(Susana López Chicón) Unos dicen que es tiro al plato, pero en el Arroyo de la Breña son varios los senderistas que encuentran perdigones en el cauce del río y en más de un domicilio se han encontrado pichones de paloma torcaz muertos.

A mi casa vienen a beber con su andar sigiloso y, temiendo ver a un humano, corretean y echan a volar.

Son grises adornadas con un collar que las hace majestuosas; se pasean con total libertad, tranquilas si las observamos de lejos.

Solo aspiran a vivir en paz, como el símbolo que representan. No son agresivas ni serían capaces de venganza alguna frente al despiadado que las apunta y dispara para matarlas.

Se cuenta que se sirven frescas y recién hechas en el mismo restaurante de dicha Asociación, pero desconozco la fuente o, mejor dicho, el plato tras el que son escondidas, aniquiladas y servidas.

Se dice que siguen muriendo; se comenta que de vez en cuando el lugar hace uso de su verdadero nombre y Tiro de Pichón sigue siendo, eso dicen, el lugar donde los pichones de  palomas dejan de volar para caer rendidas y moribundas con un perdigón que se escapó de algún plato.