Bajo un cielo sereno y en medio de un recogimiento colectivo palpable, Alhaurín de la Torre celebró ayer un Jueves Santo caracterizado por la intensidad emotiva y la organización impecable de la Hermandad de los Moraos. La jornada se abrió con el acto de homenaje a los caídos, una ceremonia que reunió a autoridades civiles, representantes municipales fuerza del estado y numerosos vecinos en la plaza principal para honrar la memoria de quienes perdieron la vida en distintas contiendas y calamidades a lo largo de la historia.

Concluido el tributo, se inició la procesión de los sagrados titulares de la corporación nazarena: Nuestro Padre Jesús Nazareno del Paso y María Santísima de los Dolores. El cortejo —compuesto por penitentes de túnica morada, acólitos y un nutrido acompañamiento musical— avanzó por las calles del casco histórico con una cadencia solemne que realzó la belleza de los pasos y el silencio respetuoso del público. Las andas se adornaron con exquisitos exornos florales y fueron portadas con precisión, evidenciando la meticulosa preparación de los hermanos.

Uno de los momentos más esperados volvió a ser la tradicional bendición en la plaza, donde la concurrencia se aglomeró para recibir la señal de la cruz impartida desde el trono de Jesús Nazareno. El fervor popular se manifestó en aplausos contenidos y lágrimas de emoción, ratificando el profundo arraigo que esta celebración tiene en el municipio.

La procesión concluyó entrada la noche, dejando tras de sí el eco de las saetas y el aroma de incienso que impregnaron cada rincón del recorrido. Desde la Concejalía de Turismo se subrayó que la afluencia de visitantes superó las previsiones iniciales, afianzando a Alhaurín de la Torre como referente del turismo religioso en la provincia.

Con la mirada puesta ya en la inminente jornada de Viernes Santo, la Hermandad de los Moraos agradeció la cooperación de voluntarios, fuerzas de seguridad y servicios municipales, cuyo trabajo coordinado garantizó el lucimiento y la seguridad de todos los actos. Así, la localidad cierra un nuevo Jueves Santo que refuerza su identidad cofrade y el compromiso de sus vecinos con una tradición que, año tras año, se renueva y engrandece.