(Susana López Chicón) El ser humano siempre ha tenido que luchar para conseguir sus propósitos.

Los libros de historia están llenos de todos esos valientes, hombres y mujeres, que sin amedrentarse ni acobardarse, sacaron fuerzas de donde apenas había y se enfrentaron a una dura realidad para cambiarla, a costa de muchas ingratitudes miedos, temores, padecimientos y torturas.

Personas que no se quedaron quietas y movieron el mundo, que prefirieron luchar a dejar caer sus brazos y que tuvieron la templanza y el temperamento suficiente para conseguirlo.

Y no fue la ocasión, ni la, seguridad de ganar lo que les ánimo, sino el puro convencimiento de hacerlo, de poner todo el esfuerzo y la creencia de que aquello era justo y necesario y por tanto la valentía en conseguirlo, pese a que todo se vislumbrara como imposible y difícil.

Así se consiguió entre otros logros, el voto de la mujer, en una sociedad donde no sólo carecía de voto sino también de voz y lo que era impensable fue abriéndose camino por el coraje y la valentía de unas pocas, que quisieron cambiar las circunstancias y dejarse la piel y hasta la vida, en tirar para adelante por lo que fervientemente creían, que eran sus derechos como persona.

Y así ha sido siempre a lo largo de los Tiempos: Un ideal, una injusticia, una lucha que es compartida y un grupo que crece y defiende a todas luces lo que considera oscuro y falto de transparencia.

Así hoy en día nos encontramos que 800000 trabajadores interinos, están siendo capaces de despertar conciencias sobre todo políticas que de manera fraudulenta los han tenido explotados y callados.

El Tribunal Europeo ha dado un toque de atención a España que no cumple la ley como es debido y que mantiene a tantos trabajadores en condiciones de inestabilidad incluso desde hace más de 20 años.

La justicia europea les reclama hacerlos fijos pero España ve más sensato examinarlos para comprobar si han servido o han sido válidos en su empleo durante todo ese tiempo y no con un examen justo donde se reconozcan sus años y su experiencia, sino sometidos a unas durísimas oposiciones en condiciones similares a quienes nunca han trabajado en la Administración.  Pudiendo no convocar estas plazas ocupadas hace años  y si otras, para quienes quieran acceder con todo derecho a ellas.

Mientras la población aplaude a tantos de estos trabajadores que han sido puntales y ejemplo por su labor durante la pandemia, los políticos y los jueces le quieren dar como premio que se examinen y si suspenden, a la calle a cantar: «Resistiré», pero con las manos vacías al igual que el estómago de sus familias.

Mucha gente no quiere luchar, da por perdida la batalla, quizás miedo, quizás incredulidad, quizás desgana, convencimiento en que aprobarán pese a la falta de todos los derechos conseguidos, pese a que ni siquiera valorarán el cómputo total de años trabajados, quien sabe.. Lo cierto es que de esos 800.000 a algunos ni se les ven las manos alzadas, ni detrás de una pancarta, ni delante de un escrito, son aquellos que no se atreven, que no luchan y que van tras los primeros en la batalla que son quienes reciben los balazos.

El resto agazapado espera la victoria lograda por los compañeros y aunque la lucha es de todos, sólo algunos se atreven a hacerse visibles. Los que dan por perdida la guerra, sólo saben lamentarse de lo dolorosa que pueden ser las heridas y se quedan en la retaguardia mientras los que no son cobardes y creen firmemente en ganarlas están dispuestos a darlo todo, incluso sus vidas por el reconocimiento de sus derechos como trabajadores, sus años de dedicación y esfuerzo y por defender el pan de sus hijos.

Yo señores  elijo ser de las que van delante, con la bandera que en grandes letras ponga «Fijeza» , porque sé al igual que quienes caminan conmigo, que 25 años en mi puesto no son para nada un regalo, que bien valieron mi esfuerzo, tras varios contratos, tras tanta inseguridad, que someterme a un examen ahora, a mis años, es como someterme a un tribunal por haber cometido un delito y ser juzgada..

Los interinos hemos sacado el país adelante: médicos, enfermeras, policías, funcionarios de todos los ámbitos que se han preocupado en salvar el pellejo de los demás ahora y siempre, cada uno en su puesto y nos merecemos ser reconocidos y no sólo aplaudidos.

Y quien quiera sumarse al carro, aun está a tiempo si cree fervientemente que la opción es luchar y NO callarse, defender lo ganado y NO rendirse y no sólo ser aplaudido sino Reconocido manteniendo lo único que siempre quisimos y exigimos: un trabajo seguro y estable.