Antonio Serrano Santos

Una Teología Deshumanizadora

La teoría, porque no es más que una teoría sin pruebas reales, de que sólo podemos conocer al Cristo de la fe y nada, o casi nada, del Jesús histórico, es una aproximación, si no lo es de lleno, a la doctrina del Fideísmo; es decir, la que sólo admite como garantía de creer, la fe; despreciando toda aportación de la razón, de la historia, de los descubrimientos arqueológicos, de todo lo que no sea la fe, y sólo la fe.

Admitir sólo al Cristo de la fe es despojar a Jesucristo de sus características humanas. Es negar en los evangelios como hechos reales, históricos, las acciones y palabras de Jesús, reduciéndolo todo a una invención “teológica”, a una previa preparación de su divinización posterior, como un mito sobre el que se construyó un Cristo al que sólo conocemos por fe.

En base a esto, se ha construido así imágenes de Cristo desde un revolucionario, antirromano, a un moralista benigno que todo lo aprueba y ocasiona su muerte injusta ajena a la redención. Dice el Papa teólogo: “Quien lee estas reconstrucciones de Jesús puede comprobar enseguida que son más una fotografía de sus autores y de sus propios ideales que un poner al descubierto un icono que se había desdibujado”.

“Entretanto, esta impresión ha calado hondamente en la conciencia general de la cristiandad. Semejante situación es dramática para la fe, pues deja incierto su auténtico punto de referencia: la íntima amistad con Jesús de la que todo depende, corre el riesgo de moverse en el vacío”.

Nosotros, humanos, necesitamos esas referencias humanas, porque no podemos amar ni creer “si no vemos y tocamos”, como Tomás el discípulo exigente e incrédulo; porque necesitamos retratos de los que amamos y queremos recordar; de estampas e imágenes que mantengan y despierten nuestro afecto; no nos contentamos con una idea confusa de Jesús, con unas palabras y unos hechos que no sean suyos.

“En cuanto me era posible, sigue Joseph Ratzinger, he intentado presentar al Jesús de los evangelios como el Jesús real, como el Jesús “histórico”, en sentido propio y verdadero. Estoy convencido, y confío que el lector también pueda verlo, de que esta figura resulta más lógica y, desde el punto de vista histórico, también más comprensible que las reconstrucciones que hemos conocido en las últimas décadas. Pienso que precisamente este Jesús- el de los evangelios- es una figura históricamente sensata y convincente.”

Hay muchísimos datos en los evangelios y en el resto del Nuevo Testamento abrumadores de realismo sobre Jesús, sus palabras y sus hechos. Voy a exponer unos cuantos que hacen imposible no ver su realidad; no como una reconstrucción teológica, idealista, mítica y, por tanto, falseadora de esa realidad.

“…lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y palpamos con nuestras manos tocante al Verbo de Vida…lo que hemos visto y oído os lo anunciamos a vosotros” (Primera carta de San Juan,1-4). “…honor en la revelación de Jesucristo a quien amáis sin haberle conocido y en quien creéis sin haberle visto” (1ªcarta de San Pedro,8-9) “Ved mis manos y pies, que Yo soy. Palpadme y ved que el espíritu no tiene carne y huesos como veis que Yo tengo”. ¿Tenéis aquí algo de comer? Le dieron un trozo de pez asado y comió delante de ellos”. (Lucas, 24,39-43) “Hemos comido y bebido con El”. (San Pedro) “Jesús abrazaba a los niños, les imponía las manos y los bendecía”. A la hija de Jairo, luego de devolverle la vida, dijo a los padres: “Dadle de comer”. Llevaba horas muerta y los padres, en la alegría, se olvidaban. “Recoged los pedazos que han sobrado para que no se pierdan”. En la multiplicación de los panes y peces. Lavó los pies a sus discípulos. Sudó sangre y rechazaba el cáliz de la pasión, con dolor humano. Y toda la pasión. Y tantos detalles como éstos ¿no son reales?

¿No es real nuestro dolor, nuestra muerte? ¿Cómo voy a afrontarlos sin un punto de referencia tan humano como el mío con la esperanza y el trato íntimo con Jesús humano que, siendo Dios, espíritu invisible, comparte mi dolor y mi muerte, asimilando mi naturaleza humana en la esperanza de una fe que cree porque ve y sigue el ejemplo de un Jesús tan real en sus palabras y acciones como yo mismo?

Decía Santa Teresa de Jesús que quisiera tener un retrato de Jesús para verlo ya que no podía tenerlo clavado en su alma. Si ella hubiera visto el rostro de la Sábana Santa de Turín, seguro que lo reconocería como histórico Quizás Él, con este retrato misterioso suyo, quiso aceptar el reto de este siglo, incrédulo o fideista e iconoclasta, hasta en muchos teólogos, como el de Tomás que no creyó hasta que metió sus dedos en el agujero de los clavos y su mano en la herida del costado. Para los que dicen que los evangelios son pura ficción, teología sin base histórica, esos clavos y esa herida y esas lágrimas de sangre de Jesús no son reales. No sabemos nada de Él. ¿O es que no quieren saber cuánto nos amó sufriendo y tengamos que demostrar nuestro amor también así?

Una teología deshumanizadora de Jesús y del hombre. Una teología que convierte a Jesús en un mito y su vida y obras en una leyenda. Y nos quiere privar a los hombres de todo lo humano por el que Dios se acerca a nosotros y nosotros a Él.