futbol(Por Joaquín  Sama) Es sabido que el fútbol es un deporte que se inició en Inglaterra a mediados del siglo XIX, consistente en que dos equipos rivales de once jugadores cada uno se enfrentan con el objetivo de hacer entrar un balón en la portería del adversario, debiendo atenerse los jugadores a unas determinadas reglas.

Se tienen noticias de que ya en el antiguo Egipto hace tres mil años y después, tanto en Grecia como en  Roma, se practicaba una suerte de juego, en que los participantes movían con los pies unas pelotas rellenas de plumas y pelo, en una actividad lúdica precursora en la distancia  a lo que sin duda vino después.

El balompié, como también se denomina a este deporte, es en mayor o menor medida el  más popular y seguido de los deportes en todos los países del mundo. Resulta incuestionable el gran éxito alcanzado por el fútbol a nivel mundial, el enorme volumen de negocio que genera, los seguidores que tiene, las pasiones que despierta, lo que moviliza alrededor suyo… Y todo esto, ¿por qué?

Para responder a esta pregunta debemos remontarnos diez mil años atrás, cuando comenzaron a formarse villas y ciudades, grandes concentraciones de población, tras haber aprendido la Humanidad a cultivar la tierra, lo que llevó a  buena parte de la población a dedicarse a la agricultura, abandonando la actividad de cazadores-recolectores de forma progresiva a lo largo del tiempo.

Esta nueva  forma de obtener los alimentos, trajo consigo una mayor regularidad en la alimentación, mejoraron la salud y esperanza de vida de la población, así como el bienestar de las personas; el trabajo se diversificó como nunca antes había ocurrido, pues se hizo cada vez más necesaria la fabricación de muy diversas herramientas para labrar la tierra, recoger los productos, transportarlos y almacenarlos de forma segura; se desarrolló la construcción de viviendas permanentes, al no vivir ya en la provisionalidad de deambular en persecución de la caza, adaptándose cada cual a los distintos oficios según sus preferencias, necesidades y habilidades. Con el paso del tiempo se fueron formando los gremios y profesiones. La sociedad se hizo cada vez más compleja y variada.

Lo que la Humanidad había venido practicando durante miles, millones de años, para sobrevivir, se perdió definitivamente para la mayoría de sus miembros. Ya no todos los  varones volverían a ser cazadores-recolectores y guerreros, ni todo sería de todos y todos sabrían hacer de todo.

La principal función del hombre de cazar en defensa del territorio y la de recolectar de la mujer fueron sustituidas por nuevas actividades. El hombre dejó de tener la  necesidad de guerrear en defensa de las hembras, las crías, el territorio y la caza frente a otras hordas rivales. Ahora, para cubrir esas funciones,  se seleccionaba y adiestraba en el manejo de las armas a los mejor dotados para ello. Solo en determinadas circunstancias de especial gravedad para la colectividad, el reclutamiento se generalizaba.

A la mayoría de la población masculina se le hurtó la función de guerrear, ocupación que ahora unos especialistas practicaban con mayores garantías, debiendo mantenerse todos los demás en la retaguardia para  asegurar la producción de los pertrechos necesarios.

¿Y desapareció sin más el instinto de lucha, de territorialidad, que a lo largo de millones de años hizo distribuirnos por todo el Planeta? La respuesta es negativa: mientras la evolución del genoma es muy lenta, la evolución cultural es rapidísima en términos comparativos, por lo que ese instinto continúa muy presente en la mayoría de los hombres, que lo llevamos incorporado en el genoma, aunque cada vez resulte menos útil para distribuir el territorio a medida que se crea la aldea global.

Una de las muchas evidencias de la presencia de este instinto en nosotros es el fútbol,  un espectáculo que surge y se mantiene para  cubrir, en parte, la ancestral necesidad  de

guerrear  que tiene el hombre. Por eso le atrae y emociona especialmente a él, protagonista mayoritario de esa función durante el transcurrir de los siglos.

Desde este punto de vista, el fútbol es la representación deportivo-cultural de una batalla campal entre dos hordas rivales. Cuanto más próximos se encuentren los territorios de los respectivos equipos, existan disputas de jerarquía entre una  y otra ciudad o país, o se den desafíos por nacionalidad u otros motivos, mayor será la rivalidad, la tensión antes y durante el encuentro y la pasión que se experimente alrededor del acontecimiento. Los cánticos, banderas y colores representativos de cada grupo estarán presentes en un alarde multicolor de claro significado belicista.

El lenguaje utilizado en el fútbol es un lenguaje declaradamente bélico: el ataque, la defensa, el capitán del equipo, el tiro a puerta, el contraataque…Cada equipo defiende su territorio e invade el del contrario, disputándose la posesión de una pieza, “el cuero”, que bien podría interpretarse como una pieza de caza.

Los colores de la vestimenta de los equipos es ostentosamente aposemática, predominando el blanco, negro, rojo, azul, amarillo, naranja, verde…, como una clara advertencia de la peligrosidad de los respectivos conjuntos.

Los aficionados suelen portar banderas, trompetas y tambores, y una buena parte de los seguidores cubren sus rostros con pinturas “de guerra”, profiriendo ancestrales entonaciones de un ritmo binario manifiestamente primitivo. Y que no se le ocurra a un jugador ser fichado, pasarse a un equipo rival: la afición jamás se lo perdonará y en adelante siempre será tratado como un traidor.

La pasión puede alcanzar tal nivel que, por la experiencia de auténticas batallas campales ocurridas con anterioridad, se opta por separar a los seguidores de ambos conjuntos con  el  fin de evitar altercados.

Sin embargo, a pesar de estas y otras medidas de seguridad,  en cualquier momento pueden desencadenarse incidentes violentos, sobre todo  cuando la representación del espectáculo no es satisfactoria para calmar los ardores guerreros de uno u  otro bando, o se interpreta que ha habido algún tipo de agravio, lo que  desboca las pasiones y hace pasar a los espectadores de la contemplación a la  protagonización real de la batalla con el consiguiente resultado de  destrozos, heridos y fallecidos.

Es curioso recordar cómo el anfiteatro de Pompeya, cuando ocurrió la erupción del Vesubio que la sepultó el año 79 d.C.,  se encontraba  sancionado por Nerón con diez años de clausura debido a unos enfrentamientos que provocaron varios muertos y heridos entre los seguidores de unos y otros gladiadores.

La Cultura, que no es sino la expresión y resolución de las necesidades biológicas de nuestra Especie con métodos no biológicos, ha creado un enorme mundo aparentemente ajeno a la Biología,  bajo el cual subyace, para encontrarla, la más íntima naturaleza del comportamiento humano.

Y el fútbol es un buen ejemplo de ello.

JOAQUÍN  SAMA    Psiquiatra

(Noticia Enviada por Jose Antonio Sierra)