intento levantarme, siento un dolor muy fuerte en la parte derecha de mi cuerpo y que impide moverme. Con ayuda de mi esposo, logro levantarme y caminar un poco, pero el dolor a cada paso es intenso.

Eso pasó hace más de dos años. Las responsabilidades del día eran impostergables, había que cumplir con todo lo programado laboralmente; me perturbaría tener que enfrentar todos los comentarios en la oficina, cuando me vieran caminar en la forma como lo estaba haciendo. Ante todo esto, me vino la pregunta: “¿Cuál es tu verdadera identidad?”. La respuesta que me vino me tranquilizó.

Si eso hubiera pasado años antes, me hubiera imaginado una serie de diagnósticos relacionados a dolencias físicas, o investigado casos parecidos para poder orientar así mi situación; o quizás me hubiera sugestionado con las opiniones de los amigos. Sin embargo, yo estaba aprendiendo y practicando conocimientos sobre una manera diferente de pensar y vivir, en los cuales es eficaz entender la verdadera identidad.

La autora del libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, Mary Baker Eddy, metafísica cristiana del Siglo XIX, explica que la verdadera identidad no depende de lo físico, y en ella no se incluye dolor, ni hipótesis, porque la salud proviene de lo espiritual, más precisamente, de la Mente divina.

Algunas ideas indicadas por la autora del libro sobre las sensaciones del cuerpo relacionadas directamente con la Mente divina que forma, crea y gobierna armoniosamente me fueron de gran ayuda: “Vuelve tu mirada del cuerpo hacia la Verdad y el Amor” (otros sinónimos para Mente); “Mantén tu pensamiento firmemente en lo perdurable, lo bueno y lo verdadero y lo traerás a tu experiencia en la medida que ocupen tus pensamientos.” Pensar de esa manera me trajo una serena expectativa de que me sanaría.

No soy la única que piensa así. Desde hace muchos años personas encuentran fortaleza, confianza y curación para el dolor con medidas no farmacológicas, y varios estudios explican esos procesos.

Pero mi confianza radicaba en un método científico y metafísico de reconocer mi verdadera identidad como espiritual, o sea, mi ser como la creación armoniosa de la Mente, Dios. Muchas buenas ideas iluminaron mi pensamiento, y entendí lo que significaba volver el pensamiento del cuerpo hacia la Mente.

Como resultado, para mi alegría, al tercer día caminaba correctamente y con libertad, pues el dolor había desaparecido completa y permanentemente.

¡Es reconfortante saber que la libertad y la salud derivan solamente de lo divino!

Cuando en algún momento te encuentres sintiendo dolor, anímate a buscar tu verdadera identidad. Quizás encontrarás también tu libertad y salud espirituales.

Carmen Olivas es Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana en Perú, y escribe sobre salud y espiritualidad desde una perspectiva espiritual.