(I. U.)   La celebración de este 1 de Mayo, fiesta internacional del mundo del trabajo, va a estar lejos de ser una mera fiesta ritual. Estamos en el sexto año de una profunda crisis del sistema capitalista y el neoliberalismo intenta imponer una salida que refuerza la explotación, vacía el llamado Estado del Bienestar y conculca los derechos de los trabajadores. Las políticas neoliberales están agravando la crisis: la inestable y débil creación de empleo de los últimos meses sólo da lugar a una mayor desprotección social, como consecuencia del incremento del paro de larga duración y la pérdida de prestaciones y, sobre todo, de la aplicación de las reformas laborales, que está generando trabajadores pobres. Pobres con contrato. La población activa disminuye y la emigración juvenil crece. El deterioro de los servicios públicos fundamentales es evidente. La desigualdad y la pobreza se están extendiendo hasta límites insoportables, afectando especialmente a la infancia y la mujer. Con todo ello, lejos de resolverse los problemas, el déficit no se reduce y la deuda pública aumenta rápidamente. Las medidas de austeridad son un fracaso. El sufrimiento que se impone sólo sirve para garantizar la rápida recuperación de los beneficios empresariales. En Francia, por ejemplo, vemos como, se utilizan con descaro por parte de un Gobierno socialdemócrata las mismas argumentaciones que se usaron en España para justificar las políticas antiobreras de recortes. En otros lugares, los conflictos militares y las amenazas de guerra se refuerzan. La lucha, la movilización y la organización en sindicatos de clase, sigue siendo la mejor arma de los trabajadores y trabajadoras. Así vemos como acciones como la de la limpieza urbana en Madrid y en otras ciudades, las huelgas en la enseñanza, los logros de las mareas en la sanidad de Madrid, la lucha de Coca Cola, Sniace o ALSA, por poner sólo algunos ejemplos,  y sobre todo la gran movilización por el pan, el techo y el trabajo del 22 de marzo, están cambiando la situación. Junto a ello, hay que cambiar la correlación de fuerzas en las instituciones. En concreto, las próximas elecciones europeas pueden permitir que la fuerza del mundo del trabajo, de la ciudadanía, se refleje en el próximo Parlamento Europeo. Lo fundamental de las políticas que afectan a nuestros salarios, a nuestras pensiones, a los servicios sociales y a los derechos laborales se decide en Europa. Está en juego mucho de lo que afecta a nuestras vidas y es preciso destrozar el bipartidismo para que se abran paso los intereses de los pueblos de Europa. Las políticas de la Comisión Europea, del Banco Central y del Fondo Monetario Internacional (la llamada troika) en alianza con los intereses del gran capital y de la banca intentan reforzar la explotación de los trabajadores y trabajadoras de todos los países de Europa, desde los ”minijobs” en Alemania o los contratos “cero horas” en el Reino Unido hasta la congelación salarial en Francia