(Por JMM Caminero) No sé, si usted alguna vez, ha pensado, le ha venido a la cabeza, o haya leído que alguien le preguntaba cómo será su último día de su vida, su última semana, sus últimos minutos.

Es obvio y evidente que supongo de existir esta pregunta o cuestión. Una más, que los humanos se pueden hacer, no será lo mismo a los veinte años que a los noventa o los cincuenta. No es lo mismo que alguien se haga esta cuestión si está sano o acaso tenga una grave enfermedad, si va caminando haciendo deporte o acaba de ingresar en un centro sanitario con algo muy grave.

Tampoco sé, si existen estudios académicos y serios y ortodoxos sobre esta cuestión o tema, o esta cuestión está en una nube de una serie de temáticas semejantes, y, que de momento solo lo tratan las humanidades: las artes, la literatura, la rozan la filosofía, y, desde luego la teología y teología moral…

No crean que no ha tenido importancia esta cuestión a lo largo de los siglos, al menos en Occidente y en Europa, en los púlpitos y en muchos libros de espiritualidad, se ha hecho muchas preguntas: ¿Si esta tarde fallecieses, tú que crees, si irías al Cielo o al No-Cielo? Claro está en el cristianismo, el mayor pecador del mundo, si en el último momento se arrepiente seriamente, y, pide perdón al Buen Dios, según la dogmática moral, se le perdonan todos los pecados –dejo aquí, a los teólogos que maticen lo que crean conveniente, porque la teología no es mi oficio, en estas temáticas y disciplina soy un lego…-.

Existen varios libros de narrativa y películas con un título similar a esta columna periodística, que se pueden adquirir y leer o visualizar. Se plantea también esta pregunta de otro modo o manera, con estos matices: ¿Qué harías hoy, si al amanecer supieses que éste es tu último día de vida…? Pondrías en marcha todos los papeles o documentos que tienes que realizar, para no dejar a tus herederos muchos problemas, te arrepentirías de lo malo hecho e intentarías ponerte a bien con el Ser Supremo, llamarías a tus familiares directos para despedirte o para verlos o darle el último abrazo, te darías algún pequeño gusto, que fuese moral y correcto, o…

En esta cuestión, como todo lo que hacen los seres humanos, existen más diferencias de las que pensamos. Se cree que nadie sabe cual es su último día, pero no es cierto, si estás en el corredor de la muerte, y, tienes una fecha para la sentencia y el cumplimiento de ella, conoces con una probabilidad del noventa y nueve por ciento que ese día, darás el último paso de tu respirar en este planeta. Después otra cosa es que Después exista Otro Mundo o no.

Si tienes una grave enfermedad e ingresas por última vez al centro sanitario, y, sabes que es el último viaje, sabes con cierta seguridad que en unos días, aunque no sepas cual, en esta semana o la siguiente es la última… Por tanto, sabes y conoces más o menos el último día…

Y, así, existen otras ocasiones o casos o tipos, que no vamos a narrar aquí. Siempre aumenta en tu fuero interno, las probabilidades de saber, en algunos casos, el término de respirar en este mundo. Al menos, en la época social y cultural y tecnológica que tenemos actualmente. Cada día, ahora, mueren ciento cincuenta mil personas de media en el mundo, y nacen trescientas setenta mil…

Es evidente que existen otros tipos de fallecimientos que no se prevén, pueden suceder, pero no crees que te sucederán… te levantas esta mañana y a mediodía tienes un accidente mortal, sea laboral o sea en la carretera, o por la tarde tienes un problema cardiovascular enorme e ingente y masivo, o, te tropiezas en medio de un tiroteo de unas bandas delictivas, y, una bala perdida te toca el rostro y el cerebro, o…

Es decir, existe la posibilidad y la probabilidad del fallecimiento, diferente, según el entorno social, según el individuo y su salud, según el lugar, según la edad, etc. Por lo cual, de algún modo, si usted emerge de su vivienda esta mañana y va a pasear y hacer algún cometido, despacio y tranquilo, las probabilidades de su fallecimiento ese día es muy poco o muy reducido. Pero si usted esta mañana tiene que conducir mil kilómetros, el aumento de posibilidad de accidentes es mayor. Pero si en cambio está usted en medio de una trinchera en un conflicto armado que le ha tocado ir y sufrir, pues el aumento de probabilidades es mayor. Y, si usted esta mañana se dirige al hospital, sabiendo que posiblemente, sea el último viaje, pues las posibilidades y probabilidades aumentan…

Sin tragedias, sin exageraciones, creo que es bueno para la salud mental y moral de cada uno, con racionalidad y prudencia, no evitar esta pregunta de vez en cuando. Es como darse una ducha cada día, es necesario ducharse cada día, es necesario hacerse esta pregunta cada cierto tiempo, porque es bueno, por muchas razones: una, es vivir la vida con más alegría, como un regalo-don-gracia, una realidad que dispones de un tiempo aquí en la tierra.

Segundo, plantearte esta posibilidad, para intentar ser más moral, intentar ser mejor persona, una persona más bondadosa y con más moralidad correcta y adecuada, al menos, una moral mínima universal. Porque así se deja menos sufrimiento en este mundo, así, así también si existe después un Juicio Particular ante el Buen Dios, pues al menos, puedas decirle, “no he sido perfecto, pero me arrepiento de todo el mal que haya hecho, y, Te pido tu infinita piedad y misericordia conmigo”. Paz y bien. No se rasgue usted ni la corbata, ni el mono de trabajo, ni la chaqueta…

https://www.youtube.com/channel/UCP1qKD3iC1dhkOschAftOAQ © jmm caminero (13 agosto 2025 cr).

Fin artículo 5.052º: “Cómo te imaginas el último día de tu vida”.