(Jmm Caminero) Hay días que te cae una losa de preocupación, tristeza, angustia, pena, desaliento, desesperanza o algo de todo ello, porque se ha presentado una incertidumbre grave en tu existir.

Todos los tenemos, hay días, mañanas al menos o tardes al menos o noches al menos, de alegría y de felicidad, otros de tristeza y preocupación. Incluso los días de alegría, siempre hay alguna nota de cierta tristeza, pero los días tristes o entristecidos, esos días que parecen dilemas o trilemas que se pueden abrir un puente negativo hacia una dirección que no deseas, y, que no eres capaz de percibir el final. Esos días, son enormemente preocupantes. Todos los sufrimos, bueno, bueno es que también construyamos artículos de opinión hablando de este tema en general.

Cuándo tengas un día de esos, que los tendrás, y, habrá mil razones o motivos, en tu caso, no sé porqué será y cual será –a cada uno le toca su espada o su aguijón o sus cadenas-. Ese día, cuándo llegue ese día, intenta ser un poco estoico, intenta soportar el sufrimiento lo mejor posible, no hagas ninguna tontería, no te desesperes del todo, espera que quizás mañana, seguramente mañana haya menos dolor. Y, nunca te saltes la legalidad vigente, ni la moralidad correcta, nunca hagas algo ilegal o inmoral, porque entonces ese día se te complicará más, si no ahora, dentro de equis tiempo.

Cómo pueden existir muchas razones o motivos para ese día negro, no te puedo dar alguna respuesta que te anime. No todas las tristezas del mundo, te vendrán, a unos, a unos les llega unas y a otros, les llegan otras. Pero a todas les llegan. A unos, algunas grandes demasiado pronto, a otros a mediana edad, pero antes de la vejez, todas las personas que veas o conozcas por las arterías de las calles, todas llevan medallas de tristezas y angustias y penas. Unos, arrastran unas cruces, otros, llevan otras. Unas cruces son más grandes, otras más pequeñas. La realidad es que la mayoría llevan, no una, sino varias, varias de distinto tamaño –según el refrán popular-.

Algunos pensadores y escritores que ya respiraron este aire hace siglos, indicaban que muchas tristezas nos las hemos buscado nosotros a nosotros mismos. Otras, otras nos vienen del exterior, muchas veces, de personas cercanas. Otras, nos vienes de personas lejanas, o de circunstancias históricas y sociales y de otro tipo. Unas vienen, diríamos de la carne, problemas con la propia carne, o que la carne le proporciona algún dolor a personas cercanas, enfermedades graves, otras vienen de la psique o de la mente, otras de cuestiones económicas o sociales y políticas, revoluciones y guerras y contrarrevoluciones. Unas, pueden ser individuales, te ocurre a ti, y a cien mil más en el mundo, pero no os conocéis, otras son sociales, por ejemplo, una epidemia que se extiende por el planeta.

Hay una fórmula, al menos eso creo, no produzcas tristeza y dolor a ti mismo, no produzcas al otro. El problema es la defensa justa. Pero no provoques dolor y sufrimiento y pena en ti mismo, ni en otros seres humanos –otra cosa, reitero que toda persona tiene que defenderse del mal y de la injusticia y del dolor que otra persona pueda provocar, defenderse de forma justa y equitativa y legal y moral, cosa que es difícil-. Pero porque a ti te duela el dedo del pie, y, vayas angustiado y apenado, no le produzcas a otra persona dolor, ningún tipo de dolor, ni angustia, ni ira, ni cólera, ni nada…

Creo que muchas tristezas y angustias personales, que uno mismo se causa a sí mismo, o que uno mismo produce en otros. Los otros son cercanos o lejanos. Una fórmula o ecuación para no producirse dolor y no producir a los otros, es no caer en los siete errores morales graves, o siete pecados capitales. Creo que esa fórmula evita producirse mucha tristeza y mucho dolor y mucha angustia y mucha pena, a uno mismo y a los otros, otros que pueden ser cercanos o lejanos. Los siete son, hoy casi nadie los recuerda: ira-cólera, envidia, soberbia, vanidad, avaricia-codicia, pereza-acidia, lujuria… Intenta no caer en alguno de estos siete errores morales graves, o si éstas, intenta salir de alguno de ellos, y, te evitarás mucha tristeza y mucha angustia y mucha pena.

Y, evitarás mucha tristeza, angustia y pena en otros. No olvides que algunas de las tristezas y angustias que produzcas en otros, pueden que permanezcan en ellos, durante décadas, algunas pueden que sigan estando de alguna manera, en otras generaciones. Aquello del bisabuelo jugador de cartas, el abuelo cayó en la ebriedad, el hijo en la lujuria, el nieto ya veremos…

En este recorrido por el articulismo, me he encontrado con una entrada de blog, de Vicente Verdú Macià, (1942-2018) notable escritor, periodista, articulista, pintor, poeta, titulado: El día aciago, publicado en su blog, el 24 del 08 del 2006, considero que estas entradas de blog, de este artilugio que la tecnología informática actual nos ha traído, pues son pequeñas columnas periodísticas, creo que hacen y cumplen con los mismos fines.

Debemos terminar este modesto y humilde artículo. Si la tristeza que le embarga y la angustia es muy grande, y, si dura demasiado tiempo, quizás unos días, unas semanas, pues debe usted consultar a los servicios oficiales de salud. Y, que ellos valoren y ponderen y evalúen… Paz y bien.

https://museovirtualcuadernosdelamancha.wordpress.com © jmm caminero (25 abr-04 mayo 25 cr).

Fin artículo 4.849º: “Los días tristes y Vicente Verdú”.