(Por Moisés S. Palmero Aranda, Educador ambiental) No hay mejor manera para celebrar el Día del (mi) Municipio, El Ejido, que presentando un proyecto que nos ilusiona como vecinos, pero sobre todo como educadores ambientales, porque está pensado como un largo proceso de varios años analizando, estudiando, comprendiendo, aprendiendo a mirar la realidad en la que vivimos con el objetivo de buscar soluciones, alternativas, y lo fundamental, adquirir la determinación para pasar a la acción.
Hemos decidido apadrinar una de las playas del Espacio Protegido de Punta Entinas Sabinar porque nos sobran los motivos. El principal es que le tenemos especial cariño por la tranquilidad que nos aporta, ya que, debido a la distancia entre los aparcamientos y la orilla, es una (por no decir la única), de las playas vírgenes, y, por tanto, poco frecuentadas, que quedan en nuestra provincia.
Entre el mar, la tierra y el cielo, estas playas son grandes laboratorios naturales, ya que por la ausencia de construcciones que interfieran en el movimiento de la arena, aún podemos ver el papel que juega la dinámica litoral para la conservación de las costas. Y por su aislamiento y escasa intervención humana, el ecosistema es increíble. Podemos hacer un recorrido desde los impresionantes fondos arenosos de praderas de posidonia y cimodocea, buscar “terosos” por la zona litoral y atravesar los cordones de dunas, las primeras embrionarias y móviles embellecidas por la paleta de colores de las pequeñas plantas adaptadas a los vientos, salinidad y brisa marina, y las segundas fijadas por las largas raíces del bosque de lentiscos y sabinas, hasta llegar a las viejas salinas donde descansan una gran variedad de aves que van y vienen a lo largo del año.
Además, son un enclave histórico primordial para entender de dónde venimos. Los fenicios, los primeros navegantes que llegaron, la influencia del comercio de la romana Murgi, la piratería, la explotación industrial de la sal en el siglo veinte, los numerosos hundimientos que ha habido por la peligrosidad de sus costas, sus faros, las maniobras americanas y hasta Conan el Bárbaro, han dejado innumerables leyendas y construcciones que nos demuestran que antes de nosotros hubo otros muchos, y que después también los habrá.
A estos condicionantes emocionales, ambientales e históricos, tenemos que sumarle que, al ser una playa natural, los servicios de limpieza no pasan por ahí, algo de lo que, solo en parte, me alegro. Así que también se ha convertido en un museo de los horrores, de la sinrazón humana, haciendo palpable el gravísimo problema que tenemos con las basuras y residuos en general, y las marinas en particular, que aparecen y desaparecen con las corrientes.
De entre los aproximados 16 km de costa del Espacio Protegido, hemos elegido la playa de Los Percheles para llevar a cabo nuestro proyecto, porque al tener camino de acceso, aparcamiento y contenedores municipales, nos va a facilitar la labor.
Son muchas las limpiezas que hemos hecho allí en los últimos años, pero ahora nos comprometemos a realizar dos limpiezas anuales para contabilizar todas las basuras que encontremos y analizarlas para entender cómo llegaron hasta allí, dónde se originan, con qué tipo de materiales están hechos, si son diferentes según la época del año, los impactos ambientales, sociales, económicos y en nuestra salud que generan y, lo más importante, a buscar la manera de minimizarlos.
Este compromiso no lo hemos adquirido solos desde El árbol de las piruletas. Lo hacemos con el apoyo y la colaboración de la Cooperativa Eurosol, que a través de su Plan de Sostenibilidad, y en su afán de sensibilizar a sus trabajadores y socios, impulsa este proyecto, enmarcado en el programa de la Red de Observadores de Flamencos de Punta Entinas, que este año lleva a cabo su segunda edición.
Una iniciativa que nace de la sociedad civil, del tercer sector, junto a la empresa privada, y en colaboración, en este caso, de la administración municipal. Como debe ser, y nunca al revés, como estamos viendo en muchas ocasiones. Nunca las administraciones, y mucho menos los sistemas de gestión de residuos que son causantes del problema y que en sus manos tienen herramientas más eficaces que la limpieza para solucionarlo, deberían convocar una actividad de voluntariado para que los ciudadanos hagan el trabajo que ellos, por falta de recursos, negligencia, inacción o intereses económicos, no hacen.
La primera actividad, con los trabajadores de Eurosol, la llevaremos a cabo el día 20 de septiembre, para conmemorar el Día Internacional de la Limpieza que la ONU instauró hace un par de años. Limpiar no es la solución, pero es nuestro nuevo granito de arena para entender y cambiar el mundo.