Rosa Macías: Solo voy a realizaros una simple y a la vez, complicada reflexión: A veces, no se encuentra lo que se busca.

Y no se encuentra lo que «se busca»… porque llega lo que «se necesita»… aunque no seamos conscientes de ello.

¿Cuántas veces, en nuestra vida… nos hemos arrepentido de dar pasos equivocados y caer en el intento? ¿Y cuántas… por ese mismo miedo acumulado, nos hemos quedado entumecidos cuál alas de paloma herida y no hemos reaccionado?

Hablando en términos generales, se podían aplicar estas teorías a cualquier ámbito de nuestra existencia (amor, amistad, estudios, trabajo…)

En este caso, me refiero en concreto al tema del trabajo. Para los trabajos que nos gustan verdaderamente… igual no nos sentimos capacitados y para los que nos llegan y no valoramos, creemos que nos sobra valía.

Verdaderamente, quiero creer…que no existen malos trabajos ni tampoco tan buenos… (es como el ejemplo del vaso: hay personas que lo ven medio lleno y otros medio vacío). Depende de las circunstancias que nos rodeen en ese preciso instante de nuestra vida y de lo receptivos que estemos ante ello.

Os hablo por experiencia propia… he trabajado en distintos trabajos y en cada uno de ellos, creo que me he dejado la piel (no la del cuerpo, sino la del alma), y esa duele más.

Pero por mi timidez innata, siempre me ha costado al principio acoplarme a ellos (esto queda entre nosotros, eh!) jajaja… que cuesta hablar de ciertos temas.

Después en cuestión de días… ya me sentía «como pez en el agua» y es más… me encantaba nadar en «el».

Luego, hablas con otras personas… y te das cuenta que no eres la única en sentir esas sensaciones… por lo cuál no puedes achacarlo a tu tímidez… sino a un proceso común y nada más.

La verdad es que cualquier trabajo merece la pena, unos porque económicamente te ayudan a llevar un cierto nivel de vida y evitan algunas preocupaciones (pagar hipotéca, darle algún caprichillo a un ser querido, llevar un día a día… sin el nudo en el estómago…) y otros, que aunque te aporten menos en el factor económico,  te sacian el alma y te enriquecen en el ámbito personal.

Ahora, después de vivir experiencias seguramente con ambas opciones, os ronda en la mente…el siguiente dilema:

– Estar en un trabajo que te ofrece una economía estable, aunque te amargue…sintiendo que empequeñeces por no crecer a nivel personal.

– Buscar el trabajo que te haga vibrar, pero no te brinda una estabilidad económica, por lo cual a la larga, acaba destruyéndote.

Supongo que igual lo has pensado alguna vez o te has visto en ese camino… en el cual tuviste que tomar una decisión. ¿Qué merece más la pena?

¿Crees que existe el trabajo ideal? ¿Eres uno/a de esos afortunados/as? ¿Persigues tus sueños o tus sueños acaban persiguiéndote a ti?

 

Con esta reflexión os dejo…

 

Un abrazo,

Rosa Macías

(despierta_tu_belleza@hotmail.com)