(Jmm Caminero) Creo que esta Península Ibérica está llena y rellena y trufada de pequeñas joyas, que son “pequeños” museos que nos definen y describen muy bien, lo que somos y lo que soñamos.

Uno de esos museos es el Museo Anita Ávila, que está en Loja, Granada, se inauguró en el año 2019, dónde nos muestran realidades diversas, entre otras obras de esta autora, ella se dice autodidacta o se define autodidacta, pero quién no es autodidacta. Se indica, que incluso los grandes maestros del arte y de las artes, aunque hayan recibido una formación académica o según los patrones de su tiempo, después ellos o ellas tienen que seguir aprendiendo y aprehendiendo. El arte autodidacta en mi modo de ver, tiene un gran valor. Vale la  pena visitar estos “pequeños museos que son grandes” que están como los olivos y los cereales y los viñedos repartidos por toda esta Piel de Toro, tan antigua y tan nueva…

Dividido en una serie de salas, con nombres diversos dónde nos exponen dichas piezas artisticaza y distintas piezas de la realidad humana, también biográfica de esta autora y su media naranja, y también obras de arte de Anita Ávila. Siempre he pensado que estos museos que están repartidos como molinos de viento, como pequeños quijotes-sanchos por este pentágono que forma esta península ibérica, nos muestran realidades profundas del ser humano, de la consciencia y de la inconsciencia, de los sueños y de las realidades humanas…

Siempre recuerdo que cuentan que un gran CEO, se llaman ahora, Ejecutivos cuando yo era joven, dicen que vino a un gran centro cultural de nuestro país, y, visitó grandes centros museísticos de esas capitales. Y, que ya una vez cuentan, no sé si es verdad, que expresó, “miren ustedes agradezco que me enseñen sus almacenes, y, me enseñen sus grandes artistas, pero nosotros, se refería a su gran Museo situado en Nueva York, tenemos veinte mirós, veinte picassos, veinte modiglianis, veinte…”.

Los interlocutores se quedaron perplejos y contradictorios y contrarios, sin saber qué decir… y, la calle cuenta que siguió expresando. “por favor, llévenme a pequeños museos de arte plástico, que estén repartidos por pueblos o localidades, que serán de artistas que no son considerados internacionales, y, que estos al ser más libres, al ser autodidactas en gran parte, al haber sido olvidados y abandonados durante décadas, al no ser considerados por ellos mismos como grandes artistas… quizás, quizás ellos hayan hecho alguna obra, que si sea de verdad original y creativa e innovadora…”. Y, dicen que los interlocutores se quedaron aún más perplejos… “Miren ustedes, soy como un ojeador de los equipos, pero de arte, busco en museos pequeños y medianos y en los depósitos de los museos grandes y pequeños nuevas ideas y nuevas tendencias… si encuentro alguna, después yo y nosotros en Nueva York, juntamos a una serie de artistas, y, lanzamos una nueva tendencia al mundo…”.

Sea cierto o no lo sea, esta noticia, corre o corría cuándo yo era de mediana edad, cuándo intentaba yo abrirme camino en el arte plástico, por algunos bares de algunos centros museísticos. Sea verdad o no, esto es cierto y esto es verdad, en otras actividad empresariales, porqué y por qué no lo va a ser también en el Arte. Y, esta es la experiencia que tenemos en estos últimos cien años, cada diez o veinte años, lanzan en algún lugar una nueva tendencia artística. Y, algo de esto será verdad, hace unos meses, El Reina Sofía ha hecho una exposición de La Tía Sandalia, una mujer autodidacta de la Mancha, que hacia Arte por necesidad, y, que su familia y ella le hizo un pequeño museo…

Por tanto, visite usted, aléjese un poco de la playa, trasládese usted a esta población, Loja, visite durante unas horas, estos aires y estos vientos y esta agua y estos silencios. Deguste algunos de sus platos y entre en el vientre de este museo, de este museo de Anita Ávila, porque creo que cumple las funciones del arte, de todo arte, nos dice algo y mucho de nosotros mismos, de usted y de su vecino, nos dice mucho de una época y de un tiempo, nos dice mucho de eso que es temporal, que es solo propio de un espacio y de un momento, pero también de eso que es intemporal, inmortal, eterno… esos “universales antropológicos” que nos habla la ciencia social de la Antropología Cultural.

Necesitamos significantes y significados, los humanos no solo comemos como el resto de animales, necesitamos alimentarnos. Y, a la comida, por poner un ejemplo, le añadimos arte, y, creamos el arte de la comida y de los fogones, el arte gastronómico. Todo lo que tocamos, le damos más significados. En el arte y las artes nos sucede lo mismo…

Para terminar, decían los viejos maestros griegos, no sirve ninguna filosofía, que no intente curar algún mal humano. Creo que hay docenas de museos, llamo pequeños, pero son grandes pequeños o pequeños grandes por toda la geografía, que están muy olvidados. Yo, siempre sugiero y aconsejo… que una docena o veintena de esos museos de una zona, de distinta temática, por provincias o comarcas, construyan una Red Provincial de esos Museos, y, formen sinergias, y, por tanto un escaparate para que sean visitados, por los autóctonos, los de la provincia, los de la región y los de fuera…

Hasta dónde conozco, visite usted este museo, visite obras de la realidad humana del tiempo que le tocó vivir a esta artista y autora. Y, visite también obras de arte de esta persona. Porque nos están hablando de nosotros mismos. Al final, una obra de Arte es un espejo… Yo, les diría a los equipos responsables del Museo Reina Sofía, de los grandes Museos de Arte Actual de nuestro Estado, que visiten estos museos medianos y pequeños, y, que al menos una vez al año o dos, hagan una exposición en sus centros de Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia, Sevilla de obras de esos museos perdidos entre montañas y mesetas, entre silencios y ruidos. Aquí, aquí mi homenaje a este museo, a esta autora. Paz y bien y belleza…

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Fin artículo 4.810º: “Visiten el Museo Anita Ávila de Loja”.