(Francisco Javier Zambrana Durán – Churriana)

El oficio de ver más allá de lo que está frente a nosotros siempre fue difícil de comprender. Así como algunos comentan que son capaces de conseguir retos imposibles para la vida de un ser humano cualquiera, también hay quienes declaran saber si esos objetivos serán o no cumplidos. Quizá, con un cierto toque de devoción, de confianza en algo que reside al otro lado de lo que nuestra mirada, a priori, nos enseña, busquen y encuentren. En ocasiones, se tropiezan con el error, pero muchas de las restantes terminan siendo ciertas.

            Cuando se habla de predecir el futuro nadie confía, y todos desconfían. El escepticismo creado a partir de los pilares de nuestra sociedad en la que lo tangible es lo válido y lo que no podemos sentir puede ser desechado nos ha llevado a perder lo que hace siglos se llamó la videncia. Pese a llevar una vida acelerada en la que no vivimos el presente ni queremos recordar el pasado y solo creer en que el futuro será mejor, tememos a quienes dicen saber qué es lo que nos deparará lo próximo. En sí mismos, somos seres cerrados a lo que se salga de los cánones marcados del contexto social en el que vivimos.

            Agustín, tras 40 años de debate y de consideraciones sobre este tema, continúa con su mayor afición: la videncia. ‘‘Además de vidente, soy clarividente, es decir, veo con mi mente lo que la persona tiene. Lo mío se centra en la persona y en saber qué es lo que le ocurre’’, destaca. Al contrario de lo que puede parecer por el proceso que realiza, pues es una tirada de cartas al uso, su especialidad es el presente y los problemas que alguien posea en la actualidad.

            Con atención, explica paso a paso como se realiza una sesión. ‘‘Suele durar entre 45 y 50 minutos y se echan unas cuatro barajas, terminando siempre por las cartas españolas’’, comenta. ‘‘Se echan las cartas y la persona pregunta. Según el mazo que haya sobre la mesa, me ayuda a ver unos aspectos u otros’’, añade. Generalmente, y tal y como nos desvela, las preguntas más comunes suelen estar relacionadas con la economía y la salud, tanto de quienes acuden como de otros terceros.

Mesa de Agustín Zambrana en su casa. – Fuente: Francisco Zambrana.

            En estos casos, el error está asegurado, y es complicado determinar si se acierta o no en una predicción. ‘‘He fallado muchas veces, pero en momentos concretos. Luego he rectificado y he seguido, pero nunca le he dicho a una persona que no puedo llegar a ella’’, detalla. Su procedimiento se centra en una conversación con la persona para más tarde comenzar la predicción. En este coloquio, pregunta por nombres de personas y eventos de su vida que pueden haberle ocurrido. ‘‘Hay ocasiones en las que la persona incluso ha llorado por la forma en la que le he desvelado su vida’’, sentencia.

            A pesar de la fuerte relación que mantienen estas prácticas con un posible distanciamiento de las religiones, Agustín, declarado creyente, pero no practicante, mantiene su culto en las sesiones. ‘‘Yo lo hago porque soy creyente. Tengo mis santos y mis objetos y trabajo con ellos. Creo que tengo una guía espiritual, llamada Santa Gema, y pido y curo por ella’’, pone de manifiesto. Su devoción por los santos le lleva a tener decorado su hogar con ellos, sin embargo, no le impide el entrar en contacto espiritual con personas creyentes.

‘‘Han venido personas que no me han creído y me han dicho que tenía que decirles algo para confiar’’, puntualiza. El estigma que posee esta disciplina lleva a la desconfianza casi absoluta de gran parte de la sociedad, la cual se niega a comprender algo que no puede ser demostrado, algo que incluso entra en contacto con entes religiosos y que depende más de una devoción personal que de una demostración. ‘‘Cuando he hablado con la persona y le he dicho lo que sabía mediante las cartas, ha llorado’’, comenta.

Sin embargo, en un mundo como este, en el que nada es posible que se demuestre excepto cuando ya ha tenido o no lugar ese hecho, las estafas son comunes. ‘‘Cualquiera coge una baraja de cartas y dice que es vidente. Para esto no hay que estudiar ni nada, sino que uno nace así. Yo puedo decirle a una persona el 95% de lo que necesite, pero hay engaños que obligan a personas a pagar demasiado por algo que no es real’’, detalla y continúa con algunos ejemplos de personas que le han trasladado sus historias.

‘‘Hay que creer en esto, y tengo cierta gente que saben que les va bien conmigo en este sentido’’, prosigue Agustín. ‘‘Yo empecé con 24 años y llevo ya más de 40 con ello’’. La larga trayectoria, en la que ha podido comprobar múltiples predicciones y ayudar a solucionar el presente y el futuro de personas de toda índole, le ha permitido corroborar la exactitud de esta disciplina o sus errores. Aquellos que rodean a uno de los puntos de mayor escepticismo de nuestra sociedad centrada en el futuro que vendrá.

Diferentes barajas de cartas de la mesa de Agustín Zambrana. – Fuente: Francisco Zambrana.

Limpieza espiritual, el mito de la realidad

Otro de los aspectos que engloba Agustín es la limpieza espiritual. ‘‘Además de la videncia, me dedico al mal de ojo o a trabajos de brujería’’. Este proceso se caracteriza por una conexión con entes no visibles que acuden, tal y como él nos explica, de madrugada. ‘‘Aunque sea un espíritu bueno, se trata. Cuando veo que es así, por ejemplo, le coloco una vela blanca para que este se vaya hacia arriba. Si es malo, se abre la ventana de donde estemos para que salga y no se quede en el lugar’’, resume.

            ‘‘Yo no curo. Mi tarea no es esa, sino que me dedico a quitar espíritus de personas que tienen mal de ojo con mis manos y herramientas benditas’’. Desde hace años, la demanda de este tipo de ‘sanaciones’ ha aumentado, ya que parte de la sociedad ha comenzado a sospechar de la posibilidad de prácticas en contra de ella. ‘‘Hay personas que tienen odio a otras y hacen vudú con su foto o le hacen daño. Al ver a una persona, sé si tiene o no un espíritu’’, declara.

            En este nivel, la desconfianza de si es real lo que tiene lugar o no, crece incluso más que en el caso de la videncia. El tratar acciones presentes genera aún más escepticismo, y no parece encajar dentro de los cánones marcados por la ordenada sociedad. El desconocimiento de este tipo de prácticas lleva a casi temer de ellas, e incluso a denostarlas, muy a pesar de que no tengamos una prueba fehaciente de que sean un fraude o de que funcionen.


Realizado por: Francisco Javier Zambrana Durán (@neyfranzambrana/Francisco Zambrana).

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