La mañana lluviosa, con su atmósfera de suspense, parecía presagiar algo especial, y H, con su mente de escritora y ojos de cronista, se embarcó en el tren AVE Málaga-Córdoba-Madrid, sin sospechar la historia en la que se vería envuelta. Cuando el tren avanzaba con normalidad entre la comarca del Guadalhorce, la paz se vio interrumpida por un temblor extraño, seguido de un violento parón. El tren había descarrilado cerca de Álora, bloqueado por derrumbes provocados por las lluvias torrenciales.
En lugar de sucumbir al pánico, H se sorprendió de la fría serenidad con la que observaba los sucesos a su alrededor. Con su teléfono en mano, comenzó a documentar cada instante, publicando en redes, describiendo la lluvia repiqueteando contra los cristales y las miradas de sus compañeros de viaje, entremezcladas de nervios y desconcierto. Su primer mensaje decía: «El tren se ha detenido, el ruido era fuerte… pero aquí estamos, una escritora en su elemento.»
La situación se tornó surrealista cuando la realidad golpeó y el encierro en el vagón empezó a asfixiarla con un leve toque de claustrofobia. Entre pasajeros había murmullos de angustia, y un niño preguntaba a su madre si el tren volvería a moverse pronto. H, quien nunca pensó estar en medio de una novela de suspense sin escribirla, sonrió con cierta ironía mientras compartía en directo: «Si esto fuera una de mis historias, seguro aparecería un detective.» Con cada publicación, mantenía la compostura, usando el humor para calmarse a sí misma y al grupo virtual que la seguía con expectación.
Pasaron los minutos. El personal del tren iba y venía, asegurando a los pasajeros que estaban a salvo y que otro tren pronto los recogería. Pero, como buena narradora, H capturó la incertidumbre: «Es curioso cómo todos miramos al revisor con una mezcla de esperanza y duda. Creo que lo nombraré el Héroe Anónimo de esta crónica.»
Finalmente, después de una espera que se alargaba, los pasajeros fueron trasladados a otro tren. Al salir de aquel vagón, H suspiró, ahora consciente de la experiencia. Lo que empezó como un trayecto cualquiera, resultó ser un evento inolvidable. «Una historia más para contar,» pensó, y mientras veía los operarios atendiendo al tren averiado, compartió una última frase a sus seguidores: «Nos vamos, pero la historia queda. Tal vez el inicio de una saga… ¡Hasta la próxima aventura!»
Con su humor y su aplomo, H no solo había pasado por el incidente, sino que lo había convertido en una historia que sus seguidores vivirían con ella. Quién sabe, quizás este era solo el comienzo de una serie de relatos que, al estilo de Agatha Christie, la llevarían a lugares donde el misterio se cruzaría siempre con el destino.