justice-148252_640(Antonio Serrano Santos)  De acuerdo. Pero no toda ley, por el hecho de ser ley, es justa. La misión esencial de la justicia, además de sus aspectos o finalidad concretos, como son la justicia legislativa, distributiva y conmutativa, es el bien común. Una ley, para ser justa, tiene que cumplir con esa misión general: el bien común, que está por encima y antes que esas otras tres, es más, es, también, parte esencial de ellas.

¿ Se ha conseguido ese bien común con la anulación de la “doctrina Parot” y la excarcelación rápida, inusitada y masiva, de etarras, violadores y criminales, con delitos horrendos, condenados a cientos y miles de años, sin arrepentimiento ni previsible reinserción, más bien todo lo contrario, por los rostros sonrientes y actitudes, lejos del  sentimiento de culpa, que muestran, y con la seguridad, según criterios profesionales, de reincidir?

¿Qué hubiera pasado si el Gobierno español, respaldado por el Tribunal Supremo que defendía la tal Doctrina Parot, y respaldándolo él, a su vez, se hubiera negado a aceptar la sentencia del TDH, de Bruselas?¿Tan terribles consecuencias iba a tener, mayores que el daño causado y la alarma social provocada con la jauría de criminales sueltos que irán a la caza, de nuevo, de nuevas víctimas? ¿ No se han reído, de hecho, otros países, de las decisiones de ese tribunal? ¿ No es España un país soberano, o está sometido, sin ninguna excepción, a una legislación superior que anula la de los tribunales españoles?¿Es que la justicia, la justicia a secas, la del bien común, es distinta de un país a otro?

¿Ese Tribunal de Derechos Humanos ha tenido en cuenta el fin esencial de la justicia: el bien común como máximo derecho humano?¿No ha favorecido, más bien, el bien particular de los terribles criminales? ¿La anulación de la aplicación de las penas retroactivas, anula los crímenes y sus penas correspondientes? Ha prevalecido su derecho particular al derecho superior, común, de las víctimas, tanto de las que fueron asesinadas y violadas, como el de sus familias. Parece que este tribunal  desconoce, consciente o inconscientemente, pero irresponsablemente, la verdadera situación del terrorismo y la delincuencia en España. Y sabemos, también, del judas que, puesto por la nefasta política que elige a los jueces, no defendió a la justicia española, más bien lo contrario.

El bien común es la suprema ley que está por encima de cualquier otra ley. “Salus animarum, suprema lex” : “ la salvación de las almas(en este caso, de los hombres y de sus derechos,  es la suprema ley”, este es el axioma, del que podemos aprender, del humanismo cristiano, de la civilización cristiana, principio y fundamento integrador de la Europa actual y de la misma Unión Europea, de la que parece, traicionándose a sí misma, haber renunciado este alto tribunal, olvidando el heredado “Ius civile” romano y despreciando la historia de Europa.

En este caso, esta suprema ley está por encima y antes, tanto de la sentencia, o ley, del TDH, como de la doctrina Parot (o ley, también), se apliquen o no, que es el bien común: aplicar la sentencia, o leyes, de los tribunales españoles , con su independencia soberana, reparar el daño a las víctimas y a sus familiares, con las penas correspondientes de cumplimiento íntegro, sin rebajas por trabajos, ni estudios, ni nada, si no hay arrepentimiento ni reinserción previsible, que ya se ha visto que son casi todos. Ni permisos de salida, en absoluto, por la frecuencia con que lo aprovechan para reincidir o comprobarse que no estaban justificados. Y no por espíritu de venganza, sino de justicia, como afirman muchas víctimas, almas nobles, en contraste con esos hombres y mujeres sin alma.

La sentencia del Tribunal de Derechos Humanos y la  cobarde sumisión y acatamiento son hechos que claman al cielo. Como dice este Papa Francisco,: Jesús habla de perdón y misericordia, pero hay casos en los que no habla de perdón, por la falta de arrepentimiento y pura maldad; casos que Dios se reserva para aplicar la justicia que no hicieron los hombres. Palabras durísimas en labios de Jesús : “Al que escandaliza, daña, a estos inocentes, más le valiera que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al fondo del mar”. Y al traidor: “ ¡ Más le valiera no haber nacido!”. Para lo que han hecho este alto tribunal, y los judas que lo componen, más les valiera no haber sido creado.