“El destino desde luego es nuestro, hay que cultivarlo en comunión y en comunidad. Luego, si hay individuos que quieren dividir y crear enfrentamientos, nosotros creemos en la importancia de caminar unidos por la paz, unos con otros, pero jamás unos contra otros”.
( Víctor CORCOBA HERRERO) El futuro es algo que está por hacer, siempre lo ha estado; y así, en cada aurora, se nos presenta abierto a nuestros propósitos. En consecuencia, la obligación de cada ciudadano, no es profetizar el mal ante el aluvión de preocupaciones que se nos presentan en el camino a diario, sino más bien pelear por un mundo más humano y mejor. Esta es la verdadera valentía, el valor de la lucha, que nos lleva a ir más allá de una existencia tranquila, al menos para no dejar que la vida de los pueblos se reduzca a un juego de los poderosos. Sin duda, hoy más que nunca tiene que prevalecer el diálogo y la cooperación, el entendimiento entre sí, comenzando por una alianza global que contribuya a mantener un nuevo orden estético en el centro de la vida pública.
En efecto, los derechos humanos nos conciernen a todos y son para todos. Por tanto, debemos asegurarnos de que guíen las decisiones, determinantes de nuestro porvenir; máxime en un momento de cambio social, con nuevas herramientas tecnológicas que permiten simular las capacidades humanas, pudiendo utilizarse fácilmente de modo indebido. Sin duda, las decisiones deben recaer en nosotros, manteniendo el control afable sobre el uso de la fuerza, creando marcos normativos globales coherentes, protegiendo la identidad y la integridad del ser con el estar, así como la información, cerrando la brecha de capacidad en materia de inteligencia artificial entre los países ricos y los pobres. Todo debe quedar en manos de los seres pensantes, no de las máquinas.
Lógicamente, el mañana es mucho más de los corazones que de las mentes. Nuestro gran sustento pendiente de ser llevado a buen término, es hacer realidad la sana conjugación del amor de amar amor, que es lo que nos enternece y nos colma de eternidad. Reitero, pues, mi esperanza; a que los rápidos avances de la ciencia y la tecnología impidan el deplorable empleo de armas de todo tipo; justo en este año, en el que se conmemora el centenario del Protocolo de Ginebra de 1925. Hace un siglo, tras ser testigo de las terribles y temibles consecuencias de las armas químicas utilizadas durante la Primera Guerra Mundial, la comunidad internacional se unió para prohibir que se emplearan como instrumento de absurdas contiendas.
Lo importante radica en no dejarse amedrentar por nada ni por nadie; al fin y al cabo, todos tenemos una misión que cumplir, la de ser gentes de verbo transparente y verso embellecedor, lo que conlleva el ejercicio de ser personas sencillas e inermes, cansadas de la violencia, para que quienes tienen responsabilidades por el bien colectivo no sólo se comprometan a condenar las contiendas, sino también a crear las condiciones para que no se expandan las guerras. El destino desde luego es nuestro, hay que cultivarlo en comunión y en comunidad. Luego, si hay individuos que quieren dividir y crear enfrentamientos, nosotros creemos en la importancia de caminar unidos por la paz, unos con otros, pero jamás unos contra otros. Sinceramente, nos necesitamos entre sí.
Sea como fuere, lo venidero tiene que resplandecer en sanación, no podemos continuar enfermos de dejadez y olvido, precisamos del acercamiento de latidos para participar en el cultivo de sueños para lo que está por llegar, lo que nos llama a una implicación distintiva y comunitaria. Activar ese calor de hogar, va a ser vital tanto para reencontrarnos como para conciliar la reconciliación, estar a la altura de los vínculos y salir de las polarizaciones, que nos deshumanizan por completo, impidiendo afrontar los desafíos. De lo contrario, condenaríamos a la humanidad a un futuro sin anhelos, en el caso de que quitáramos a alguien la capacidad de decidir por sí mismo y por sus vidas, condenándola a depender de lo material. Pondríamos en entredicho, la misma dignidad humana.
Víctor CORCOBA HERRERO/ Escritor
26 de noviembre de 2025.-




















