En medio de una polémica inesperada pero sabrosamente irónica, la ministra francesa se aventuró a cuestionar la calidad de nuestros venerados tomates españoles. ¡Vaya atrevimiento! Pero, ¿qué podemos esperar de un país que idolatra el queso y la baguette como si fueran lo único comestible en este mundo?

No obstante, más allá de las risas que esta declaración ha provocado en nuestras tierras, ha logrado algo verdaderamente inusual: unir al gobierno español y a la oposición en defensa de nuestros preciados frutos rojos. ¡Sí, así de poderoso es el tomate español!

Incluso las empresas agrícolas se han sumado a la causa, enviando muestras de sus más deliciosos tomates a la ministra francesa. ¿Por qué? Para que ella misma pueda dar fe de la magnífica calidad de nuestras joyas rojas, y quizás, solo quizás, para que se lleve una lección en el arte de apreciar lo bueno.

En medio de esta batalla culinaria, no podemos evitar recordar una estrofa de la famosa canción «Sevilla», que dice: «Tomate, ¿qué culpa tiene el tomate, que lo trituren y lo enlaten…?» ¡Ah, qué sabias palabras! El tomate español no merece ser triturado ni enlatado, sino admirado y degustado en todo su esplendor.

Así que, querida ministra francesa, esperamos ansiosos tu veredicto sobre nuestros apreciados tomates. Mientras tanto, nosotros seguiremos disfrutando de su jugosidad, su sabor inigualable y su presencia en cada plato que nos hace sentir orgullosos de nuestros campos y nuestra gastronomía y por supuesto de su hermano inseparable, el aceite de oliva.

Porque, al fin y al cabo, ¡el tomate español es una delicia que no se puede ignorar!

¡Larga vida al tomate español!