(Esperanza Mena) Hace muchos días que no escribo nada, pero hoy es imposible que no lo haga, pues ya tenemos la Navidad llamando a las puertas de los hombres de buena voluntad.
En estas fiestas de derroches y comilonas, no podemos y no debemos olvidar a tantas familias que, por culpa de quién sabe quién, están en situaciones tan adversas, que tal vez no tengan nada que poner en la mesa esa noche, en la que el niño Dios llegó a la tierra para ser igual que nosotros pudiendo ser el rey; decidió encarnarse en hombre para redimirnos de tanta maldad.
Claro que en los tiempos que vivimos nadie se acuerda de lo que se celebra ese día; solo se piensa en la fiesta, las comidas, el cava y pocos en verdad ven otra cosa que no sea fiesta y disfrute de días de ocio.
En mi juventud nunca pude disfrutar de una Noche Buena en condiciones, así que, cuando formé mi hogar, decidí que esa noche siempre sería especial y familiar y quisiera que el día en que yo falte mis hijas sigan mi tradición, pongan el belén (como hago yo) y reúnan a sus seres queridos, pero sin olvidar nunca a los más desfavorecidos.
Solo espero que ese niño Dios nos traiga mucho trabajo para todos los que lo necesitan y dé claridad de miras a los que gobiernan nuestro País para que miren más por el pueblo, que es quien más lo necesita, y que los corruptos, sean del partido que sean, paguen lo que tienen que pagar
¡Eso sería un milagro!
Pero yo creo en los milagros.
¡¡FELIZ NAVIDAD Y UN PRÓSPERO AÑO NUEVO!!