Por Antonio Serrano Santos: Paco Rengel no ha muerto. Sigue vivo en nuestro recuerdo y en los corazones de tantos que le quisieron, le admiraron y tuvieron la suerte de conocerlo.
Yo llegué a conocerlo por el su periódico «ymalaga». Aceptó mi colaboración a través de mi cuñado Miguel Angel, su gran amigo, que lo llevó a Alhaurín de la Torre en la presentación de uno de mis libros en el que recopilaba mis artículos en el periódico de alhaurindelatorre.com, de Francisco López (Chico para los amigos). Cuando le dediqué mi libro, la verdad, yo no lo conocía. Después le pedí perdón por mi ignorancia, sobre todo, al saber de su vida y trayectoria. Cuando me informé bien, me sentí avergonzado de no haberlo atendido como él se merecía.
Porque Paco Rengel, ese niño grande que era, con esa sonrisa casi infantil, bonachona y acogedora, no se lo merecía este perro mundo. Del deporte y del periodismo. ¡ Cuántas luchas, cuántas experiencias amargas, cuántas incomprensiones! Menos mal que todo lo toreó y sus  experiencias fueron más gratificantes y compensaron las otras.
He repasado todos sus artículos y escritos varios. Me dedicó su realista novela: “Coma…y punto seguido. Historia de una superación”. Y me puse en contacto con Oscar, el protagonista. En todo lo que escribió aletea una calidad humana extraordinaria.
Hizo de moderador prudente, pero firme en los principios que regían en su periódico. Dedicado exclusivamente él a esa tarea. En la última comida que tuvimos todos los colaboradores, mostró su preocupación por el  futuro del periódico. Nadie imaginó que el futuro suyo estaba más en peligro que ymalaga.  Ahí le conocí mejor y con más tiempo que en Alhaurín de la Torre. Pero, aparte de mi contacto con él a través de los correos, poco más lo traté.
Cuando avisó que, por unas semanas, el periódico no estaría al día, averigüé por una compañera colega en el periódico, que era algo grave lo que le ocurría. El cáncer de hígado minaba su cuerpo. Le envié dos o tres correos, sin entrar en detalle, animándole, pidiendo noticias y diciéndole que rezaba por él, todos los días, con toda mi alma. Una de sus respuestas fue: “Antonio, Dios te bendiga. Gracias”. Me aconsejó en algunas ocasiones sobre mis artículos. En una ocasión me recomendó que no hiciera caso de una crítica aislada de alguien que, de alguna forma, no estaba de acuerdo con el contenido de un artículo. Con una delicadeza en sus consejos, incluso corrigiendo alguna palabra, algún gazapo escapado en los escritos…También admitía, con humildad, mis correcciones a algunas de sus intervenciones  modificadoras. Reconocía sus aparentes limitaciones histórico-literarias con esa sencillez del que sabe y no presume de ello.
¡Cuántos Pacos Rengel hacen falta, hoy, en el deporte, tan manipulado, y en el periodismo tan ansioso, muchas veces, de noticias más que de verdad!
Amigo Paco, desde ese cielo que te has merecido ¿cómo no, tú un hombre noble, honrado, valiente, sufridor, joven para morir tan pronto?, desde ese cielo donde sólo entrarán los que se hacen niños, como dijo Jesús, tú, un niño grande, ruega por nosotros, más que recemos por ti. Has dejado un ejemplo a seguir. Dios quiera que tu, nuestro periódico, siga con tu espíritu. Que no muera, también, lo que llevaste tan digna y valientemente, con tantas dificultades. Dijiste, cuando ya te ibas: ¡Gracias por quererme tanto! Estoy preparado”.