(Jmm Caminero) Son tiempos complejos y poliédricos y paradójicos, analizamos y estudiamos, palabra por palabra, grandes figuras del mundo helenístico de la moral y de la ética, y no miramos en la acera de enfrente, surgen grandes figuras éticas y morales, quizás ayer u hoy o anteayer, una de esas grandes figuras-personas-personajes es un ser, que en su tiempo pasó de forma humilde y modesta, pero que es un gran monumento a la moralidad y a la eticidad y a la espiritualidad, hablamos de Leopoldo de Alpandeire.
Leopoldo Alpandeire, 1864, Alpandeire, Málaga, + 1956, Granada. Todo ente, nos dirían los escolásticos, es de sí y por sí, bello y bueno y verdadero, pero no cabe duda de que hay seres humanos, aunque todos encerramos un halo de misterio y enigma, hay seres que en su laberinto-volcán-espiral, han sabido dejar surgir más lo bueno que lo menos bueno, más lo verídico y verdadero en relación a la bondad que no la no-bondad. Uno, uno de esos seres fue Leopoldo de Alpandeire. No podemos mostrar en unos cientos de palabras, toda la profundidad de este ser, entre otros motivos, porque él no lo dejó escrito, pero solo diríamos, como en los agujeros negros, solo algunas gotas de la luz que salían fuera de sí, de su profunda humildad, algo de ello nos ha quedado.
– Ejerció en Granada, la función de limosnero de los capuchinos, ya que este ser humano fue, por oficio y profesión y vocación, capuchino, es decir, una rama de los franciscanos. Limosnero es una muy antigua función, en todos los monasterios y conventos de Europa cristiana, en la cual, siempre tenían a una persona, que hacia las funciones, de recoger colectas y ayudas, parte para el convento o el monasterio, y parte, para las personas más necesitadas. Diríamos las ONG´s que durante siglos han poblado Europa y España. Ciertamente, entre tantos estudios e investigaciones que se han realizado, se echa en falta que quizás, algún departamento de ciencias sociales, debería estudiar, lo que esta figura ha supuesto para que la sociedad pueda vivir y sobrevivir.
Pero no solo regalaba los pequeños bienes que él recibía, sino que otorgaba y donaba consejos y oraciones. Quizás, quizás muchos piensen que son cosas extemporáneas, pero encontrar una persona, que en un momento decisivo, de perplejidad, de dilemas o trilemas, que te aconseje de forma correcta, que te diga una palabra, prudente, realista, verídica, verdadera, bondadosa y por tanto, racional y útil. Encontrar una persona con una frase o enunciado o juicio o concepto así, no es tan fácil. Si usted encuentra en la vida, a cuatro o cinco personas así, no solo en los menesteres de la complejidad de la vida, sea social, o económica o política, pero sobretodo en ese mar enorme de la moralidad y de la conducta. Si usted encuentra una persona así o dos o tres en la vida, quizás haya hallado un tesoro. Y además una persona, que no quiera de usted nada, ni quiera dirigirle hacia nada, ni convertirle a ninguna ideología, ni obtener de usted ningún interés, ni y ni…
– Si se presentara Diógenes, el cínico en nuestras calles, empezarían un dilema y una polémica, unos lo aplaudirían, otros lo criticarían. Pero quizás los Sócrates de hoy, son esas grandes o pequeñas figuras del cristianismo, que acaban en los altares, figuras que son de todos los colores, de todos los carismas, se diría técnicamente, que ejercen, diferentes y diversos oficios y profesiones y vocaciones en la vida, que la vida misma les sitúa en distintas opciones y circunstancias, nos diría el gran Ortega, que de tanto entendía, que tan sabio era, menos en el entendimiento y comprensión de la espiritualidad humana, y de la espiritualidad divina.
A nuestro comentado, le tocó vivir diferentes oficios y profesiones, casi todas humildes, pero la de aconsejar, cuándo le pedían consejo, no es una vocación o profesión fácil, ni que tampoco buscó, sino que le surgió en las calles de Granada. Un ser humano, que además de los avatares de la segunda mitad del siglo diecinueve, le tocó vivir-existir en los avatares de la primera mitad del siglo veinte, además de perder un hermano en la guerra de Cuba, le dieron el aldabonazo de oír, de lejos, pero de saber, que existieron dos guerras mundiales, de trocear en su alma, la guerra incivil-civil cruenta de la España del siglo veinte…
A veces, me pregunto, en esas calles de Granada, quizás, quizás alguna vez, se cruzaron, con la mirada o por la acera, dos biografías, dos seres, un tal Federico García Lorca, y un tal Leopoldo de Alpandeire, que se dirían con la mirada, quizás se dijeron algunas palabras, quizás el gran Lorca, todavía en ciernes, se acercó y le preguntó algo, quizás, quizás incluso le dio algo de dinero para la beneficencia.
Una sociedad es grande, en lo grande y en lo pequeño, aquí tenemos un ejemplo, un gran ser humano, que quizás, al haber estado tan cerca de nosotros, de nuestras tierras, de nuestro tiempo, viviendo en un mundo tan complejo, con tantos datos, olvidamos, que un ser humano puede llegar a lo más profundo de su ser y de su estar, aunque por fuera parezca, parezca una realidad limitada y pequeña.
Quizás, quizás usted debería leer biografías de santos y santas canonizados, empezando por nuestro protagonista, quizás, quizás usted, sea ateo o agnóstico, o creyente en cualquier religión de las cuatro mil existentes hoy, según nos indican los sociólogos, quizás, quizás acabaría entendiéndose mejor a usted mismo, entendiendo mejor la realidad… Paz y bien, cosa de la que tanto necesitamos en el suelo de la Piel de Toro, hoy particularmente y, siempre…
http://www.facebook.com/cuadernossoliloquiosjmm © jmm caminero (03-19 julio 2018 cr).
Fin artículo 1.310º: “Creadores: Leopoldo de Alpandeire”.